Capítulo 8: ¿Quién es el Enemigo?

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Había instantes en los que sus pies se elevaban del suelo pero no llegaban a volar en el cielo. De nada servía la rabia acumulada cuando las manos no podían ni formar un puño cargado de ira. Y es que conocía esa extraña sensación, por parte de una amiga muy cercana. Scarlett se la mostró, temerosa. Recordó aquella violenta escena en el motel.

Esas manos no la soltaron ni cuando sus lágrimas resbalaron por su rostro hasta rozarlas con suavidad. No quería ese terrible destino. Jamás lo merecería. Sólo contemplaba la imagen de un encierro en aquel castillo incierto a la espera de un príncipe que nunca llegaría. O una princesa. Lara. ¿Dónde estaba? ¿Es que ni siquiera se había dado cuenta de que había desaparecido?

Estaba sumida en el pánico; la cordura perdiéndose a lo largo del camino. Entre los recuerdos del macabro acto sexual del motel y el tiempo señalando a su próxima víctima, Sharon forcejeaba con aquel extraño siéndole imposible librarse de su agarre. Intentaba gritar, pataleaba, incluso probó a morderle la mano, sin los resultados esperados. Ya no sabía en qué habitación se encontraba al enterarse de que de nada sirvieron sus múltiples esfuerzos.

Y tan fácil como vino, fue libre cuando dejó de oponerse a su destino.

Sharon inhaló todo el aire que pudo y corrió a ciegas, casi chocando de frente contra una pared. No miró atrás. En su cabeza sólo se repetía una sola palabra: salida. Debía encontrarla, y estaba segura de que su captor no la ayudaría a hacerlo. Apenas pasaron segundos para que se percatase de su nuevo encierro. No había salida alguna, ni constancia en su mente de por dónde habían entrado.

En plural, porque su captor seguía allí, esperándola. Entonces se dignó a mirarle, y su rostro mostró de inmediato la pura expresión de la incredulidad. ¿Por qué no lo dedujo antes? Ya sea por el pánico o la insistencia por escapar, no vio quién verdaderamente era ese personaje que, a simple vista, la pretendía ayudar. Y jamás lo tuvo tan claro como en aquel momento. No pensó en «La Traición "S"». Únicamente quería respuestas.

—¡¿Estás loco o qué?! —gritó furiosa

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—¡¿Estás loco o qué?! —gritó furiosa. Sus cabellos despeinados caían sin control sobre su frente empapada en sudor—. No sé ni por qué lo pregunto. ¿Acaso no te llamaban "Charles, el loco"?

Asintió, solemne. Nunca lo vio de forma tan cercana, tan débil como se mostraba en aquel momento. Ironía que padre e hija lucieran la misma edad en un mismo mundo. Pero ahí estaba. Charles, con sus cabellos canos y sus entradas, sus arrugas y su piel esmirriada, su cuerpo en los huesos, su mente divagando entre miles de sucesos. Levantó su dedo índice y lo arrastró hasta sus labios resecos.

—¡Sshh! No nos hemos alejado lo suficiente como para que utilices ese tono de voz —advirtió. Sus palabras morían rápido en el viento congelado de aquella habitación cerrada.

Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora