18. La revelación.

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Cursiva: Flashbacks

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18. La revelación

Deberías dejarla en paz.

Si me pagaran un dólar por cada vez que me han dicho que me aleje de  ________ y le permita vivir tranquila, probablemente podría haber renunciado a The Walking Dead y, aun así, seguir teniendo toneladas de dinero. No sólo eran mis compañeros de trabajo, algo ya familiarizados con la historia, sino que también cada desconocido al que se la contaba–desde la enfermera que me atendió cuando sufrí el accidente en motocicleta, hasta el taxista que me llevó a mi departamento el día que volví a New York–, todos, terminaba diciéndome que yo no la merecía.

La última vez que la había visto en Georgia, fue la noche en la que ella me descubrió con Diane. Esa noche en la que ella había decido quedarse, por mí, sin importarle nada más y yo la perdí. Esa noche en la que la seguí y le rogué, pero ella no se quedó.

Y esa misma noche, cuando la vi frente a mi puerta, tuve una revelación. Cuando entre besos me contaba que había huido del aeropuerto para estar conmigo, me di cuenta de que ella no me gustaba, que no estaba enamorado de ella, que no la quería. Yo la amaba.

Mi cuerpo estaba rígido sobre la camilla, pero se movía un poco cuando la ambulancia aceleraba o disminuía la velocidad. Me sentía adolorido, después de tal impacto, pero más me dolía el alma. Y es que, sabía que el problema en mi corazón no era algo que un doctor pudiera solucionar.

Volteé la cabeza a un costado, y ahí estaba ella. ________ me miraba, intentando lucir tranquila, pero con su mentón tiritando como si quisiera hacer un berrinche. Mi corazón se desespera y quiero gritar de felicidad, porque ella está acá, conmigo, no se ha ido.

-Mi amor–Balbuceé, intentando estirar mis brazos hacia ella, pero los paramédicos no me lo permitieron. De todos modos, ella notó mis débiles insistencias y llevó sus manos a mi rostro, calmándome con sus caricias-Te amo, bebé–Musité.

Pero la mirada que ________ me dio, cuando dije eso, no era de felicidad; todo lo contrario, era de tristeza, pero de una que no lograba identificar. Era por mí, estaba casi seguro, pero, ¿era porque me estaba muriendo o porque acababa de destrozar su corazón hace unos minutos?

-Por favor, prométeme que te quedarás conmigo y que estaremos juntos–Le pedí, angustiado, sintiendo mis latidos cada vez más intensos y la respiración tan agitada como un mar violento.

Sus mejillas ya secas volvieron a humedecerse, porque estaba llorando de nuevo y sólo me bastó escuchar uno de sus leves sollozos para saberlo: no era un llanto de felicidad.

Negó con la cabeza un par de veces y susurró un débil "vas a estar bien" que apenas logré escuchar. Los paramédicos nos miran, probablemente preguntándose qué clase de drama amoroso de película estamos viviendo, pero no me importa. La entiendo, prometo que la entiendo, pero me duele saber que no habrá un nosotros.

Una parte de mí pensó que ella necesitaba tiempo para perdonarme, que quizás después de eso estaríamos bien. Pero entendí que ella había terminado con esto, cuando supe que se había marchado, lejos de mí, apenas pudo.

-¿A dónde se ha ido ________?–Le pregunté a Greg, mientras este caminaba de un lado a otro, por la pequeña habitación del hospital.

-¿________?, ella no ha venido...

The Exception - Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora