Tomo una taza de té helado. Me gusta tomar aunque sea un poco de té después del almuerzo. Me siento en la entrada de la casa con mi taza de té y miro hacia el lago. Es un lindo día. Muy lindo la verdad. Hace calor y no hay una sola nube en cielo. Veo a un par de niños pequeños, de unos tres o cuatro años, jugando en la orilla del lago y una señora que parece ser su abuela los vigila unos pocos metros más lejos de la orilla. Los niños se ríen mientras se lanzan agua. Me gustaría fotografiarlos porque hacen una muy linda imagen familiar.
Siento que alguien se acerca a mí y se sienta a mi lado en el exterior de la casa. Por el silencio de esa persona sé que no es Hayley así que la única otra opción que queda es Connor. Miro hacia ese chico y le doy una pequeña sonrisa. Espero que me la devuelva, pero no es así.
¿Qué puede hacerme entender la mente de este chico? En serio, sus cambios de humor me dan dolor de cabeza. El no entenderlo bien no me gusta para nada.
-¿Dónde está Hayley?- pregunto volviendo mi vista hacia el frente.
-En su habitación- responde serio y yo permanezco igual de seria que él- pero ya viene. Dice que quiere tomar un poco de aire.
Asiento y ambos nos quedamos en silencio. Lo más extraño que me pasa con Connor es que nuestros silencios nunca me han incomodado realmente. Me da tranquilidad estar con alguien y poder disfrutar del silencio. Claro que me encantaría hablar con él de vez en cuando, pero su silencio tampoco está tan mal como debería parecerme.
Escucho un sonido que yo conozco bastante bien porque he vivido aquí toda mi vida. El galope de un caballo.
La zona en la que estamos viviendo no es muy habitada y es por eso que no había escuchado mucho ruido como normalmente escucho, pero es imposible no reconocer el sonido de un caballo. Busco con la cabeza hacia donde está el caballo y lo diviso a unos veinte metros lejos de nosotros.
El caballo es una mezcla entre marrón y negro. Parece muy bien cuidado porque incluso a esta distancia puedo notar como brilla. Me gustan los caballos, son bastante bonitos y también me gusta montarlos. Papá me enseñó a hacerlo antes de que estuviera lo suficientemente enfermo como para ni siquiera darse el ánimo de hacerlo.
-Te gustan los caballos- dice Connor en forma de afirmación cuando la verdad debería ser una pregunta
-¿A ti no?
-No he convivido mucho tiempo con caballos como para saberlo.
-Pues deberías, creo que te alegrarían esa vida tan amargada que llevas- digo en tono de broma y logro sacarle una pequeña sonrisa
-Lo pensaré
Frunzo el ceño porque no entiendo a qué se refiere con eso. ¿Acaso quiere comprar un caballo? No sería mala idea. Podría enseñale a Hayley a montar si es que quiere y así no se aburriría tanto porque realmente ya no sé que hacer para que no se aburra.
-¿Eso es un caballo?- dice Hayley emocionada. Ni siquiera sentí cuando llegó- Realmente estamos en el campo, Connor.
Hayley se sienta al lado de su hermano y nos quedamos mirando el jinete que se acerca cada vez más hacia nosotros. Pongo atención a la cara del chico que está sobre el caballo y me parece conocido, pero no es hasta que está a unos siete u ocho metros de nosotros que noto quien es.
-¡Adam!- grito mientras le hago señas para que se acerque a mí.
Hayley y sobre todo Connor me miran con extrañeza. Yo me levanto de donde estaba sentada y me alejo un poco de ellos para que no se sientan incómodos con la presencia de Adam.
Adam Stone es un chico de dieciséis años que va en el mismo instituto al que iba yo que es básicamente el único instituto de la zona. No es muy bueno en las matemáticas así que yo solía ayudarlo. Era como su tutora. Es un buen chico y había olvidado que vivía aquí. Recuerdo que muchas veces llegaba tarde a clases porque vive muy lejos y que esa era una de las razones por las cuales no le va tan bien en las clases. Aun así, es un buen chico. Siempre intentando hacer lo mejor para ser el mejor Adam que puede ser.
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La Ecuación de mi Vida
ChickLitThalia Blair es una chica de dieciocho años que vive en el campo, tímida y no muy sociable, pero es muy buena en un aspecto... las matemáticas y ve cada problema como si fuera una ecuación que debe resolver. Un verano acepta un trabajo al otro lado...