NUEVE

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Sophia y Tom estuvieron varios minutos hablando, la verdad conociéndose el uno con el otro, lo que hizo que ambos se dieran cuenta que eran muy parecidos en sus gustos. Ambos eran fanáticos la trilogía de “Volver al futuro” o todas las películas de la “Guerra de las galaxias”. Se podría decir que ambos eran calificados como dos personas verdaderamente nerds, pero ninguno de los dos les daba importancia.

Después de que Tom recibiera un mensaje de parte de Devon diciéndole que Harold ya había llegado, Tom tuvo que irse.

—    Fue bueno pasar el rato contigo — dijo una vez ya en la puerta.— Y recuerda, debemos hacer la maratón de Volver Al Futuro — volvió a hablar pero esta vez con un tono gracioso.

—    Así es, ahí vemos el día — rió Sophia y se despidió de Tom con un beso en la mejilla —Suerte en el ensayo.

La figura de Tom fue desapareciendo hasta convertirse en nada, ya se había marchado hasta la casa de su compañero donde ensayarían las canciones de su banda.

Sophia, por su lado, se dedicó a hacer la cena, ya que Charlie pronto volvería a casa. Decidió hacer con lo que había una sopa, hoy no tenía ganas de hacer nada muy preparado y tampoco le interesaba lo que su padre pensara sobre lo que ella había preparado. Cuando terminó de preparar la sopa, dejó una nota sobre el microondas indicándole a Charlie que debía calentar la sopa y avisándole que había salido.

Sophia al ver que casi eran las siete se apresuró, quería salir antes de que él llegara. Y así fue, caminó por las oscuras calles de Londres. Aunque fueran las siete de la tarde estaba oscuro, casi como si fuesen las nueve o diez de la noche. Llegó a uno de sus parques favoritos, donde solía ir a la edad de cuatro años. Paseó mirando el paisaje de aquel parque, los arbustos estaban en un perfecto estado, al igual que los árboles, que llevaban más años que ella ahí plantados. Un árbol le llamó la atención, quizás el árbol más viejo de todo el lugar, un árbol que era muy especial para ella, que compartía una historia que hace años le habían contado.

—Y aquí, es donde tu padre y yo escribimos nuestros nombres el día en que cumplimos un año de novios — la madre de Sophia corrió una rama con su mano derecha dejando ver un corazón tallado en el tronco con los nombres “Charlie & Amber” en el interior. Los nombres de los padres de Sophia.

—    No puedo creer que después de tanto tiempo aún sigan juntos.

—    Y así será Sophia, hasta que la muerte nos separe.

… Hasta que la muerte nos separe.

¿Por qué debía ser así? ¿Por qué ella no estaba junto a Sophia, cuidándola y dándole todo el amor que siempre le dio? Sophia extrañaba eso, extrañaba el sentirse querida, el amor familiar. Sentía que la única persona en el mundo que se preocupaba por ella era su amigo, Dave. Y aunque el amor de Dave fuese mucho, no era lo suficiente, porque nada era como el amor de padres a hijos.

Sophia recordó también lo felices que solían ser ella, su padre y su madre. Eran el cuadro familiar perfecto, una familia ejemplar, paseos de noche por los senderos cada sábado, cine familiar los domingos. Pero, como todos en el mundo alguna vez habían dicho, la vida no era justa, y si que no lo era para Sophia.

Una mano se posó en el hombro izquierdo de Sophia haciendo que ésta se sobresaltara, pero al darse vuelta y ver quien era la persona que la había asustado una leve sonrisa se hizo parte de su cara.

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora