TREINTA Y UNO

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Todos se quedaron mudos ante tal pelea, por lo que decidieron irse de aquel lugar y dejarlos solos, aunque ellos no estuviesen dentro de la casa se encontraban discutiendo en el jardín de entrada.

Tom se ofreció de llevar a Dave y a Summer, además de Sophia a la que llevaría a su casa.

El camino fue silencioso, ninguno cruzó palabra alguna, dejaron que la canción que daban en la radio, ‘The bucket’, de Kings Of Leon  se hiciera presente del ambiente.

A la primera que Tom fue a dejar a su casa fue a Summer, la “aún no novia” de Dave o como a él le gustaba que la llamaran “la amiga con ventaja”.

—   Hablamos mañana, linda —. Susurró Dave dándole un corto beso en los labios a la rubia.

—   Está bien, te quiero, adiós —. Dijo Summer y luego se despidió de los otros dos.

Luego de pasar por la casa de Summer, Tom se dirigió a la de Dave. Esta vez, el camino fue con más comunicación, intercambiando planes y futuras juntas entre ellos. Tom se estacionó frente a la casa de su amigo y se ladeó para poder mirarlo detrás de su hombro, ya que el enano rubio se encontraba en los asientos traseros.

—   Bueno, no te desaparezcas, lindo —. Comentó Sophia divertida mirando a su amigo.

—   No me desaparezco —. Se defendió él — Hablaremos pronto, Sophia —. Se inclinó a ella y besó su mejilla — Tom, cuídala —. Enarcó su ceja mirando al del hoyuelo

—   Como siempre, Cornish —. Sonrió Tom — Y piensa en lo que Devon dijo, podríamos tener fans y fama y reconocimiento por el mundo y…

—   Y mujeres, sexo, diversión y blah blah blah —. Sophia rodó los ojos al decir eso.

—   No para nada —. Tom miró a Sophia y rió acariciando su mejilla.

—   Lo pensaré, me gustó lo que Sophia dijo… Mujeres, sexo, diversión… suena llamativo.

—   Como sea, adiós Cornish —. Dijo riendo Sophia y Dave bajó del auto para así caminar hasta la entrada de su casa y desaparecer al cerrar la puerta.

El camino a casa de Sophia fue corto ya que esta vivía cerca de Dave. Tom estacionó el auto en frente del garaje y se bajó del auto junto a Sophia. Ella miró hacia arriba y se percató de que Charlie aún seguía despierto, ya que la luz de su habitación estaba encendida. Encajó la llave en la cerradura y entraron a la casa.

—   Tu casa de noche tiene un aspecto espeluznante —. Comentó Tom en un murmuro.

—   Lo sé, en las noches no puedo bajar sola a la cocina, ya que me da miedo —. Rió Sophia.

Ambos subieron las escaleras y se adentraron en la habitación de Sophia, la cual se encontraba ordenada como era de esperarse.

—Espérame aquí, iré a ver si Charlie sigue despierto —. Sophia se inclinó hacia Tom y le depositó un corto beso en sus labios. Él asintió sonriéndole y tomó el rostro de Sophia entre sus manos para así volver a besarla de manera corta pero tierna.

Sophia salió de la habitación y se acercó hasta la de Charlie, la cual tenía la puerta entrecerrada, por lo que Sophia podía ver los adentros de aquella habitación. Se acercó hasta la puerta y miró lo que Charlie hacía allí. Se sorprendió al verlo frente a su escritorio con lágrimas cayendo por sus mejillas. Sostenía una foto que Sophia no pudo ver claramente y le susurraba a la foto. “Te extraño demasiado” fue lo único que Sophia logró entender entre aquellos susurros y palabras que salían de la boca de su padre. Sophia abrió lentamente la puerta para así no hacer ruido y se acercó por detrás a Charlie. Una vez cerca notó que la foto que sostenía en sus manos era de su madre, lo que hizo que sintiera un puñado en el corazón y un nudo en la garganta.

—Papá… —. Susurró Sophia posando sus manos en los hombros de su padre. Muy pocas veces lo había llamado papá, solo cuando realmente le salía y esta ocasión le había salido de corazón.

—¡Sophia! —. Dijo rápido su padre escondiendo la foto y limpiando sus lágrimas con sus manos. Como si Sophia no lo hubiese visto ya — No te escuché llegar.

—   ¿Estás bien? —preguntó ella, aunque la respuesta era obvia.

—   Sí, lo estoy —. Mintió Charlie.

Sophia lo miró por unos segundos y soltó un ligero suspiro, acariciando los hombros de su padre.

—Yo también la extraño —susurró Sophia tomando la foto que su padre había escondido minutos atrás. La miró por un par de segundos y una sonrisa se apoderó de su rostro. — Pero ella está mejor allá y a ella no le gustaría verte sufrir, ni a ti, ni a mí, Charlie.

Su padre se giró mirándola, aún tenía unas rebeldes lágrimas cayendo por su mejilla. Observó a Sophia en silencio y sonrió al escucharla. Su hija tenía razón.

—Además, a mi madre le hubiese encantado verte feliz, y sé que ahora lo estas, papá… He visto como actúas cuando estás con Ellie, ella te hace feliz —. Sophia dejó la foto de su madre sobre el escritorio y volvió a mirar a su padre. — Es tiempo de que comiences nuevamente tu vida, créeme que es lo que a mamá más le gustaría, vernos feliz a ambos.

—   Lo sé, solo… se me hace un poco difícil, fueron más de veinte años junto a ella.

—Es tiempo de que intentes vivir tu vida, seguir adelante. Eso le hubiese gustado a mamá —. Sophia le sonrió y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Sophia… espera —. Charlie se levantó de la silla y caminó hasta su hija para volver a mirarla con una sonrisa y abrazarla. Sophia hace años no sentía un abrazo de parte de su padre, había olvidado lo protegida que llegaba a sentirse en los brazos de él. — Gracias, hija.

—   De nada —. Ella le sonrió y caminó a la puerta.

Tom se encontraba mirando aquella imagen del otro lado de la puerta, sonrió al verlos abrazados y al ver que Sophia se acercaba a la puerta corrió rápidamente de vuelta a la habitación de la chica. Aquella imagen de Sophia y su padre había hecho feliz a Tom.

¿Cuánto tiempo había pasado escuchando que Charlie era una un monstruo? Demasiadas veces, pero al parecer no era como todos pensaban, en realidad, Charlie era una persona bastante agradable y sensible.

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora