Mili es una adolescente que se ve obligada a abandonar todo lo que conoce por una guerra iniciada hace siglos.
Las circunstancias la obligan a tomar decisiones de las que no está orgullosa. Tendrá que aprender rápido sobre un mundo que ella creyó e...
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Resulta que no hay vuelos directos de Argentina a Noruega; así que tomamos un vuelo con escalas.
Nuestro primer vuelo fue de Buenos Aires a Londres, y duró nada más y nada menos que 13 horas y media. Por si lo preguntan; sí. Siento mi trasero más aplanado.
Nos dieron dos horas de descanso, y luego tomaríamos el vuelo de Londres a Oslo.
Recorrimos en carro la ciudad de Londres. Lastimosamente no duró mucho el recorrido, pero con 50 minutos bastó para tomar suficientes fotos (y ver el Big Beng).
Volvimos al aeropuerto y tomamos el vuelo a Oslo, que duró dos horas. Así que después de un viaje de más de 17 horas; por fin llegamos a Noruega.
—Estoy... muerta —suspiré, cuando Leo, Alan, Sergio y yo subimos al auto que nos llevará a la base.
—Pues trata de no morir tanto, pequeña. Aún hay una sorpresa —dijo Leo con una sonrisa. Alan lo miró alegre.
—¿Tommy? —preguntó con una gran sonrisa... ¿Alan sonriendo? Johnny, está gente se ha vuelo loca.
—Tommy —afirmó Leo muy alegre. Quizá "Tommy" sea su "Ok". Bueno, debemos dejar de leer novelas juveniles.
—¿Tommy? —dije confundida.
—¿Quién es Tommy? —preguntó Sergio.
—Ya lo verán —le respondió Leo animado —, pero primero tenemos que pasar a la base a dejar nuestras cosas.
Solté un bufido; si en Argentina había podido dormir, ¿Por qué aquí no? No dormí mas que un par de horas camino a Londres.
Me aburrí que en el hombro de Leo y cerré los ojos. Al instante me quedé dormida y un tiempo después siento a alguien jalar de mi brazo.
—Pst, dormilona —oigo susurrar en mi oído —. Despierta, hemos llegado.
Abro lentamente mis ojos y veo a Leo tratando de despertarme. Salgo del auto y una vez afuera bostezo y me estiro. Vamos a la parte de atrás por las maletas. Sergio, Leo y Alan se adelantan y ya van rumbo al Castillo con una hilera de maletas detrás de ellos. Veo a la cajuela para ver qué falta llevar y...
—¿Es en serio? —les grité —¡¿Una bolsa con dos pequeños suéteres?!
—¡Hey! —me reclamó Sergio —, apenas pudiste con una bola de boliche ¿Y quieres llevar una maleta?
—Quería ayudar —contesté haciendo un puchero.
Alan volteó y me dió una sonrisa burlona. Hice flotar la bolsa detrás de mí (debo admitir que me está costando un poco de trabajo).
Después de pasar por pasillos, puertas y escaleras llegamos a una habitación que solamente tenía un sofá y un gran balcón.
—Bien —dijo Leo —, por el momento aquí se quedarán las cosas, después cada quién irá a su cuarto. Ahora vayamos a ver a Tommy.