Luego de una larga y silenciosa caminata, Connor y yo llegamos a casa. Nada de manos juntas con dedos entrelazados, nada de risas a carcajadas, nada de besos espontáneos mientras vamos caminando... nada de esas cosas típicas de parejas felices que solo les importa el uno al otro. No, nada de eso.
Connor y yo seguimos muy dañados en nuestro interior por nuestro pasado como para hacer eso.
Fue una caminata normal para dos personas como él y yo, quienes aun estamos tratando de sanarnos. Caminamos uno al lado del otro lo suficientemente cerca como para que nuestros brazos se rozaran de vez en cuando. Escuchamos el sonido de nuestro alrededor con tranquilidad. No hablamos ni para preguntarnos cosas tontas como cuanto faltaba para llegar a casa o si Hayley ya habrá llegado. Simplemente caminamos como si solo nosotros existiéramos en este mundo y ni aun así porque era más como que Connor estuviera en su mundo y yo en el mío. Aun así, esa clase de tranquilidad era la que necesitaba hace bastante tiempo y era Connor quien me la estaba entregando
Llegamos a casa y todo estaba tan silencioso que, al parecer, ambos asumimos que Hayley no estaba en casa. Me pareció raro que Connor no se haya preocupado por su hermana pequeña con lo protector que es. Puede que esté sintiendo la misma tranquilidad que estoy sintiendo yo en este momento.
Nos sonreímos y subimos la escalera juntos. Connor me sonríe y yo no puedo evitar devolverle la sonrisa. Hay algo en nosotros que ha cambiado y no me refiero a la forma en que nos tratamos porque obviamente después del beso las cosas entre nosotros iban a cambiar. A lo que me refiero es que hay algo en Connor que es diferente y algo en mí que se siente diferente. Personas individuales que después de pasar un tiempo juntos parecen felices después de mucho tiempo.
-Lamento que el camino a casa haya sido tan silencioso- dice Connor, pero la sonrisa en su cara aun no desaparece- pero pareció lo correcto
-No tienes que lamentarlo- le respondo sin poder sacar esta sonrisa de mi cara. No es una sonrisa falsa como las que solía dar en el pasado. Esta es verdadera- Yo no lamento nada de lo que pasó
-Tampoco yo- dice él antes de juntar sus labios con los míos.
Connor me toma por la cintura y yo pongo mis manos en sus hombros. El beso dura solo un par de segundos, pero es suficiente. Se siente bien estar junto a él ahora mismo.
Cuando nos separamos, Connor entra a su habitación y yo entro a la mía. Sé que debería estar preocupada por Hayley en este minuto, que debería preguntarme donde está y porque aun no ha llegado a casa, pero simplemente estoy tan tranquila y tan en paz que no quiero preocuparme por nada.
Debí haberme preocupado.
Todo después de eso sucede demasiado rápido. Un grito en el exterior. Una voz que conozco demasiado bien gritando por ayuda. Primero pienso que todo debe ser una alucinación. Que todo debe estar en mi cabeza. Luego, comienzo a dudar. Esos sollozos no pueden estar solo en mi cabeza. Me acerco a la ventana y me encuentro con una imagen que sé que me costará un montón sacar de mi cabeza.
Es Hayley. Tiene el cabello mojado al igual que su ropa la cual está rota en varias partes de su cuerpo. También tiene un poco de sangre en las piernas y en la cara.
Todo sucede demasiado rápido.
Ni siquiera me preocupo por volver a ponerme mis zapatillas o algo en los pies para no hacerme daño cuando corro hacia Hayley.
-¡Connor!- grito desesperada porque la imagen de Hayley aun está clavada en mi cabeza- ¡Connor, es Hayley!
Bajo las escaleras corriendo. Un segundo después siento a Connor bajar junto conmigo las escaleras. No sé como lo hace, pero corre demasiado rápido.
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La Ecuación de mi Vida
Literatura FemininaThalia Blair es una chica de dieciocho años que vive en el campo, tímida y no muy sociable, pero es muy buena en un aspecto... las matemáticas y ve cada problema como si fuera una ecuación que debe resolver. Un verano acepta un trabajo al otro lado...