Capitulo once: <Las luces del crepúsculo>

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Sentí una sensación corriendo por mis huesos y supe que no era nada buena. Esa sensación ya la había experimentado antes e indicaba quizá, un final trágico. Un amor desnutrido, un amor que no encuentra suficiente seguridad y tambalea de aquí hacia allá. Dando traspiés.

Debía ser paciente. Debía evitar los impulsos que me llevaran a presionar sus labios con los míos. Debía evitar ese tipo de cosas para anticiparme a lo que sucederá.

Me aparté en el momento que sentí sus manos acariciar mi cintura. Ese tacto me había traído a la realidad… Una confusa realidad.

─ Lo siento. ─Dije avergonzada por aquello.

─ Por este tipo de cosas, no se pide disculpas. ─Retrucó, corriendo un mechón de cabello que caía rizado sobre mi rostro.

─ Fue un impulso.

─ Entonces espero que seas una dama muy impulsiva.

La culpa había abandonado mi cuerpo y volví a acostarme a su lado, haciendo como si nada realmente hubiera pasado. Porque prefería hacerlo de esa forma. Nada ha pasado. ¿O sí?

Me limité a observar más allá de su figura, encontrándome con hermosos árboles que de majestuosa imperiosidad elevándose hacia el cielo, con sus copas repletas de hojas que variaban de colores. La ciudad se veía más allá, edificios antiguos, el tráfico.

Pensé que ese era el lugar donde me gustaría estar.

El sonido del celular me levantó, estaba tan confundida que no me había dado cuenta que estábamos durmiendo sobre la reposera, con las luces del crepúsculo bañando el ambiente. Él dormía y su rostro era pacífico, como la de un ángel.

─ ¿Dónde estás? Acabo de regresar a casa y no te encuentro. ─ Reprochó Prim al teléfono y supuse que no había leído la nota que le dejé.

─ Supongo que no leíste la nota que dejé sobre la mesa. Estoy de Jamie. ─ Dije en susurros para no despertar al rubio, tratando de contener las ganas de gritarle a mi amiga porque estaba con él.

─Aquí encontré la nota, que dice que venías a desayunar. Casi está anocheciendo Summer. Eres una pervertida. ─ Dijo entre risas y gritos. Estaba emocionada.

─Nos dormimos mientras hablábamos en el balcón. No pasó nada Prim. No seas idiota.─ Prim solía ponerse un poco insoportable en ciertos momentos.

El comenzó a moverse por la incomodidad que la reposera brindaba, quizá al despertarse le dolería el cuello. Como a mí en aquel momento.

─Debo colgar, en un rato voy a casa. Te mandaré un texto por cualquier inconveniente.

─ Está bien, yo esta noche saldré…Pero… No volveré tarde. ─ Dijo nerviosa. Algo tramaba.

La llamada finalizó y lo vi desconcertado, quizás no se dio cuenta que nos habíamos dormido y el atardecer lo confundió aún más.

─ Espero que mi aburrimiento no sea causa de tu sueño. ─Le reproché en broma, riendo y corriéndole el cabello de la frente, lucía desaliñadamente hermoso.

─ Escucha Summer, hay algo que tengo que decirte. ─ Su rostro había cambiado un poco, parecía estar nervioso quizás. Solo asentí, dándole a entender que no diría nada, solo escucharía.

─ Hay algo que estoy prácticamente obligado a hacer. Sabes que con todo esto del estreno de la película y demás, de algún modo, debo hacer muchas cosas… ─Comenzó a decir, sentándose derecho y fijando su vista en mí. ─ Y entre esas cosas, me pidieron que esté más unido a Lily. Al parecer a las fans les gusta la pareja que hacemos y demás. Pero es solo actuación. Con ella terminamos hace un tiempo, pero el compromiso que tenemos, va más allá de la relación. Es trabajo.

Entonces comprendí, que él me estaba diciendo que no podía tener nada conmigo. Y me cuestioné si era realmente lo que pasaba o si era una forma sutil de correrme de su vida. No sabía que decir. Solo mirarlo, y luego observar los últimos colores del atardecer, que se iban difuminando con la llegada de la oscuridad.  

El sentimiento que presionaba mi pecho, volvió con tanta violencia que me retorcí un momento, cerré los ojos y traté de respirar.

No sentirme idiota en ese momento, era inevitable. Sabía que algo así sucedería. Entonces sin más, me fui de allí.

Me fui esperando que él llegara tras de mí pero no lo hizo. Supe que me dejaba ir.

ǁ Mis padres, Sam y Prim estaban allí, con sus rostros automáticos observándome y no lo entendía. ¿Por qué me observaban?

Vi mis manos, uñas quebradas y motas de sangre bajo las mismas. No entendía en absoluto que era lo que pasaba. Mi cabello estaba corto y me asusté, porque nunca lo había tenido así. Nunca me gustó el pelo corto.

Mamá decía algo que no pude descifrar, solo veía como su boca se movía, su ceño fruncido y mirada indulgente. Papá la tomaba de la cintura pero no miraba hacia adelante. Su vista no se movió del suelo.

Cuando mamá terminó de hablar, Prim lloró de forma estrepitosa, pero no escuchaba, solo veía.

No entendía porque no escuchaba. No lo entendía.

Les di la espalda y observé el ventanal con la vista al mar. Entonces el muchacho vestido de negro, avanzó. Pero aún así no pude divisar su rostro. ǁ

Nuevamente me levanté desorientada, con las extremidades frías. La noche sería larga si no lograba dormirme, no quería tomar las pastillas pero necesitaba descansar.

Había caminado desde la casa de Jamie, sin parar un momento, solo pensando en que quizá el destino no era lo suficientemente bueno como para unirme a él. En que solo había sido una pequeña forma de alegrarme los días, pero nada más. Una tregua que necesitaba.

Pero no lo sentía así. Me sentía engañada una vez más. Si no hubiera sido por el beso, quizá no habría tanto drama. Pero lo besé y él me respondió.  ¿Cómo alguien puede besarte y luego desecharte?

¿En que estaba pensando cuando creí que esto podría pasar?

¿A quién engaño?  

Era algo tan imposible, como  alguien como él se llegara a fijar en mí.

Busqué mi celular entre las sábanas y al tomarlo entre mis manos comenzó a sonar. Sabía quien llamaba pero no pensaba atender. Nunca ni en un millón de años. 

Holland Road &lt;Jamie Campbell Bower&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora