VEINTICUATRO

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A eso de las cuatro y media de la mañana, Tom estacionó su auto frente a la casa de Sophia, apagó el motor y miró a la chica que se encontraba dormida en el asiento del copiloto, había bebido más de la cuenta y se había dormido en el camino. Él apoyó su cabeza en el asiento y tomó una bocanada de aire. No conocía al padre de Sophia y el solo hecho de pensar que tendría que verlo en pocos momentos lo aterraba.

—   Soph… despierta, ya llegamos —. Susurró Tom moviendo delicadamente a Sophia, intentando que ésta despertara. Pero nada pasó. — ¡Sophia!

—   ¿Ah? —. Dijo algo atontada luego de escuchar la alzada voz de Tom.

—   Ya llegamos a tu casa.

Tom se bajó y rodeó el auto para así abrir la puerta de copiloto y ayudar a Sophia, que estaba aún algo dormida. La abrazó de costado y caminó hasta la entrada de la casa.

—   ¿Tienes llaves? No será bueno molestar a estas horas.

Sophia buscó en su bolso, hasta que encontró las llaves y se las pasó a Tom, quien luego de recibirlas, las encajó en la cerradura. Al entrar, todo estaba apagado, por lo que Tom prendió la luz más cercana a la escalera y tomó la mano de Sophia comenzando a subir estas.

—   ¿Sophia? —. Se escuchó una voz masculina desde el segundo piso. Tom se sobresaltó al escucharla.

—   Sí, Charlie, soy yo —. Respondió Sophia enseguida.

El padre de Sophia se encontraba aún vestido, con un traje bastante formal, su cabello ordenado y miraba confundido a la persona que se encontraba tras de su hija.

—   Soy Thomas —. Se presentó el chico, dejando ver su hoyuelo en su sonrisa.

—   Charlie —. Respondió amablemente estirando la mano y tomó la de Tom como saludo.

—   Eh… Yo solo venía a dejar a Sophia.

—Si, Tom… Muchas gracias —. Sophia se volteó para mirar a Tom y le sonrió tomando su rostro entre sus manos. Tom alzó sus cejas y antes de que pudiese hablar, Sophia lo besó, un corto pero tierno beso.

—Bueno… Un gusto Sr. Barker —. Tom se despidió con su mano y bajó las escaleras algo avergonzado. No era el momento preciso para hacer eso.  Una vez que Tom ya estuvo afuera y Sophia se quedara a solas con su padre él volvió a hablar.

—   ¿Y ese beso? —. Preguntó Charlie

—¿Qué te importa? —. Respondió Sophia caminando hasta su habitación —. Buenas noches

Luego de salir, Tom condujo hasta su casa, estacionando su auto en el garaje. Entró intentando no hacer ruido, pues su hermana menor, con la que vivía, dormía y no quería despertarla. Entró a su habitación y se dejó caer en la cama, aunque no había bebido tanto, se sentía mareado.

—   ¿Tom? —. Se escuchó la voz de Camile, su hermana menor.

—   ¿Te desperté? Lo siento.

—   No importa —. Camille se fregó los ojos y luego miró a Tom —. Aunque la verdad, me costó un mundo dormir —murmuró fulminándolo con la mirada.

—   Vuelvo a decirlo, lo siento.

Camille se encogió de hombros y se despidió de Tom, volteándose para caminar de vuelta a su habitación. Tom se quitó su camisa y la dejó a un lado, se quitó su pantalón junto con sus zapatos y se acomodó dentro de la cama para así, por fin, poder dormir. 

La Única ExcepciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora