9. Puedo ver que se está esforzando.

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9. Puedo ver que se está esforzando.

El sonido del timbre de la casa, repitiéndose una y otra vez, me despertó bruscamente. El viernes era el único día que podía dormir hasta tarde–ya que, solo debía trabajar pasado el mediodía–y ahora esa se había arruinado. Resongué antes de levantarme de la cama y caminar hasta la entrada de la casa, en la cómoda camisa larga que usaba como pijama.

Abrí la puerta y controlé mis impulsos de volver a cerrarla de golpe.

-¿Acaso no vas a invitarme a pasar?

Sin ganas de ocasionar una discusión, me corrí hacia un lado y extendí mi brazo hacia un lado, permitiéndole a mi querida abuela–Nótese el sarcasmo–entrar. Le ofrecí sentarse en el sofá de dos cuerpos que estaba frente a la chimenea, en la sala de estar, y, después, me acomodé junto a ella.

-Tu papá y yo nos reunimos ayer para discutir sobre tu futuro...

-¿Espera–La interrumpí-, papá está en Georgia?

-Estará toda lo que queda de la semana–Comentó después de asentir-, por si quieres verlo.

Me reí irónicamente, porque claro estaba que no me interesaba ver a ese hombre, si con verlo una vez al año me bastaba.

-El punto es que, nos parece inadecuado que te quedes acá por un tonto romance de unos cuantos meses.

-¿Perdón?–Cuestioné, sintiéndome bastante ofendida con sus acusaciones.

-Ese hombre, Norman, ¿acaso crees que no noté la manera en la que lo miraste?

-No sé de qué estás hablando–Balbuceé.

El vibrato de mi teléfono sobre la mesa de centro me hizo mirar aquel aparato tecnológico. Corté la llamada de Norman, sabiendo que no podría contestarle ahora que estaba mi abuela presente. Recién ahí noté que durante el tiempo que no había revisado el móvil–desde que me dormí, hasta que desperté–, Reedus había llamado casi veinte veces. En mi iinterior tanto como exterior, sonreí, por lo impaciente que el hombre podía ser, y me prometí llamarlo apenas estuviera sola.

-Y ahí está esa estúpida sonrisa otra vez. No quieres volver a New York porque estás con él–Espetó-Conozco a los hombres como él, cariño, y créeme que solo te usara por un tiempo y después te dejará.

-Norman y yo no estamos juntos, aún–Aclaré, con clara molestia en mis palabras, ¿cómo se atrevía a hablar así de Norman?-Él está esforzándose por cambiar antes de que tengamos algo. Yo le importo y...

Mi teléfono volvió a sonar, pero esta vez era mi jefe quien llamaba. Me vi obligada a contestar, porque sabía que Greg, a diferencia de mi algo-parecido-a-un-novio, llamaba por algo relacionado con el trabajo.

-Greg–Contesté, ignorando la mirada de enojo de la anciana que se hallaba a mi lado-, ¿sucede algo?

-Mierda, ________, realmente no haría esto si no supiera que tú eres la persona más eficiente que cuento–Habló rápido, tanto que casi no comprendía lo que decía-Necesito que te comuniques con la publicista de Norman y le digas que necesitamos con urgencia que...

-Greg no estoy entendiendo, ¿qué pasó?

-¿No has revisado internet?

Mis manos, torpemente, encienderon mi computadora y en cosa de segundos me encontraba googleando el nombre del actor lo más rápido que nos dedos podían. Olvidando que mi jefe estaba al otro lado de la línea, este recién volvió a hablarme cuando se dio cuenta de que, efectivamente, yo no sabía qué estaba sucediendo.

-Diablos, ________, no sabes cuánto lamento esto.

Releí la frase de aquel conocido sitio web de farándula, como si eso pudiera cambiar en algo las cosas.

"Norman Reedus comparte apasionada sesión de besos con su coprotagonista en bar de New York después de una loca noche de tragos"

Supuse que estaba a punto de ponerme a llorar, porque mi visión comenzó a hacerse menos clara. Sentí la voz de Nicotero intentando decir algo, pero solo lograba emitir ruidos que no significaban nada. Al fin y al cabo, ¿qué podía decirle a esta patética y estupida chica?

Mi abuela, que hace unos instantes se encontraba sentada a mi lado, ahora estaba de pie, atrás de mi, mirando la noticia con satisfacción en su rostro.

No esperaba un abrazo de ella, pero tampoco esperaba sus irónicas palabras de despedida.

-Vaya, puedo ver que se está esforzando.

The Exception - Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora