Mili es una adolescente que se ve obligada a abandonar todo lo que conoce por una guerra iniciada hace siglos.
Las circunstancias la obligan a tomar decisiones de las que no está orgullosa. Tendrá que aprender rápido sobre un mundo que ella creyó e...
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—Sé tu secreto.
¿Secreto? ¿Cuál secreto? No tengo ningún secreto... Bueno, tengo muchos secretos; pero no creo tener ningún secreto que le interese a Husani.
Husani no se interesaría en los dulces que escondía debajo de mi almohada... O no se interesaría en las fotos vergonzosas que comparto con Vale y Mateo.
—¿Qué secreto? —le pregunté intrigada.
—No recuerdas nada... Tu memoria del reino se ha esfumado —me quedé callada; sin saber qué decir.
Oh, ese secreto. Bueno, puede ser que ese sí le importe a Husani.
Un momento... ¿Cómo sabe él eso? ¿Alguien le habrá dicho? Sólo conozco a cuatro... Bueno, seis personas que saben de esto. Una está en México y dos están desaparecidos.
Los tres restantes no he visto que tengan interacción con Husani, por lo que se me hace extraño que él sepa.
¿Y si dejas de pensar tonterías y le preguntas, cabeza hueca? Hum, probablemente esa sea una buena idea.
—¿Cómo lo sabes? —él rió y negó con la cabeza.
—Es más que obvio, ¿Por qué otra razón te alejarías de tus viejos amigos y te acercarías a otros? Además, te he visto controlar la magia terriblemente. Como si no supieras nada, oh espera; no sabes nada —me entristeció oír estas palabras.
—¿En serio es tan obvio? —le pregunté conteniendo pequeñas lágrimas rebeldes que quieren salir.
—Bueno, sí —me contestó relajando sus facciones —. Cualquiera que se haga llamar tu amigo y no se haya dado cuenta no es tu amigo de verdad.
—Pero tú no eras mi amigo en el reino, y te diste cuenta.
—Simplemente soy muy observador —me sonrió.
Ambos nos quedamos recostados, viendo las nubes pasar y admirando cómo el tiempo avanza.
—Creo que es hora de volver a tu habitación —dijo Husani después de un buen rato. Se levantó y me ayudó a mi a pararme también
Cuando llegamos a mi habitación, yo entré y Husani se fue por otro lado; supongo que a decirle a todos que ya estoy bien, o por lo menos que no estoy loca.
Entré a mi ducha porque, aunque es cómodo tener la pijama todo el día; no creo que sea lo mejor.
Supongo que ahora que estoy bien necesito ponerme a estudiar. De lo contrario me podría oxidar... Osea no oxidar como un hierro; bueno sí, pero me refiero a que podría olvidar algunas cosas.
Sí, como tu vida pasada.
Jaja, qué graciosa. Salgo de mi habitación y me dirijo a la biblioteca. Una vez ahí me pongo a buscar el libro del que estaba estudiando los hechizos.