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Enero, 2021.

16. Dieciséis era el número que sostenía en mi mano derecha esperando a que me tocara el turno para recoger mi pedido de pizza. Esa era la edad que tenía cuando te había conocido en aquella cafetería una tarde fría de invierno. El lugar en el que me encontraba no era exactamente la cafetería donde te había conocido pero, aquel olor y el sabor de pizza que iba a pedir me recordaba mucho a ti. Amabas los viernes porque, era el día en el que podíamos ir a merendar pizza siendo uno de tus mayores caprichos. Siempre guardabas dinero para ese día y siempre me volvías loco hasta que acabábamos aquí como tontos esperando a por nuestro pedido. De alguna manera siempre conseguías que hiciera lo que tú quisieras y creo que mi mayor debilidad eras tú.

No era igual de divertido esperar por la pizza como cuando esperaba contigo. Me encontraba solo, sentado en uno de los taburetes de la barra de espera, sin ti a mi lado contándome una de tus graciosas anécdotas o simplemente haciéndome compañía mientras aburrida mirabas tu teléfono móvil para hacer algo de tiempo y no pensar en lo mucho que te apetecía esa pizza ni el hambre que tenías. Ahora mismo añoraba tu voz emocionada por sentir el olor de aquella pizza deseada y las ganas que tenías de llegas a casa para disfrutarla.

Aunque en parte —y no me mates por lo que voy a decir— prefería estar solo, ¿sabes lo pesada que eras volviéndome loca con que cuándo iban a terminar tu pizza? Eras peor que yo con la comida a veces y eso, eso era ya bastante difícil. Seguramente estarías zarandeando continuamente mi cuerpo, tirando de mi chaqueta mientras ponías un puchero casi gritando que estabas muerta de hambre y que por culpa de este maldito local ibas a morir de hambre. No sólo podía recordar los momentos buenos, ¿no? De verdad Haneul, a veces eras un caso aparte.

Mi número fue llamado, tomé mi pedido y salí con él en la mano recordando aquel momento en el que debía tomar yo el pedido porque si te lo dejaba te terminarías la pizza antes de volver a casa y ese no era el plan que habíamos acordado. Dejé la caja de pizza y la bolsa con el refresco sobre el sitio de copiloto que a ti te hubiera gustado tomar. Encendí el motor del coche para volver a mi piso en busca de recordar lo genial que sabía aquella pizza y los muchos años que había tardado en volver a aquel local porque era el recuerdo que más me dolía, el que al pisar aquel lugar en otros momentos, me hubiera echado a llorar como un idiota.

El hecho de conducir también me recordaba a ti. De siempre te había gustado ser libre y conducir para ti, era sinónimo de libertad. El amor a la conducción era una de las cosas que más teníamos en común y, sin quererlo, habíamos deseado cumplir la mayoría de edad solo para conseguir aquella licencia aunque que ironía que en nuestra mayoría de edad, ninguno pudo mostrar su entusiasmo por la conducción debido a la lejanía. ¿Disfrutas ahora tanto como yo conducir? La verdad, era una de las cosas que más me gustaría saber porque nunca había sido capaz de preguntarte porque me daba miedo recordar lo mucho que me dolía tenerte lejos. Imaginarte conduciendo me hacía sonreír, me hacía ver que habías cumplido uno de tus sueños más querido.

La música de fondo no se comparaba en nada a mis pensamientos. Por la radio rondaba una canción de hace unos años, quizás de hace dos años pero, no dejaba de ser bastante buena y de esas canciones típicas que pondrían en las fiestas. De vez en cuando tarareaba sin querer aquella canción mientras mis dedos se movían al ritmo de esta sobre el volante, tenía mucho ritmo y me estaba alejando un poco de aquello que rondaba por mi cabeza. En otras circunstancias, puede que ambos estuviéramos cantando a pleno pulmón esa canción mientras yo me quejaba de lo horrible que era tu voz solo para oírte rabiar.

«—¡Pues entonces me comeré yo toda la pizza!

—Maldito Jungkook, ya no serás más mi novio, ¡no pienso perdonarte!

Remember Her ↠ Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora