Resultaba que sus dedos se estremecían con parsimonia y dejaban a la deriva su fuerza, todo para abandonarla en un océano de almas perdidas. Ahogó un grito que clamaba por un auxilio desechado. Las lágrimas cubrían su visión, juguetonas. Mejor aún, pues la evitarían el mal trago de ver cómo su cuerpo caía sin control hasta su cruento destino. Se resignaba, pero... aún restaba una oportunidad.
—Traicionaré al Amo ¡Lo juro! —exclamó al instante. Creyó no haber conseguido nada, que esas palabras se las llevaría el viento, pero al ver que captó la atención de sus antiguos amigos supo que su idea suicida lo era tanto que incluso podría funcionar—. ¡Sé dónde se encuentra, cuál es su refugio! Os lo diré ¡No tengo nada que perder!
Era cierto. Su vida ya pendía de un hilo. Su mano izquierda cedió a la presión, provocando un aullido de terror por parte de la joven. Y así, en medio de la agonía, se hallaban otros dos personajes humildes, en cuyas manos nació la oportunidad de salvar una vida. La de su amiga, ni más ni menos. La de aquella persona que intentó aniquilarles a los dos. Eso provocaba la duda.
Nadie les aseguraba que, si la rescataban, cumpliera su promesa; y mucho menos que no se abalanzara furiosa hasta ellos como un felino en celo. De salvar una vida dependía la suya. ¿Debían hacerlo? ¿O debían dejarla morir? Josh sentía cómo su corazón se resquebrajaba ante el llanto de la chica, recordando que en esos momentos es dónde debía mostrar su fortaleza. No cedería.
Scarlett mordió su labio inferior. No la turbaban los suplicantes chillidos de Jessica, pero sus palabras sí que se grabaron a fuego en su mente. Según ella, el escondite de Abraham no era ningún misterio, y no tenían ni una sola pista para localizarlo. Era obvio que aquella llamada para reencontrarse con Jessica no fue más que una vil trampa. ¿Cuántas más habría en su camino?
—No aguanto más... ¡AYUDADMEEEEEEEEEE!
Sería vital su ayuda para su propia supervivencia en caso de encontrar al Amo. Jessica gimió de nuevo, con tanto dolor que Scarlett creyó caer al suelo. La visualizó dejándola sola, su mano deslizándose hasta perder el agarre y ella perderse, en el vacío, oscuro y sombrío. Ella lo vivió. Sufrió su tormento, en sus carnes, y en sus gritos veía reflejada su antigua impotencia. Hubiera deseado ver algún valiente que la rescatara de las llamas que cubrieron su cuerpo. Eso era el pasado.
Ahora vivía el presente. Uno compasivo.
Sin dudarlo ni una vez más, la anciana se arrodilló y cogió la mano de la joven, tirando de ella hasta el borde del raíl. Su fuerza era escasa, pero Jessica hizo todo lo posible por elevarse y aferrarse con fuerza a los brazos de su nueva heroína. La misma persona que la mató. Algo sin importancia en aquel instante en el que, bajo la atenta mirada de Josh, consiguió tumbarse, agotada, en el raíl.
Entre respiros agitados por parte de las dos chicas, Jessica mostró como pudo una leve sonrisa de felicidad. Tardó unos minutos en poder incorporarse tras aquel ataque de nervios al ver su vida pasar ante sus ojos. Cuando lo hizo, fue el objeto de atención de todas las miradas. Scarlett y Josh ya habían adoptado una posición defensiva. Por si las moscas.
–Tranquilos... Ahora que he fallado mi misión... Abraham no dudará en matarme... Estoy en vuestro bando —explicó, jadeando.
Eso pareció relajar a sus nuevos compañeros, aunque todavía percibía un brillo de desconfianza en sus ojos. En cierto modo, no le importaba. Ella habría hecho lo mismo. Ahora sus intenciones serían tumbarse y dormir durante horas, algo imposible de hacer con el horrible rostro de Abraham dispuesto a atormentar sus sueños. Scarlett se cruzó de brazos, aparentando una seriedad que escaseaba.
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Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)
Mystery / ThrillerLa sinfonía de la muerte nos guía de nuevo hasta la Tierra de los Sueños Rotos. Dreamland, la gloria y el orgullo de antaño, ahora sólo un viejo parque de atracciones... ¿abandonado? Nadie lo diría de saber sobre las criaturas y los secretos que yac...