TREINTA Y CINCO

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La ambulancia no tardó en llegar y en cuanto ésta se dirigió al hospital, Sophia y Camille se dirigieron también, llevadas por Charlie.

Los chicos llegaron minutos después al hospital, todos con una cara de sueño y vestidos con alguna parte de su pijama.

—Entonces, ¿Fue Chace? —. Preguntó Dave una vez junto a Sophia, sentados en los asientos más alejados de todos. Sophia solo asintió soltando un suspiro — Al parecer no le bastó con golpearme a mí.

—   Lo sé y esta vez fue peor, estoy segura que él no estaba solo.

—   ¿Tom estaba muy mal?

—   Ni te imaginas.

—   Estará bien —. Sonrió Dave pasando su brazo por sobre el hombro de Sophia, atrayéndola a él.

—Eso espero —. Murmuró Sophia cerrando sus ojos. Quería dormir, pero no creía que fuera posible con esos pensamientos que rondaban por su cabeza.

—David, ¿Me disculpas un momento? —. Sophia abrió los ojos al escuchar la voz de su padre. Dave asintió y besó la frente de ella antes de levantarse e ir junto a los otros dos chicos que se encontraban casi dormidos en los asientos.

—¿Qué pasa? —. Preguntó Sophia acomodándose en el asiento, subiendo sus pies en éste para así abrazar sus rodillas y apoyar su mentón en ellas.

—¿Me puedes explicar qué es todo esto? Porque la verdad no entiendo nada.

—   Todo es culpa de Chace, papá.

—   Necesito que me lo expliques, Sophia —. Pidió Charlie mirándola de costado.

—   Chace no es quién crees que es —. Murmuró Sophia con su mirada perdida entre las blancas murallas de aquel frío hospital.

—   Sophia, créeme que ya me di cuenta.

—Papá, ¿Podemos hablar de esto en otro momento? Por favor… —. Sophia lo miró por un momento volviendo a bajar su vista a sus manos, con las que jugaba.

—Si eso quieres, claro —. Charlie se encogió de hombros asintiendo — ¿Tienes hambre?

—   No… gracias

—   ¿Segura? Porque iré a la cafetería de abajo.

—   Estoy segura —. Asintió Sophia.

Charlie se levantó de aquella silla y se acercó donde se encontraban Dave y los demás, les preguntó si querían algo y luego de escuchar la respuesta de cada uno, desapareció por el ascensor.

.

Los segundos se hacían minutos.

Y los minutos se hacían horas.

¿Por qué tenía que ser tan larga la espera?

Sophia miraba como las manillas del reloj se movían, esperando que alguno de los doctores saliera de aquella habitación. Pasó su mirada por su alrededor y se encontró con Harold dormido, ocupando dos asientos con su cuerpo, apoyando su cabeza en las piernas de Devon, que se encontraba con los ojos cerrados pero aún despierto tarareando la canción que escuchaba en su iPod mientras tocaba una imaginaria guitarra. Por otro lado se encontraba Dave hablando junto a Camille mientras comían de las papas fritas que Charlie había comprado hace un rato en la cafetería. Bob, el padre de Tom se encontraba hablando por celular con su hermano, a quien le estaba contando la historia.  La madre de Tom no hacía nada más que rezar y limpiar las lágrimas que se le escapaban con su pañuelo, y Charlie a un lado de Sophia, callado y con su cabeza apoyada en la blanca muralla.

Nada, aún nada.

¿Cómo era posible que tardaran tanto? Era la pregunta que se repetía en la cabeza de Sophia un millón de veces.

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora