Lo lamento, pero no

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SAM'S POV
— ¡Sam!— gritó Abril.

Dejé la taza de café y el libro sobre la mesa y me volteé a verla— ¿qué?

— ve y habla con él.

— ¿de qué estás hablando?

— de Felipe. Ve y arregla las cosas.

— ¿qué?... No haré eso.

— Sam, en lo que lleva de la mañana te acabaste un pote de helado, te viste "Diario de una pasión" y "Titanic" seguidas, no hiciste tu rutina de ejercicios y ahora estás leyendo...— se asomó por el sofá para ver sobre la mesa— Orgullo y Prejuicio. ¡Necesitas hablar con él!

— Ay Abril, no exageres. Anoche llegué muy tarde y estaba muy cansada para salir a trotar, solo quedaba medio pote de helado o menos, hace mucho no me veía esas películas y sabes que mi libro favorito es Orgullo y Prejuicio. Aparte— miré por la ventana— está lloviendo, no voy a salir—. Dije volteando y tomando de nuevo mi libro.

— cobarde— murmuró.

Volteé lentamente a mirarla— ¿cómo me llamaste?

— co-bar-de.

— ¡hasta aquí!— dejé el libro sobre el sofá y me paré.— Voy a ir, pero solo para demostrarte que no soy una cobarde.
Subí corriendo a mi cuarto por un saco y unas botas. No me iba a arreglar para verlo, ni siquiera me molestaría en soltarme el pelo, ¡es más! Iría con gafas a verlo.
Bajé las escalares y agarré las llaves, luego salí y cerré con un portazo.

Mientras iba de camino a la casa de los Montoya la lluvia empezó a aumentar. Si antes era apenas rocío ahora gruesas lluvias me estaban mojando los lentes.

Toqué a la puerta, nadie abrió. Luego, cuando me iba a ir abrió Felipe. Al parecer él tampoco se había arreglado, tenía el cabello rubio alborotado y sus ojos denotaban cansancio, tampoco se había rasurado y tenía una leve capa de cabellos rubios por su parte inferior del rostro. Aún así se veía guapísimo, tuve que cubrirme la cara para que no notará que me sonrojaba, disimulé tosiendo un poco y desvíe la vista, verlo así me daba recuerdos, y aún peor me hacía imaginar cosas.
Su rostro se llenó de sorpresa— Sam.

— Pi..— me interrumpí — Felipe.

Su cara se contrajo, pero luego miró hacia arriba y vio que estaba lloviendo.— Ven, entra, te vas a enfermar.
Se hizo a un lado de la puerta para dejarme pasar. Todo estaba en orden, no había rastro de Marina. Seguí hacia la sala, pasando el comedor. El estómago me gruñó, luego invitaría a Alex a cenar.
— siéntate, por favor. Traeré algo de tomar y...

— no es necesario— lo interrumpí —, vine a hablar.

Me senté y él junto a mí, luego vio la distancia y se separó un poco. Me quité el saco pues estaba empapado, y también las gafas, luego las guardé y lo miré. — ¿dónde está el resto?

— mis padres llevaron a Savannah al centro a terminar de hacer unas compras, van a estar fuera todo el día. Y Alex salió con Zaz a trotar—. No mencionó a Marina.

— veo...— levanté la mirada y me topé con sus preciosos ojos verde azulado. En ese momento solo quise ponerme a llorar, gritarle lo idiota que había sido y tirarme a sus brazos. Pero no podía hacer eso, debía mantener la compostura, mostrarle que esto me había afectado seriamente. Así que reprimí las lágrimas, tragué saliva lo cual me quemó la garganta, mis ojos veían borrosos y la cabeza me palpitaba, pero, no sé cómo, abrí la boca— ¿me explicas qué pasó anoche?

"El Mundo es un Pañuelo"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora