Naruto es un joven abogado extremadamente apuesto conocido con el apodo de kyuby lo que muchos no saben es que es apodado así porque es una bestia en la cama pero no en el buen sentido pues las mujeres que están con el no soportan más de diez minuto...
La casa estaba llena de personas tiradas por el living, los sofás, el suelo, el baño e incluso la azotea. Había cientos de botellas, envoltorios de condones y paquetes de cigarrillos entre el desastre. El calor de la mañana hacía más insoportable el ambiente y la resaca de muchos que se iban a sus hogares. Ni el aire acondicionado podía aliviar el malestar.
En la habitación principal, sus dos ocupantes seguían dormidos en medio del caos. Hinata abrazaba a Naruto con una pierna sobre su cadera y él le rodeaba la cintura con sus manos. Una fina sábana los cubría.
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Naruto abrió los ojos sin remedio al recibir la luz impetuosa, pero los cerró de inmediato. Sintió un dolor martillante en la cabeza y otro más agudo en varias partes del cuerpo. Se separó con cuidado de Hinata y fue al baño. Al mirarse en el inmenso espejo, se quedó helado.
En su brazo derecho tenía la imagen de un zorro rodeado de flores de cerezo y nubes rojas.
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Naruto salió corriendo del baño.
- ¡Hinata!-
Encontró a Hinata sentada en el borde de la cama, observando un zapato en el suelo. Él se quedó embobado viendo sus bragas. Tuvo que usar todo su autocontrol para no lanzarse sobre ella.
- Cállate, ¿quieres? - tomó la camisa de Naruto y se la puso encima.
- ¿Cómo me pides eso cuando tengo esto encima? - señaló el tatuaje en su brazo y Hinata lo miró como si nada.
-Qué lindo. ¿Cuándo te lo hiciste? - tocó las líneas del tatuaje y Naruto saltó del dolor.
Naruto tomó el rostro de Hinata y la miró fijamente.
-Dime qué pasó.-
-Yo puedo explicarte...-
Ambos miraron a un rubio de cabello largo y el rimel corrido, saliendo de una montaña de ropa. Naruto y Hinata lo miraron sorprendidos.
-¿Deidara, qué haces en mi cuarto?-
En un arranque de celos, Naruto tomó la sábana y envolvió a Hinata en ella como un burrito. Luego la puso en su regazo. El otro rubio solo pudo poner una sonrisa incómoda ante la escena que sucedió frente a él.
