10. Asustado.
Diane me miró con un poco de culpa cuando besó mi mejilla en modo de despedida y suspiré, frustrado al límite. Acabábamos de llegar a Atlanta y debíamos abandonar el aeropuerto antes de que los paparazis aparecieran. La rubia europea se subió al taxi que la llevaría a su hotel, mientras que yo me subía al que me llevaría a la casa de ________. No, Diane y yo no estábamos juntos. La única razón por la que ella estaba en Georgia, era porque, durante los siguientes días, mi coestrella y yo, debíamos promocionar nuestra película, al mismo tiempo que intentábamos negar aquel escándalo sucedido en el bar neoyorquino.
Sabía que la culpa había sido de los dos y era por eso que no podía estar enojado con ella. Ambos la habíamos cagado y, ahora, debíamos aceptar las consecuencias de nuestros actos.
Nuestra pacífica salida a beber algo había terminado en esos estúpidos besos sólo porque estábamos borrachos, ella había peleado con su novio y yo, yo simplemente tenía miedo, estaba asustado. Asustado porque sentía que extrañaba a ________, más de lo que debía; porque le había dicho que la quería, porque sentí que quería dejar mi alocada vida por ella, porque sentí que estaba enamorándome. Me detuve, cuando, después de unos minutos, supe que ________ no merecía algo así, pero ya era tarde, ya habíamos sido lo suficientemente observados como para negar lo ocurrido.
El taxi se detuvo cuando llegamos al lugar que había pedido. El chofer se estacionó a un lado y prometió esperarme hasta que volviera, a buscar mis maletas o para llevarme a otro lugar.
Mis pasos eran rápidos y decididos, pero cuando ya estaba frente a la puerta sentí las piernas flaquear. Un hombre un poco más viejo que yo abrió la puerta y, como no esperaba que fuera él quien me recibiera, las palabras no lograban salir de mi boca.
-Estás loco si crees que te dejaré hablar con ella–Ladró, antes de siquiera poder presentarme y fruncí el ceño, ¿quién mierda era este idiota?
-Papá....
Apenas escuché su voz mi corazón se aceleró y lo sentí quebrarse cuando la vi aparecer. Sus ojos lucían un poco hinchados y somnolientos, su cabello estaba algo desordenado y hacía juego con el pijama ancho que estaba usando. Y suspiré, dándome cuenta de que estaba perdidamente enamorado de ________, porque para mí, aun así, era la mujer más hermosa del mundo entero.
-Yo me encargo de esto–Murmuró, pacífica, a su padre, insinuando que quería un poco de privacidad.
El hombre casi a regañadientes se alejó de la puerta, dirigiéndose a otro lugar de la casa, dándonos a ________ un poco de espacio para conversar. Se cruzó de brazos, y con una expresión dura adornando su cara, me miró atenta.
-¿Qué haces acá?
***
-¿Qué haces acá?–Pregunté, intentando ocultar cualquier emoción que me hiciera lucir débil.
Me mantuve con los brazos cruzados y firme sobre la entrada de mi casa, tratando de mostrarle que no lo invitaría a charlar a dentro.
Mis ganas de llorar no me ayudaban en lo absoluto, ya que, aumentaban con el paso de los segundos. Mentalmente, me esforzaba para mantener mi respiración y no dejarme convencer por sus estúpidas excusas.
-Explicarte–Susurró, cerrando los ojos como si le pesaran tanto que no los podía mantener abiertos.
-No–Espeté, antes de que pudiera decir algo más. Algo que yo no quería escuchar-No es necesario que me expliques nada.
-________...–Volví a ver sus hermosos ojos azules, casi logrando convencerme de oírlo.
-Norman, me voy.
Volví a interrumpirlo, y esta vez se quedó en completo silencio. Sus ojos buscaban indicio de mentira en mi actuar, pero yo no estaba mintiendo en nada, tenía las ideas en mi cabeza más claras que nunca. Todo lo ocurrido, sólo me habían hecho darme cuenta de que la abuela tenía razón; no podía estar atada a un lugar sólo por un hombre que no se esfuerza lo suficiente por mí.
-Vuelvo a New York con mi familia–Expliqué, sin intención de contar más detalles.
Aunque parezca imposible, la expresión de sorpresa de Reedus aumentó más cuando dije eso. Era como si una parte de mí que no conociera estuviera siendo revelada.
-No-no puedes estar hablando en serio...–Balbuceó, con sus manos nerviosamente recorriendo la tela de su abrigo.
-Mi mamá me ha dejado a cargo de una gran parte de su empresa... Creo que es mi deber encargarme de eso....
-No nos hagas esto, ________, por favor–Suplicó, no sólo con palabras, sino que la expresión de su rostro también lo hacía-Puedo jurarte que entre Diane y yo no existe nada, hablo en serio. Nos hemos emborrachado, nos besamos, pero me he detenido y ha sido porque te....
-¡No quiero saberlo!–Chillé y, de un instante a otro, mis ojos estaban llenos de lágrimas.
Me tapé la boca, conteniendo el sollozo que quería soltar. Norman intentó acercarse a mí un poco más, pero se lo prohibí con mi mano. Su mirada reflejaba dolor, no podía negarlo, pero era un dolor que yo no podía aliviar.
-Tengamos algo serio, ahora–Dijo, acelerado y con su voz tan temblorosa como mi cuerpo-Mañana te presentaré como mi novia oficial, ante la prensa, en la inauguración del restaurante.
-Norman, me voy mañana–Susurré. Sus intentos de mantenerme con él ya comenzaban a parecerme patéticos, pero a la vez conmovedores.
-No, no puedes irte... Si-si te vas–Tartamudeó-, ¿qué pasará con nosotros?
-Nunca hubo un nosotros.
-Pero lo puede haber, aún...
Negué fuerte con la cabeza y sonreí. Una parte de mí ya no estaba enojada y entendía que Norman era así, era su naturaleza y por más que lo intentase y quisiera, no iba a cambiar. Pero, al parecer, él aún no lo entendía.
-Te estaré esperando, ________, a las ocho y treinta–Sentenció, sin lucir dispuesto a rendirse-Si no vas, asumiré que lo nuestro ha terminado y no volveré a molestarte, pero si vas te prometo que me dedicaré por el resto de mi vida a hacerte la mujer más feliz del mundo.
-Adiós, Norman–Suspiré, cerrando de apoco la puerta que me permitía verlo.
Me apoyé contra la puerta, ya cerrada, con una mano en el pecho, para recién ahí soltar ese ahogado suspiro que se escondió dentro de mi pecho durante todo este tiempo. Mi papá se asomó a mirarme, preocupado de que Norman me hubiese hecho cambiar de opinión. Pero no tenía de qué preocuparse.
Él está loco, si piensa que en algún momento lo voy a perdonar.
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The Exception - Norman Reedus
FanfictionMientras más intentaba alejarme de él, más me enamoraba.