Capítulo 17: Alguien (o Algo) Más

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—¡Tira, perra! —apremió Scarlett. Golpeó suavemente el talón de Jessica con la puntera de su pie, haciéndola encogerse para evitar la caída. Ésta miró hacia atrás, aturdida. La anciana tenía suficiente fuerza en sus manos como para arrastrarla de las suyas. Fue astuta. Hizo que Jessica pusiera sus brazos tras su espalda y los entrelazara. Así Scarlett no tenía nada más que hacer que sujetarla y vigilarla como a un perro.

Y darle un toque de vez en cuando.

—¡Para perra tu madre! —protestó. Todavía le flojeaban las piernas—. ¿He de recordarte que he estado al borde de la muerte hace unos minutos?

—¡Mira quién fue a hablar! ¡Y Yo! ¡Y Josh! La única diferencia es que no vomitamos en cuanto vimos que seguíamos con vida.

—¡Estaba mareada! ¡Vi mi vida pasar ante mis ojos!

—¡Estuvimos en la misma situación! ¡En la mis...!

—¡¿Os queréis callar?! —Josh se hizo oír entre la disputa de ambas mujeres. Con el ceño fruncido, se dirigió a ellas—. ¡Cerrad la boca de una vez! ¡Es irrelevante! Tenemos cosas mejores por las que preocuparnos.

—Tu madre es irrelevante... —susurró Jessica por lo bajo. Scarlett le dirigió una mirada asesina con la que pretendió que callara al instante. Debió funcionar, pues entonces la marcha comenzó a ser verdaderamente tranquila. De nuevo, se hallaban observando con parsimonia las callejuelas de Dreamland, la porquería que las cubría, las ratas que la comían, bla bla bla.

Para Scarlett todo era lo mismo. El reflejo de una trágica muerte cuando antes hubo una esplendorosa vida. Y dijeron que sería uno de los parques temáticos más reconocidos del país... ¡Ja! Escupió al suelo con la certeza de que nadie lo notaría entre tanto escombro. Dreamland, la Tierra de los Sueños. Debía llamarse así porque, al igual que ellos, se derrumbaban lentamente.

Josh, en cambio, trataba de mostrarse lo más sereno posible. A fin de evitar burlas y discusiones, trataba de no dar mucho de qué hablar. Sobre todo después de haber gritado a ambas mujeres por un poco de paz. Aunque por dentro, el panorama a su alrededor le perturbaba. Eso sí era una guerra. Un conflicto interno.

Ni un segundo pasaba sin que pensara en qué estarían haciendo Lara y Sharon perdidas en ese lugar. No cesaba de mandarles en su mente toda la suerte del mundo. Tan siquiera sospechaba que estaban lejos de necesitarla.

—Un momento —Scarlett rompió el silencio, únicamente turbado por basura arrastrándose, moviéndose al viento—. Antes dijiste algo de Abraham y una actuación, o algo así.

—Sí —afirmó Jessica—. ¿Por?

Scarlett levantó su mirada al horizonte, donde contempló maravillada la pulcritud de una gran fachada de piedra. La misma perteneciente al teatro. No podía evitar asombrarse ante tanto lujo y detalle en medio de aquel basurero. Esos toques victorianos, las esculturas ostentosas, sus ojos tallados cuyas pupilas parecían seguirla por cada paso que daba.

Debía admitir, aunque fuera para sí misma, que ese sitio la intranquilizaba. Tal era el contraste entre el teatro y Dreamland que se preveía una catástrofe por venir. No le cuadraba el edificio en su esquema mental. Tanta perfección no sólo la hacía sentir insignificante, sino que le planteaba más de una perturbadora pregunta: «¿Y si las esculturas son monstruos de verdad?»

Scarlett: Carnival Ride (Trilogía Scarlett n°3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora