Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)

Capítulo 23: Echoes & Chaos

«And it's all fun and games, 'til somebody falls in love. But you've already bought a ticket and there's no turning back now»
                                                                                                                    —Carousel (Melanie Martínez)

Apenas podía ver a mi padre entre las diminutas ranuras de la máscara. Apenas podía escuchar los sollozos de mi madre entre el barullo del gentío; o sentir mis lágrimas pesadas resbalando, rasgando mis mejillas. Atrapada entre luces y humo, aplausos y risas, apenas podía respirar. El extraño fulgor que salía del bolsillo de la túnica del Amo, apenas parecía real.

Y a pesar de todo el sufrimiento, el dolor y todo lo que aún quedaba por venir, podía sentir la ensanchada sonrisa del Amo tan triunfal que, tonta de mí, creí tener lo suficientemente cerca como para cerrársela de un puñetazo de una vez por todas. Entonces reiría yo, al ver su desdentada dentadura, y sus pútridos dientes cayendo uno a uno con un leve reguero de sangre diluyéndose en la comisura de sus labios.

Soñar es gratis, pero la vida se paga con la muerte.

Eso Abraham lo tenía bien claro. Sus cientos de siervos callaron con él. Su risotada cesó con lo que aparentaba ser su sonrisa, hasta que su rostro adquirió la misma expresión y tono gris que helaba la tundra del alma y rompía en pedazos el corazón. Estaba completamente segura de que ni sus propias creaciones eran capaces de mirarle a los ojos. Mucho menos de mantenerle la mirada.

—Como todos podéis observar, mis leales servidores han dispuesto dos cañones enfrente de ambas chicas —percibí cómo su lengua arrastraba esa última palabra, del mismo modo en el que se arrastró a una de aquellas mortíferas armas de destrucción. Vislumbré que mi padre y Scarlett no hacían más que quedarse boquiabiertos con el macabro show. «Ojalá estuvieras aquí a mi lado, papá» pensé con amargura.

No tenía ni idea de lo que estaba por venir.

—En cuánto yo encienda la mecha, estas chicas tendrán tan sólo un mísero minuto que podría cambiar su destino de vivir... a morir. Pasado ese breve lapso de tiempo, estos queridos cañones dispararán sin temor sus balas, que acabarán incrustándose con fuerza sobre el pecho y tórax de las chicas, aniquilándolas al instante y regalándonos con su último aliento un sutil baño de sangre...

El Amo reía triunfal ante sus súbditos conforme avanzaba hasta a mí. Acercó su pútrida lengua, colgando dentro de su boca marchita hasta mi oído, susurrando:

—Me encantará sentir tu sangre y pálida piel resbalando por mi paladar.

Tras esto, se escuchó un sonoro "hijo de pu..." por toda la carpa del circo, justo antes de que Abraham cubriera mi boca con su mano. Aquellos horrendos monstruos que ocupaban los asientos y los palcos no hacían más que deleitarse ante mi atrevimiento, cuando ellos jamás serían capaces de poner al Amo un dedo encima. En medio del barullo, Josh me contemplaba aterrado, a punto de recibir el golpe final.

—Antes de comenzar, tan sólo un detalle me veo en la obligación de agregar —prosiguió, esta vez acercándose hasta mi madre. Me dolía en lo más hondo de mi ser ver cómo se retorcía en un intento inútil de liberarse y salvarme—. Ese minuto está pensado estratégicamente para que, en el caso de que alguien se decidiera a salvarlas —miró irónicamente a Scarlett y papá, burlándose de ellos con su típica crueldad— sólo tuvieran tiempo suficiente para rescatar a una.