16. El buen Tom.

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16. El buen Tom.

Tom era bueno, se preocupaba por mí y, definitivamente, no podía negar que era atractivo. Su encantadora risa y su interés por conocerme, me hacían sentir que, casarme con él era una buena opción, después de todo. Y si bien esto no era lo que yo en un comienzo hubiese querido, quizás podía acostumbrarme.

Mi prometido y yo partimos en su limusina con dirección a este lujoso restaurante ubicado a unos minutos de mi edificio, luego de ese incómodo y corto encuentro con Norman. Estaba agradecida que Reedus no hubiese hecho preguntas y se hubiera marchado tan rápido como pudo, así como agradecía que Tom no lo hubiese invitado a cenar con nosotros.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Tom y yo nos bajamos del vehículo. Como todo un caballero, sostuvo mi mano mientras entrábamos al local y sólo la soltó cuando nos sentamos en la mesa que estaba especialmente reservada para nosotros. Este hombre es un sueño, pensé, ¿Qué tan difícil podía ser enamorarme de él?

-¿Qué tal ha estado tu semana, querida?–Tom me preguntó, justo cuando el camarero comenzaba a llenar nuestras copas con champaña.

-Bien, bien–Susurré, con una débil sonrisa en mi rostro-, ¿la tuya?

-De locos–Murmuró y me reí.

Conversamos cosas triviales, tal y como solíamos hacerlo cada vez que nos veíamos; sobre el clima, panoramas, música y películas que habíamos visto. Me gustaban estas reuniones que teníamos cuando él estaba en la ciudad, porque en estas lograba conocerlo un poco más. De hecho, podía decir que, me gustaba lo que conocía hasta ahora de él; era auténtico, sensible y honesto. Pero–siempre hay un "pero"–, maldición, no lograba encender en mí eso que Norman sí.

Luego de casi dos horas, otra vez, debíamos decirnos adiós. Él debía cumplir con sus obligaciones en Londres y yo las mías acá, en la gran manzana.

-Tengo que tomar el avión en una hora–Susurró y asentí. Me dio una de esas cálidas sonrisas a las cual ya me estaba acostumbrando y lo abracé-Tomaré un taxi, mi chofer te llevará a casa.

Besó mi frente y después cortamente mis labios. Aún era incómodo besarlo, siendo esto lo más íntimo que habíamos interactuado. Acarició mi mejilla, despidiéndose, y lo vi subirse en el taxi que detuvo, hasta que este desapareció por las calles. Recién ahí, yo subí al auto en el que había llegado al restaurante, para volver a mi departamento.

Los párpados me pesaban, pero, como ya había mencionado, me encontraba bastante cerca de casa. Mis planes de tomar un baño de tina y leer un buen libro se veían tan alcanzables cuando me bajé de la limusina, pero se esfumaron en cosa de segundos cuando vi a Norman, en la entrada de mi edificio, caminando de un lado a otro.

-¿Qué haces acá?

Me miró, nervioso y sus ojos se dirigían a mi alrededor. Estaba casi segura de que buscaba a Tom.

-¿Qué haces acá?–Repetí.

-Necesito respuestas–Exigió-¿Por qué te vas a casar?

Fruncí el ceño, porque él no tenía derecho alguno a pedirme explicaciones, pero, aun así, sabía que se las daría.

-La empresa está en quiebra–Susurré, sin rodeos ni ganas de hacerlos-Los padres de Tom tienen mucho dinero y nosotros mucho prestigio. Mi abuela y mi papá son amigos de su familia hace muchos años, así que hacer el contacto con ellos no fue difícil....

-¿Es una broma?–Espetó, tan serio que sentí escalofríos-¡Tienes que estar bromeando!–Gritó, exaltado y haciendo que la gente que caminaba por el lugar nos mirara raro-Mierda, ________, dime que esto es una especie de broma para castigarme por lo que hice, pero, por favor, no me digas que en verdad piensas cansarte con ese idiota sólo porque tiene dinero.

-¡Acaso no lo entiendes! ¿Crees que si tuviera opción me casaría con él? ¡No tengo opción!

-¡Claro que las hay, tú sólo has escogido el camino más fácil! Eres una pe....

Abofeteé su rostro lo más fuerte que pude y no supe si los guantes de cuero que llevaba puestos aumentaron o disminuyeron la intensidad de mi golpe. Mi pecho se elevaba y contraía rápido, producto de la agitación que sus palabras me habían provocado. Él no dijo nada más, probablemente, arrepentido de su insulto.

-¡Basta!–Le dije–Si eres mi amigo, como dices serlo, entenderás que mi empresa es el legado que mi madre me ha dejado y que voy a continuarlo con éxito. Si debo casarme para que se mantenga, lo haré. No me importa lo que pienses, así que si quieres apoyarme serás bienvenido, pero si no, por favor déjame en paz.

No esperaba que tomara una decisión al instante, por lo que entré al edificio, sintiendo que ya había tenido suficiente drama por hoy. El portero me saludó, algo extrañado por la pelea entre Norman y yo que había visto a través de los grandes ventanales de la entrada del inmueble, pero mi cansancio hizo que no me importara en lo absoluto.

Entré al ascensor, soltando un fuerte suspiro y con el ritmo cardíaco aún acelerado.

Con todas las ideas rodeando mi cabeza, sólo tenía una cosa muy clara. Tom y yo nos casaríamos, quisiera o no. Aunque Norman me rogase que no lo hiciera, inclusive, aunque nunca me hubiese engañado.

Esta boda iba a suceder. Y nada podía evitarla.

The Exception - Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora