TREINTA Y CUATRO

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Nada, absolutamente nada durante cuarenta y cinco minutos.

Tres llamados a Dave, cinco a Camille y dos a Harold, ninguno de ellos tenía la menor idea de donde Tom se encontraba.

—   ¿Y si nos acercamos por la casa de Tom? —. Preguntó Charlie mientras manejaba.

—Bueno, no hay nada que perder —. Murmuró Sophia con su vista pegada en el paisaje oscuro, intentando ver rastro de Tom.

¿Cómo era posible que él no se encontrara en ninguna parte?, se preguntaba Sophia. Tenía un mal sentimiento, algo que hacía que su pecho se contrajera.

Algo malo tenía que haber pasado.

Chace, Chace tenía que estar metido en algo.

—   Chace —. Dijo rápidamente

—¿Chace? —. Preguntó Charlie algo confundido mirando a su hija. Ella asintió y tomó nuevamente su celular para así buscar el nombre de él en la lista de contactos de su celular. — ¿Qué pasa Sophia? No entiendo.

—   Te lo explicó luego —. Sophia marcó el número de Chace y esperó.

—Sabía que tarde o temprano llamarías —. La voz dura de Chace se escuchó aun más grave de lo común.

—   ¿Qué le hiciste?

—¿Qué? ¿De qué estás hablando, bonita? —. Preguntó Chace. Su voz tenía un tono de burla, lo que hacía que Sophia sintiera más rabia en su interior.

—Por favor Chace, estoy hablando en serio, ¿Dónde está?

—También hablo en serio, siempre lo hago, amorcito —. Rió luego de pronunciar la última palabra. — ¿Cuántas veces le dijiste eso a él?

—   ¿Qué? —. Sophia frunció el ceño

—   A él rubio, Tom ¿Cuántas veces le dijiste amorcito?

—   Nunca, Chace.

—   ¿Cuántas veces quisiste decírselo?

—¡Mierda Chace, dime dónde está! — Sophia alzó su voz. Su padre la miró esperando rápido una respuesta, estacionando el auto a un lado de la calle.

—   Cálmate Sophia.

—   Chace, te estoy pidiendo que por favor me lo digas ¿Qué le hiciste? ¿Está bien?

—   Hmm bien, sí, está bien o eso creo —. Soltó una ligera carcajada.

—   ¡Chace!

Charlie miraba a Sophia mientras negaba con su cabeza, intentando escuchar lo que Chace decía por el otro lado del teléfono. Al escuchar el tono de Chace y la risa enseguida le quitó el celular de las manos a su hija.

—   Chace —. Dijo firme.

—   ¿Cha-Charlie? —. La voz de Chace por primera vez se escuchaba nerviosa.

—Sí, soy yo. No puedo creer todo lo que estoy escuchando, ¿Tienes algo que ver con lo que le ha pasado a Tom?

—   No, no, para nada…

Sophia al escuchar las palabras de Chace bufó, negando al mismo tiempo.

—   Chace

—   Ya dejé que el idiota se fuera a su casa.

Charlie colgó y le pasó el celular a Sophia. Miró dónde se encontraban y comenzó a manejar en dirección a la casa de Tom.

—   ¿Qué dijo? —. Preguntó Sophia mirando a su padre.

—   Vamos a casa de Tom.

Sophia asintió sonriendo y su padre la miró por unos segundos.

— Luego hablaremos, Sophia —. Dijo Charlie comenzando a conducir.

El teléfono de Sophia comenzó a sonar, el nombre de Camille apareció en el celular.

—   ¿Pasó algo?

—Tom está en casa —dijo la hermana de Tom. Sophia sonrió al escucharla pero aun así algo extraño había, la voz de Camille no era de alivio. — Está herido, muy herido.

—Camille, voy para allá. — Sophia sentía puñetazos en su corazón. Todo lo que estaba pasando era por su culpa, Tom estaba herido por culpa de ella.

Todo se resumía a que ella era la culpable.

En menos de cinco minutos ya estaban frente a la casa de Tom, Sophia bajó del auto lo antes posible. Corrió hacia la puerta y tocó el timbre como una loca, más de cinco veces. A los pocos segundos Camille abrió la puerta, su cara se notaba preocupada, Sophia caminó tras ella hasta la habitación de Tom, que se encontraba en el segundo piso.

—   Llegó hace unos diez minutos —. Comentó en un murmuro la hermana del chico.

Abrió la puerta que tenía escrito el nombre de Tom y entró a ésta, él se encontraba acostado en la cama.

Sophia miró aterrada a Tom, por segunda vez debía ver a alguien con la cara destrozada, pero esta vez, era peor que la última, no solo su cara estaba sangrando, su camisa tenía manchas de sangre.

Su madre se encontraba a un lado de Tom, tomada de su mano y sus mejillas estaban llenas de lágrimas, lágrimas que no dejaban de caer.

—   La ambulancia ya vendrá —. Comentó la mujer.

Sophia se acercó a un lado de Tom y tomó la otra mano, él estaba inconsciente sobre la cama, su respiración estaba normal, algo que alivió a Sophia, pero podía ver el sufrimiento en el rostro.

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora