Apenas tuvo tiempo para reaccionar. Notó su cuerpo tensarse y luego hacerse una espiral, trastabillar en un instante y caer uno después. Todo sucedió muy rápido. Aunque débiles, los dedos de la anciana consiguieron agarrarse al borde del raíl unos metros más abajo, librándose de una muerte segura... Por ahora. En las alturas, Josh ignoraba que su compañera seguía con vida, y sobre todo, en extremo peligro.
Se hallaba en shock. Todavía le perturbaba la maniática sonrisa de quién una vez le salvó la vida. Pensó en lo que Scarlett le hizo. Se imaginó su cuello chorreante de sangre, empapando sus prendas y cayendo lentamente al suelo, muerta. ¿Era eso? ¿Había tomado la justicia por su propia mano? ¿Tan sólo cumplió una añorada venganza? Un bizarro brillo en sus ojos le aseguró que no.
Tras esa mirada maligna se encontraba algo mucho más perturbador. La joven se acercó a Josh, expectante. Apenas avanzó unos centímetros, pero fueron suficientes para acelerar su corazón. Venía a por él. Nada se lo impedía.
—Jess... Oye, cálmate. ¿Quieres? —la chica gruñó. Hubiera deseado poder dar unos pasos hacia atrás sin tener que preocuparse por la empinada bajada de Citrón que amenazaba su vida. Ahora lo vio claro. Ahora sí que estaba al borde de un profundo abismo. Un abismo que Scarlett lograba ver con sus propios ojos.
Deseaba gritar. Pedir auxilio al viento; conseguir que Josh bajara a ayudar. Pero era tarea imposible. Se sentía asfixiada, si aire ni fuerzas para continuar. Tuvo claro que su vida no dependía de nadie más que ella misma. Era su turno de tomar las riendas y librarse del sueño eterno. Unos palmos por encima de su cabeza, Josh tenía sus propios problemas con los que lidiar.
Jessica no cesaba de observarle, apretando con fuerza sus puños. Tenía los ojos rojos, hinchados de llorar. Una lágrima se deslizó hasta sus labios, rozando su mejilla. Pronunció entre lastimeros susurros unas breves palabras.
—Lo siento, Josh. Yo... Jijiji... Yo...
—¿Qué?
—Él... Me lo prometió. Lo vi, con mis propios ojos —sentenció. Josh inclinó un palmo su cuello, confuso. A esto respondió la joven con una risa apagada—. ¿No te enteras, verdad?
Negó con la cabeza. Lo que sea por conseguir retrasar su cruento final. Tal vez se le ocurriera alguna idea en el momento oportuno... Si tan sólo hubiera podido asimilar lo que aquella chica de cabellos cobrizos le iba a desvelar. Algo oculto, que daría mucho de que hablar. Miles de preguntas resueltas en una simple respuesta.
—Yo, soy, el... ¡ALMA ESCLAVA! ¡El puto y jodido alma esclava! ¡Dios!, ¿no es emocionante? ¿No te lo esperabas?
Abrió los ojos en su totalidad. La perplejidad salió de sus sombras. ¿El Alma Esclava? ¿Había oído bien? Creyó que era su abuelo, algo improbable teniendo en cuenta que ahora estaba muerto. Al igual que lo estaría él si no reaccionaba.
—No puede ser cierto —se retiró sigilosamente hacia atrás. Unos milímetros más y caería al vacío. Sería el compañero de Scarlett incluso en el más allá.
—Ohh, claro que lo es. Él... Me lo prometió ¡Éramos tan felices! ¡Odio tu familia! ¡Odio mi vida! ¡Lo odio! ¡Lo odio! ¡Lo odio! —Jessica gritó con todas sus fuerzas. Agarró con sus manos sus cabellos rubios y tiró de ellos, chillando—. ¡Lo odio! ¡Joder! ¿Por qué yo?
Aquellos gestos frenéticos no hacían más que alterar al pobre chico. En el fondo le dolía ver a su amiga convertida en una esquizofrénica aguda, incapaz de imaginarse qué tipo de experiencia la llevó a alterar así su estado mental. Era triste admitir que ya no había tiempo siquiera para compadecerse. Estaba seguro de que podría no ser más que un truco para distraerle y acabar con él en cuestión de segundos.
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Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)
Mystery / ThrillerLa sinfonía de la muerte nos guía de nuevo hasta la Tierra de los Sueños Rotos. Dreamland, la gloria y el orgullo de antaño, ahora sólo un viejo parque de atracciones... ¿abandonado? Nadie lo diría de saber sobre las criaturas y los secretos que yac...