Mili es una adolescente que se ve obligada a abandonar todo lo que conoce por una guerra iniciada hace siglos.
Las circunstancias la obligan a tomar decisiones de las que no está orgullosa. Tendrá que aprender rápido sobre un mundo que ella creyó e...
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El avión se encuentra aterrizando, y son exactamente las nueve en punto de la mañana en Noruega, gracias al cambio de horario.
Salgo literalmente corriendo del aeropuerto para poder tomar un taxi que me deje cerca del Castillo.
Cuando encuentro uno que hable inglés, pretendo hablar con alguien por teléfono. "Lamento estar llegando tarde, pero el vuelo se atrasó" y "En serio espero que los pobres niños en el orfanato no se hayan ido ya del parque". Si funcionó una vez, puede funcionar dos veces.
Y exactamente igual que en Londres, el taxista comenzó a acelerar el auto. No pude evitar sonreír cuando noté esto. La gente es tan fácil de engañar. Lo único que tienes que hacer es jugar un poco con su moral, introducirles un poco de culpa (aunque no la tengan en absoluto) y listo.
—Por aquí está bien —le dije al sujeto, una vez que nos encontrábamos a unos cuantos metros del Castillo. Le pagué y caminé (corrí) las calles que faltaban para llegar al Castillo.
Cuando creí que ya era demasiado tarde, y Husani se había despertado, yendo a contarle a todos lo que sucedió anoche, ví la puerta que me haría saber si llegué a tiempo o no.
Una vez que entre al Castillo, aceleré mi paso lo más rápido que pude para llegar a la habitación de Mateo, y ahí, justo enfrente, se encontraba Husani tirado, exactamente como lo deje anoche. Estaba empezando a moverse más de lo normal, lo que me indicaba que estaba a punto de despertar.
—¿Tú tampoco la has visto? —preguntó la voz de mi hermano desde la escalera. Abrí la puerta de la habitación de Mateo, entré en ella y llevé flotando a Husani hasta ella, cerrando la puerta a su paso.
Lo dejé recostado en la cama, y tomé una silla que estaba ahí, para sentarme a su lado, cuando observo que sus ojos comienzan a abrirse, primero lentamente, después los volvió a cerrar, y finalmente los abrió de golpe.
No dijo ni una palabra, en cambio, con sus ojos recorrió la habitación, buscando y analizando en donde se encontraba y por qué motivos. La única cosa que ahora deseo es que no recuerde nada.
—¿Qué pasó? —preguntó finalmente.
—Anoche oí un golpe fuera de la habitación, y cuando salí estabas en el suelo —respondí con un tono de preocupación en mi voz — ¿Estás bien? —pregunté peinando un poco su cabello.
—Sí —respondió sentándose en la cama con paso lento. Se tomó la cabeza con la mano —. Solo creo que tuve ese sueño rato nuevamente —dijo y me quedé callada.
Alguien tocó la puerta.
—¿Mili? ¿Estás ahí dentro? —preguntó mi hermano. Retiré mi mano de la de Husani y caminé hacia la puerta.
—¿Qué necesitas? —le pregunté abriendo la puerta. Él intento buscar en mi cara algún signo que le diga qué estuve haciendo anoche, pero no lo va a encontrar.