Capitulo seis: <La vieja Summer>

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<Y llegará un momento, verás, en que se acabarán las lágrimas y el amor no romperá tu corazón, sino que descartará tus miedos-

Sube a la colina y mira lo que encuentres allí, con gracia en tu corazón y flores en tu pelo.> Mumford And Sons.

Caminaba en un paso lento, con temor a que todo aquello fuera un sueño y cualquier acto me haga levantar. Pero eso no sucedió. Porque había sido real y llevaría el recuerdo de una salida con Jamie Campbell por el resto de mis días.

Vamos… ¿A quién le pasa algo así? Debe haber algún fallo en tanta perfección, debe haber algo que me sostenga a tierra firme y no me haga volar en la fantasía.

Buscar el fallo, es una forma de masoquismo, pero en el mismo se encuentran las  maneras de herirnos y si nos anticipamos, quizás esas cosas, no duelan tanto.

Me anticipaba a lo que me podría llegar a pasar y que no vuelvan a dejarme en una calle solitaria, con el corazón frío y el rímel corrido por toda mi cara...

Saque las llaves del bolso, con el pulso temblando de los nervios que salían a flote y las ganas de repetir en mi cabeza una y otra vez.

¿Lo volveré a ver o solo será algo fugaz?

Prim estaba dormida sentada en el sofá en una posición incómoda, presentí que le dolería el cuello luego de aquello pero no podía dejarla así, dijo que merecía saber todos los detalles.

Recordé con una sonrisa la emoción de mi amiga, la forma en que sus ojos brillaban y su tono de voz dulce… Maternal.

La moví suavemente y se levantó de un sobresalto, como si no se permitiera tener un sueño profundo, para poder estar atenta a mi relato. Llevaba la ropa de cama puesta y un par de ojeras se estaban empezando a asomar bajo los ojos. Indicaba que Prim debía descansar más.

─ Voy a contarte todo, pero no quiero que me interrumpas. Puedes pensar los comentarios mientras hablo, pero no interrumpirme. ¿Claro?

»Llegué un poco tarde de lo que habíamos acordado y creí no tener el valor de volver a salir con alguien, estaba espantada. Era Jamie y  pensé  no merecer algo tan perfecto como él. Iba a salir corriendo pero entonces me vio y no me quedó opción que sonreír y borrar mi cara de pánico. Me abrió la puerta y pude sentir su rico perfume. Estaba muy bien vestido y lo complementaba con una sonrisa constante en el rostro, lo cual me hizo sentir cohibida por un momento, hasta poder acostumbrarme a su humor. Tomé un té, me contó cosas que nadie sabía, me hizo un par de cumplidos que me hicieron sonrojar como un tomate, acarició mis nudillos por debajo de la mesa. Hablamos tanto que no nos dimos cuenta que era de noche, así que se ofreció amablemente a llevarme, no tuve alternativa y no quise tenerla. Quería que me trajera hasta aquí. Cantamos en el camino. Reímos y dijimos adiós.

Respiré hondo luego de esa explicación y fijé mi vista en el rostro de Prim. Ella pensó un momento y dijo:

─ Dame un segundo cariño, debo aclarar mi mente..─Dijo alzando el dedo índice al aire y luciendo interesante ─Pienso que eres la chica más afortunada de este planeta, él es perfecto, dulce y creo que todo lo que necesitas en estos momentos. Desde ya debo decirte que no tienes que pensar en las cosas negativas y que tampoco decidas dar un clavado a metros de altura sin agua en la piscina. ¿Comprendes?  ─ Prim siempre me hacía reír con sus metáforas inventadas en el momento, quizá un poco raras, pero al fin y al cabo metáforas.

─ Lo comprendo y todavía trato de entender si él es así normalmente… Digo, cariñoso y atento. ¿Qué crees?

─ Creo que es un chico guapísimo y que no lo conozco como para juzgar su personalidad.

─Lo sé… Tampoco crearé expectativas. Él es una persona famosa y yo solo soy Summer.

─¿Cómo te sentiste?

Y en realidad eso es lo que me cuestionaba... ¿Cómo me había sentido?

Fue como si una pequeña parte de Summer la alegre, saliera a flote y desterrara a la Summer desdichada. Había sido como volver a probar la dulzura que la vida entregaba y escupir la hiel de la que me ahogaba. Como volver a un lugar luego de tantos años de no verlo. Como llegar a casa luego de un largo viaje. Pensé que podría lograr empezar todo otra vez. Pensé que mi cuerpo, alma y espíritu podría presentar un cambio y cicatrizar.

Pero no iba a decírselo de esa forma a Prim. Porque yo sufría cambios constantes de humor y quizá todos esos pensamientos se descartarían. No quería herirla más. Ya no.

─ De hecho… Muy bien. Me sentí Summer otra vez.

Se levantó la comisura derecha de su labio, tal como cuando estaba conforme y orgullosa. Sabía que ella me acompañaría en esto hasta el fin del mundo y más allá. Era una amiga verdadera. ¿Cómo era posible que pasara todo lo que pasó, junto a mí? ¿Hasta qué punto una amistad puede aguantar? Tenía tantas preguntas pero solo quería abrazarla hasta sacarle el aire.

─ ¿Cuándo volverán a verse?

─ Lo olvidé por completo, no tengo su número ni nada de eso. No tocamos ese tema.

─ No te preocupes, si le gustaste, hará lo que sea para encontrarte nuevamente.

Nos dimos un abrazo, compartimos un par de palabras más, para luego ir cada una a su habitación.

Acostada, enredada en las frazadas, no podía dejar de revivir las imágenes… Pero ese sentimiento de culpa me invadió. Sabiendo que si le había gustado, tendría que cargar con mis miserias y no quería eso… Nadie quiere cargar con el infortunio de una joven con problemas. Me sentí triste porque nunca sería lo suficientemente buena para él. Nunca. Ni en un millón de años.

Luego de vaciar mi mente con pensamientos negativos, caí en un profundo sueño… El cual había sido un poco perturbador.

»La gente corría por las calles y yo estaba en Holland Road sin poder ver más allá a causa de la lluvia torrencial  que empapaba mi vestido. Gritos. Muchos gritos, no me había dado cuenta que eran míos...  Estaba gritando y no sabía por qué.

Me abracé a mi misma porque la lluvia estaba helada, el cabello se había quedado en mi cara y en ese momento, me tironearon de los brazos.

Luego la escena cambió por completo y estaba en un lugar blanco, era simplemente una habitación blanca con un gran ventanal con vista al mar. Quizá el mediterráneo. Aves volaban y no veía hacia donde. Había una mesa con un vaso de agua y un par de galletitas de agua para que comiera. Mi cabello estaba más largo y ondulado. Lucía pálida.

Me levanté asustada, con el sudor frío empapando la remera que llevaba para dormir. Tenía miedo y la cabeza parecía que me iba a estallar en cualquier momento, caminé un poco en la habitación tratando de calmarme. Observé por la ventana las luces de la ciudad y repetí el proceso un par de veces más, hasta decidir que volvería a acostarme.

Estiré el brazo, rebuscando en los cajones de la mesita de noche las pastillas para poder dormir, solo tomé una y nuevamente la oscuridad me consumió.

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Les dejo este capítulo y creo que acá comenzara todo lo interesante. 

Mañana subiré el siguiente, que ya lo estoy escribiendo, va por la mitad pero voy a dejarles un poco de intriga. 

¡COMENTEN! Y espero que les guste. Un beso. 

Holland Road &lt;Jamie Campbell Bower&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora