Me sentía como en un cuento de hadas. Había llegado para negociar un contrato con un presidente de una farmacéutica al otro lado del mundo, lo cuál debía ser algo muy fácil, pues la farmacéutica aunque había crecido demasiado en poco tiempo, yo representaba a San Mungo, un hospital de fama casi legendaria, y la verdad, teníamos la razón porque ellos se negaron a darnos una exclusividad en la distribución de una nueva poción, sin ninguna razón válida, era un berrinche, así que si de presión se trataba, yo podía presionar mucho, tenía todas las armas. Pero mi negociación que era para un día, se convirtió en algo de dos días, por esa arpia de Samantha, bueno, ya no la odiaba tanto, no tanto, porque ella me había vuelto a reunir con mi amor de la infancia, tantos años que había pasado pensando en él y ahora que por fin lo tenía enfrente... tenía que hablar de trabajo con él...
Pero aún hablando de trabajo él resultó ser muy interesante. Ella no había mentido, él era sumamente inteligente, había hecho su compañía sumamente exitosa levantándola de las cenizas, era una persona admirable, había aprendido mucho de él y la mañana se me había pasado volando, cuando terminamos el recorrido me sentí triste porque no había tenido oportunidad de decirle nada de lo que había querido, ni de estar con él solo hablando de tonterías, disfrutando su compañía y la curiosa sensación en mi pecho, esa calidez, esas mariposas en el estómago, porque ahora él además de su curioso y sencillo sentido del humor, su sonrisa y su carácter amable, ahora era endemoniadamente guapo, inteligente, admirable e impresionante. Bueno, siempre había sido guapo, pensándolo bien, sólo que nunca me había permitido aceptarlo, y en cuanto a su inteligencia, bueno, en aquel entonces nunca me permiti conocerlo, seguro siempre lo fue... ojalá hubiera sido yo quien estuvo a su lado todos estos años...
Luego lo más increíble pasó: me invitó a un evento social. Era mi oportunidad de pasar tiempo con él, quería aprovechar pero... no tenía nada que ponerme... lo sé, dirán que es típico de las mujeres el decir eso, pero en mi caso era cierto, recuerden que yo vine aquí sólo por un día, sin embargo quería verme bonita, quería volver a sentir su mirada sobre mi, admirándome, como en la escuela... luego lo mejor pasó: me invitó a comer, me propuso acompañarme de compras... bendije mi suerte...
Me sentí como la cenicienta, tuvimos una comida muy agradable, platicando de tonterías, riendo como viejos amigos, él era tan agradable... ¿cómo pase mi vida lejos de él? El cuento de hadas continuó, me sentí como una princesa, probándome vestidos y modelándolos para él... por fin volvía a tener su atención, su mirada sobre mi... por Merlin... quisiera también tener sus manos sobre mi...
Siempre fui terrible para coquetear, contrario a lo que creas sobre mi, no me siento bonita ni soy tan segura como quisiera, en este momento quisiera ser bonita, segura, sexy, me miro en el espejo sintiéndome nerviosa, él me estaría esperando afuera de mi hotel, el cuento de hadas continua, ahora sigue el baile, ¿el príncipe me besara? Solo que el príncipe tenía novia... pequeño detalle...
En el camino nuestra buena vibra nos sigue acompañando, me siento muy feliz y orgullosa de llegar a su lado, él me presenta a mucha gente y de repente mi paz se termina... Samantha llega a la fiesta y si antes era evidente que la muy maldita tenía un cuerpo de infarto, ahora con ese vestido... me siento como un spaghetti con falda... esos senos desbordando de su vestido, que tiene la espalda descubierta hasta casi donde inician esas nalgas que atraían todas las miradas, una rajada en su vestido dejaba entrever unas largas y bien torneadas piernas, esa perra maldita era todo lo que yo no era... pero yo no iba a dejarme intimidar por ella, por más que ella y su cuerpazo lo intentaron
— Hola Rose, no sabía que ibas a venir aquí
Pues aquí estoy arpia venenosa
— Quise aprovechar ya que la junta que originalmente se planeó para un día, se tuvo que alargar — gracias a ti
ESTÁS LEYENDO
El reencuentro
Fanfic"Una lágrima solitaria rodó en mi mejilla. Sentí que necesitaba algo de eso que tenía Albus y yo no, sentí que necesitaba a Scorpius y su humor inocente, su inteligencia, su sonrisa sincera y limpia, su mirada de niño... corrí hacia ellos, con fuerz...