22. Colapso.

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22. Colapso.

Me apoyé sobre el mesón de mármol de la cocina y di un largo respiro antes de llevar el vaso de whisky a mi boca. Una mueca involuntaria se formó en mi rostro ante el ardor del licor deslizándose por mi garganta, escuchando de fondo la voz de Norman y Tom, hablando animadamente en la sala de al lado. Janine, quien se encargaba del almuerzo, me miró por unos segundos, preocupada por mi actuar.

De pronto, los pasos de mi abuela, furiosa, entrando a la cocina me hicieron alarmar, sabiendo que, después de la inesperada llegada de Norman, querría explicaciones. Pero yo no tenía más ganas de discutir, me bastaba ya con Reedus intentando entrar a mi vida de esta manera tan forzosa.

-Oh, no, no pienses que yo he planeado todo esto–Espeté, antes de que pudiera decir algo, en un impulso que sólo el alcohol podía haberme dado. Eleanor puso los ojos en blanco, como si no me creyera-¡Hablo en serio! No estoy interesada en Norman, abuela, no sé por qué está haciendo esto, pero no voy a caer en su juego.

-Más te vale, porque, claro está que, si Tom llega a enterarse de que ese tipejo está aquí solo para aprovecharse de la situación, la empresa estará perdida, ________.

Odiaba sentir todo el peso sobre mí, porque sabía que llegaría un momento en el que no podría soportarlo más. Quizás sería ahora, quizás sería en veinte años más, cuando estuviese casada con ese hombre que no amaba y con un montón de hijos que cuidar, pero, en algún momento, iba a suceder. Esto, lo que estaba viviendo, era demasiado y ya me sobrepasaba.

-Lo sé, lo sé–Respondí, agobiada.

Janine sólo fingía estar distraída en preparar la comida, pero, es obvio, que probablemente sus oídos están atentos, escuchando cada frase que sale de nuestras bocas.

Casi arrastrándome, Eleanor me devolvió a la sala de estar. Ella se acercó a la chimenea, donde mi papá estaba parado, con los nervios a flor de piel, mientras que yo me caminé hasta el sofá, donde Norman y Tom reían, bebiendo un par de cervezas. El tono de sus carcajadas aumentó al verme y fruncí el ceño.

-¿De-de qué estaban hablando?–Pregunté, nerviosa.

-Norman me estaba contando de aquella vez que te emborrachaste, cariño–Respondió divertido.

-En la fiesta de fin de grabaciones, ¿lo recuerdas?-Me preguntó Reedus y el cuerpo se me tensó con tan sólo recordar esa instancia, en la cual nos besamos por primera vez.

Entrecerré los ojos, mirándolo con odio y mi prometido sólo se rio, acercándome a él y depositando un beso en mi cabello mientras la sonrisa del actor desaparecía. Tom nos abandonó por unos segundos, en busca de otra cerveza y temí. Temí porque él me volvía más débil de lo que ya era.

-Por favor, no me odies–Suplicó, con esa ronca voz que lograba estremecer cada parte de mi ser.

-Norman–Musité triste y él me miró sin entender-No podría odiarte, aunque me obligasen.

La sirvienta avisó que el almuerzo estaba servido, haciendo que todos nos ubicáramos en la elegante mesa que mi padre había traído desde París.

Mi apetito era inexistente y podía jurar que la cabeza me explotaría en cualquier segundo. El aire que respiraba me parecía insuficiente y sólo con eso me bastó para entender que estaba teniendo un ataque de pánico.

-Yo... necesito un segundo–Susurré, poniéndome de pie apenas.

Las miradas de preocupación se posaron sobre mí e intenté, con una débil sonrisa decirles que todo estaba bien, aunque no fuera verdad. Avancé en dirección a mi cuarto y, probablemente, Eleanor trató de seguirme para regañarme, porque pude escuchar a Norman detenerla.

-Oh, Eleanor, querida–Oí reír a Reedus-, no es necesario que vayas. Puedo apostar que ese débil esqueleto tuyo debe estar cansado de tanto seguir a tu nieta de aquí para allá–Comentó, con la obvia intención de hacerla enfadar, sabiendo que no podría responder nada.

Me miré en el espejo, nerviosa, preguntándome qué estaba haciendo con mi vida. Mi mente le pedía a gritos a mi cuerpo que se comportara, pero, era imposible; mi respiración se entrecortaba cada vez más, sintiendo que en cualquier momento iba a morir asfixiada.

-¿Estás bien?–Pude ver a Norman en el reflejo del espejo y sentí mi mentón tiritar.

Quería mentirle, pero, era tarde para eso, porque ya estaba hecha un mar de lágrimas.

Me sujetó antes de que me tirara contra el suelo y, casi cargándome, me hizo sentar en la cama. Escondí mi rostro en su cuello, empapándolo con mi dolor, mientras él, angustiado, acariciaba la mi espalda.

-Por favor, no llores... si quieres que me vaya, que me aleje de ti, lo haré, pero...

-No–Lo interrumpí, entre sollozos-, por favor, quédate. No puedo hacerlo sola...

Y es que ya no me cabía duda. Yo amaba a Norman, lo amaba con todo mi corazón y me dolía saber que, no importa lo que pasara, nuestro amor era algo que nunca sucedería. La tristeza en sus ojos me lo decía.

Él y yo sólo estábamos destinados a la desgracia.

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Sé que este capítulo es una basura, pero, lo necesitaba escribir. Los próximos, de verdad, serán intensos y buenos, lo juro jeje además, son casi los finales!

¡Las quiero!

The Exception - Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora