2.- Hayley Walk

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La señora Walk se va y me deja sola en la gran casa. Encuentro raro que tengan tanta confianza en una chica sin conocerla antes. No es que me vaya a robar algo, obviamente no lo haré porque yo no soy así, pero ellos no lo saben. Podría ser una psicópata y asesina en serie y esta señora me está confiando a sus hijos. Yo no lo haría y eso que ni siquiera tengo el instinto maternal que se supone que las madres tienen por naturaleza.

Me voy a lo que se supone que es mi habitación desde ahora y comienzo a desempacar mi ropa en los cajones que están dispuestos justo allí. Todo aquí parece muy delicado. Como que me da miedo tocar algo, romperlo y después tener que pagar por esa cosa y algo me dice que no sería poco dinero... sino que mucho.

Luego de terminar de ordenar las pocas cosas que traje me siento en la cama con mi cuaderno de ecuaciones en la mano y un lápiz en la otra. Comienzo a pensar algunas de las cosas que están allí hasta que mis ojos comienzan a pesar. Esta cama es muy cómoda. Mucho más cómoda de lo que es mi cama. Creo que anoche no dormí muy bien porque tengo mucho sueño.

Apoyo mi cabeza en la almohada que es igual de cómoda que la cama y no me demoro ni un minuto en caer en un profundo sueño.

...

Me veo a mí misma de niña, cuando tenía unos ocho años de edad. Estoy felizmente caminando hacia la habitación de mis padres. No entiendo porque no me han despertado... siempre son ellos los que me despiertan con un rico desayuno en la cama. Además, tengo que ir a la escuela. ¿Qué está pasando?

Apoyo mi oreja en la puerta y escucho a mi mamá llorar. Frunzo el ceño. No es normal que mi mamá llore. Somos una familia muy feliz normalmente y más cuando están mi mamá y mi papá en la casa. Ellos dos se aman mucho. Hasta una Thalia de ocho años se puede dar cuenta de eso.

-¿Mami?- pregunto mientras toco la puerta.

Nadie responde. Solo puedo seguir escuchando el llanto de mi mamá a través de la puerta. Intento abrir ésta, pero esta con pestillo. Mis papás nunca, pero nunca dejan su puerta con pestillo. Siempre me dicen que su puerta esta abierta para mí por si tengo una pesadilla y aunque soy bastante grande ya, sueño sufrir de pesadillas aún.

-No llores, amor. Todo va a estar bien.- escucho la voz de mi papá.

-¿Por qué no me lo habías dicho antes?- pregunta mi mamá con voz quebrada.

-Porque no estaba seguro

No entiendo de lo que hablan. ¿De qué no estaban seguros?

-Tienes que empezar el tratamiento- dice mi mamá con convicción

-¿De qué va a servir? Ya no hay vuelta atrás

-Te podría dar un poco más de tiempo- responde mamá con la voz quebrada- ¿Acaso no quieres más tiempo con nosotras? ¿No quieres ver como Thalia crece? ¿Cómo nuestra hija se transforma en una mujersita?

-No quiero sufrir dolor. Por supuesto que quiero ver como Thalia crece. Es mi hija, pero no quiero que ella me vea sufriendo.

La Ecuación de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora