DIECIOCHO

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—    ¡Se rehusó! — alzó la voz desesperado Tom mientras caminaba de un lado a otro —. Me sentí como un completo idiota.

Harold y Devon rieron al escuchar a su amigo hablar, Tom los fulminó con la mirada y ambos dejaron de reír.

—    Quizás simplemente no le gustas —. Se encogió de hombros Harold mientras con sus baquetas golpeaba la mesa de la sala, algo muy común de él, nunca las soltaba.

—    No lo sé… —. Negó Tom con su cabeza.

Dave se acercó a Tom y lo llevó a un lado más apartado.

—    ¿Qué pasa, Dave? — preguntó Tom mirando confundido a su amigo.

—    Yo sé porqué Sophia no te besó… hablé con ella —el rostro de Dave estaba serio, como pocas veces era posible verlo.

—    ¿Por qué fue?

—    Fui ayer a su casa, ya que ella me pidió que fuera… Me contó que ustedes habían salido a la playa y lo de que habías intentado besarla.

—    ¿Y qué pasó?

— Tom intentó besarme —. Dijo Sophia entre dientes. Dave la miró sorprendido.

—    ¿Y tú te negaste?… Pobre Tom

—    No es que no quisiera. Es que… —soltó un suspiro. —No importa, tú no entenderías.

—    ¿Entender qué, Sophia Barker?

—    No puedo.

—    ¿Por Chace? — Dave soltó una carcajada.

—    Sophia me contó lo de Chace… — Dave miró a Tom serio —. Ella dice que ya no confía en los hombres desde que está con él.

—    ¿Por eso no me besó? — Tom frunció el ceño.

—    No lo sé, no soy Sophia, no podría decirte bien —. Se encogió de hombros — Lo que me dio a entender es que ya no confía en los hombres por culpa de ese… — Dave apretó los puños al pensar en Chace.

Harold se acercó donde Tom y Dave se encontraban.

—    ¿Podemos empezar el ensayo? —. Preguntó mirándolos —. Devon no deja de decir que en no sé cuantos minutos tendrá que ir a ver a… Mary —. Rió imitando a su amigo.

—    ¡Cállate y ensayemos! — gritó Devon tomando su guitarra que el día anterior había comprado junto a Tom. Todos rieron y decidieron hacerle caso a su compañero. Comenzaron la práctica, era el último ensayo antes de presentarse en el bar del padre de Tom.

Después de media hora de ensayo, se escuchó el timbre. Devon sabía quién era la persona que esperaba tras esa puerta, así que corrió hasta ésta para abrir.

Mary, una chica de cabello castaño oscuro y lacio se encontraba sonriente y con un vestido a rayas blanco y negro, que le llegaba por sobre las rodillas. La sonrisa de Devon se hizo notar al ver a Mary.

—    Mary, te ves increíble.

Mary rió sonrojada y besó la mejilla de Devon.

—    Tú no te quedas atrás, Stromberg —. Mary miró detrás del hombro de Devon, donde se encontraban sus otros tres amigos.

Devon se volteó y fulminó con la mirada a sus compañeros, que sonreían mirando a la chica.

—    Mary… ellos son Tom, Harold y Dave —. Señaló a cada uno de ellos respectivamente y ella los miró con una sonrisa y los saludó con un gesto de mano.

—    Devon no deja de hablar de ti —. Comentó Harold con una sonrisa, lo que hizo reír a sus otros dos amigos, excepto al pecoso.

Él negó rápidamente y le dedicó una mirada amenazante a Harold, quien le sonrió amplio para luego reír. Seguramente una paliza le llegaría después.

—    Vamos Mary —. Dijo Devon sonriéndole a la chica de cabello oscuro.

—    Sí —. Respondió ella —. Adiós, fue un gusto —. Se despidió de los tres chicos que se encontraban en la puerta.

—    Adiós, idiotas —. Se despidió el pecoso cerrando la puerta con un pequeño portazo.

Harold, Dave y Tom se miraron sin entender.

—    ¿Estamos solos en la casa de Devon? — rió Harold con una maléfica sonrisa.

—    ¿Qué piensas, McAdams? — Preguntó Tom enarcando una ceja.

—    ¡Yo sé! —. Alzó sus manos exaltado el pequeño rubio e imitó la maléfica sonrisa del baterista.

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora