Epilogo

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Diez años después

Camino por las calles de la nueva ciudad en la que vivo. Desde que me mudé por la universidad, no me había ido de esa ciudad a menos que quisiera ir a visitar a mamá al pequeño pueblo del que ella insiste que no quiere salir. La relación con ella nunca mejoró. Ella no quiso seguir su vida sin papá y aunque yo tampoco quise hacerlo por mucho tiempo, hubo un chico en mi vida que me hizo darme cuenta que a pesar de todo lo malo siempre hay que seguir adelante. Puede que se vea muy difícil, pero no lo es tanto y uno siente que deja de llevar una carga muy pesada en sus hombros.

Como dije, he seguido mi vida. Me gradué con honores después de cinco años en la universidad. Sonreí como nunca lo había hecho cuando me dijeron que me había graduado con honores. Le había cumplido cierta promesa a aquel chico fundamental que estuvo en mi vida en algún momento.

Después de terminar la universidad, comencé a trabajar como profesora medio tiempo y la otra mitad del tiempo iba a la universidad a realizar un postgrado. Ese siempre había sido mi sueño y lo estaba cumpliendo. Solo que en mi cabeza siempre me había imaginado estando sola mientras hacía todo esto, nunca pensé que encontraría a una persona que alegraría mis noches contándome chistes y haciendo que me relaje de los estudios y salga a divertirme un momento. Esa persona se llama Will Miller. 

Conocí a Will mi primer año de universidad. Éramos compañeros, pero muy diferentes el uno del otro. A Will le gustaba salir de fiestas todos los fines de semana y a mí me gustaba pasar esos días en mi habitación estudiando, leyendo un libro o pasando el rato con mis libros de ecuaciones. Todos nuestros compañeros entendían porque me iba tan bien con las notas, pero no entendían como Will Miller, el alma de todas las fiestas y quien apenas estudia, puede aprobar todos los exámenes sin esfuerzo y, además, conseguir una muy buena calificación.

No fue hasta el segundo año que Will y yo comenzamos a hablar. Ya no había tantas personas en los salones. Muchos habían decidido dejar la carrera y un porcentaje mayor había reprobado un par de clases. Comenzamos a hablar porque Will y yo, por alguna extraña razón, nos complementábamos muy bien para estudiar. 

Nos hicimos amigos por un año y fue en el tercer año de universidad que Will y yo nos dimos cuenta que sentíamos más cosas que una simple amistad y decidimos intentar ser novios. Lo cual funcionó de maravilla porque seguimos estando juntos hasta el día de hoy. Obviamente él ya no es un chico de fiestas, pero sigue haciéndome reír cada vez que salimos juntos, vemos una película en casa o incluso cuando trabajamos en casa.

Will es la persona que hace que me relaje, que me de cuenta de que no todo en esta vida es estudios y trabajo. Es la perfecta persona para mí y sé que yo soy la perfecta persona para él.

Nos mudamos juntos cuando terminó la universidad y desde ahí no nos movimos por cinco años. Ahora, a él lo transfirieron a otra escuela y coincidió que yo ya había terminado el postgrado así que nos mudamos a una casa, no a un departamento como antes.

Estoy asustada, pero a la vez ansiosa. Estoy creando mi vida junto a una persona que amo y eso me hace muy feliz.

Me encanta caminar y ahora me sirve para conocer una ciudad completamente desconocida para mí. Es linda y muy hogareña. Se ve que muchas familias viven por aquí. Las casas de alrededor están con sus jardines llenos de juguetes. Es el lugar perfecto para Will y para mí ahora.

Cuando veo un parque a lo lejos es que siento como mi celular vibra en mi pantalón. Debe ser Will, me fui sin avisarle.

-Hola, amor- le digo sin siquiera haber mirado el identificador de llamadas. Sé que es él.

-Thalia, ¿dónde estás?- pregunta preocupado

-Dando una vuelta por los alrededores- respondo tranquila. Últimamente está muy sobreprotector-Sabes que me gusta hacer eso

La Ecuación de mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora