Mili es una adolescente que se ve obligada a abandonar todo lo que conoce por una guerra iniciada hace siglos.
Las circunstancias la obligan a tomar decisiones de las que no está orgullosa. Tendrá que aprender rápido sobre un mundo que ella creyó e...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Buenos días mi niña, apresúrate para que bajes a desayunar —me despertó suavemente la voz de mi madre.
—Si mamá, ya voy —contesté somnolienta.
Sonrió y cerró la puerta.
Me levanté pesadamente y abrí mi armario para buscar mi uniforme. De nuevo noté que más ropa había desaparecido... Y zapatos.
Ignorando éste hecho (mi madre debe saber dónde está) tomé mi uniforme y me cambié.
En menos de media hora ya estaba lista y peinada. Pensarán que es mucho tiempo, pero mi cabello es difícil de cepillar.
Aunque es corto y no sobrepasa la mitad de mi espalda; es quebrado. Ni siquiera es rizado o lacio el maldito. Pero se enreda muy horrible.
Salí de mi habitación y me encontré con mi hermano desayunando en la mesa con mi mamá, mientras que mi papá preparaba el desayuno. La televisión estaba encendida en las noticias... La verdad sólo lo hacemos porque dice la hora.
—Ay no. Le toca cocinar a papá —dije con tono burlón.
Papá me volteó a ver divertido y me hizo señas para que tomara asiento.
—Si sigues así te voy a dar lo quemado —me apuntó papá con su volteador.
—Entonces Mili va a comer todo —dijo mamá divertida. Todos reímos por su comentario.
Tomé asiento tranquilamente, cuando de pronto unos sujetos derribaron bruscamente la puerta de entrada.
—¡Entréguennos a la princesa! —llegaron gritando.
Inmediatamente mamá, papá y Leo se levantaron y tomaron posición de guardia.
Los sujetos rieron. Uno de ellos movió su mano y saltaron brillos rojos de sus manos. La mesa y los sillones salieron volando.
—¿Qué? Leo que está pasando —me puse detrás de Leo, aunque dudo que él pueda hacer mucho.
—¡Leo, llévate a Mili de aquí! —gritó mamá sin apartar la mirada de los sujetos que entraron a la casa.
—Con que se llama Mili ahora ¿No? —dijo uno de los sujetos en tono burlón.
Empezaron a reír. Papá movió sus manos en dirección nuestra y chispas azules salieron de sus manos, similarmente a como lo había hecho uno de los sujetos.
Un humo blanco nos cubrió a Leo y a mí. Mi hermano me tomó del brazo y comenzó a correr en dirección a la salida de atrás.
¿Será un show de cumpleaños adelantado?
Ya estábamos en la puerta cuando empecé a escuchar que cosas eran arrojadas y vi destellos rojos y azules desde la sala.
—No Leo, espera. Hay que ayudar a mamá y papá —le mencioné espantada y nerviosa.