James
No quería salir de la maldita sala de los Scarborough.
Joder ¿Por qué Constance no me había advertido? ¿Por qué había osado dejarme ahí con su hija en brazos?
Y lo peor fue su voz, y el hecho de que la reconociera y mis neuronas se pusieran locas, y el hecho de que no estaba sola, de que hubiera llegado con él.
-¡Constance te ves hermosa!.- la oí exclamar y la risa de mi hermana.
-Por supuesto que no ¡Mírame! Soy una ballena...- respondió Constance. Mierda, ¿Podría quedarme ahí en la sala como un cobarde? Pero ¡Dios moría por volver a verla!.-...sin embargo, a ti querida, te sentó bien el cambio de aire.
¿Salir o no salir?
Rosalie se acomodó mejor en mi brazo para poder jugar con un mechón de mi cabello.
¡Ya! iba a convertirme en un verdadero cobarde en ese momento.
-sí bueno, realmente me hizo bien la tranquilidad de las tierras de Bruno.- contestó ella. Suspiré, era de esperar que ella hubiera pasado todo éste tiempo con él. Es más era probable que ya se haya convertido en Lady Armstrong.
No, no, sin duda fue un mal día par no haber llevado a Kristen a visitar a mi hermana. Al menos ella me habría apoyado.
-En las cuales será bienvenida cuando usted guste, Lady Scarborough.- escuché decir al idiota de Armstrong.
-Muchas gracias milord....-contestó Coni.-...ahora ¿Gustan pasar a la sala?
¡Mierda!¡Mierda! Maldita sea Constance, así que si no yo salí los triarías a mi.
Me alejé de la puerta y desesperadamente busqué una salida, una ventana, algo que me pudiera evitar el tener que volver a ver a Scarlet Scarborough, o Ashton, o como fuera que se llamara ahora.
Realmente sentí como si la puerta tardara una eternidad en ser abierta, y rápidamente me volví a sentar en el sillón.
¡Oh ya! yo nunca había sido cobarde, no lo sería frente a esa mujer ni frente a nadie. La recibiría con una sonrisa y sacaría a colación a mi prometida en cuanto se me presentara la oportunidad.
No. Scarlet jamás me volvería a ver derrumbado por ella y su desamor, aunque por dentro aún quisiera llorar como un crío de solo pensarla en brazos de cualquier otro hombre.
No....Yo debía regularizar mi respiración, lucir tranquilo y con mi actitud de siempre. Engreído, egocéntrico, y sin sentimientos, como siempre fui.
Tantos pensamientos de ese tipo pasaban por mi cabeza......y fueron completamente inútiles.
Cuando la vi, todo...
Todo no importó. Solo quería volver a abrazarla, tenía tantos deseos de besarla que pensé que había comido algo picante de tanto que me hormigueaban los labios.
Se veía preciosa.
Su rostro estaba un poco más delgado y anguloso, pero sus ojos seguían siendo esos mismos adorables que compartía con su sobrina, con nuestra sobrina. Y aunque vestía toda totalmente de negro, con ese vestido entallado, jamás la había visto igual de sensual antes. Dolió pensar que no se había vestido así para mi, sino para ese estúpido de Bruno Ashton, el cual la acompañaba e inmediatamente le tomó la mano.
-James...-la oí susurrar. Me veía impactada, tal ves tanto como yo la veía a ella.-....Lord Leighton.-dijo con una voz más firme.
-Lady Scarborough, Armstrong.- los saludé, me negaba a llamarla con el nombre de ese pelirrojito, cabello de zanahoria, que la acompañaba.
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La Madrastra (Saga Montgomery #1)
Historical Fiction"Estás destinada a encontrarte a una persona, la que, de una u otra forma deberá compartir contigo cierto espacio, cierto tiempo y ciertos sentimientos. Pero la vida no es un cuento de hadas y a veces no hay finales felices. Tal vez casarse con él...