Capitulo Trece: <Otra vez él>

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A las ocho de la mañana comenzó a sonar Edward Shape and The Magnetic Zeroes. El Indie Folk era nuestro fuerte.

 Se podía escuchar a Prim cantando los coros. El aroma a café inundaba la casa y ver a Jamie junto a mí, daba a entender que sería un gran día.

Él me hizo cosquillas y no podía parar de reír ni un momento.

─Deberíamos asearnos. ─ Dije tironeándolo del brazo, haciendo que se levantara y lo empujé hasta el baño. Dándole enjuague bucal, mientras yo me lavaba los dientes. Nos observábamos por el espejo, y cualquiera podría haber jurado que hacíamos esto cada mañana.

─Ve y dale un susto a Prim. Le va a encantar. ─ Dije mientras lo empujaba del baño nuevamente, para poder terminar mi rutina.

Se escucharon los pasos silenciosos hasta la cocina y luego un grito. Pero no de horror, sino de emoción. Prim rió de tal manera.

Caminé hacia donde ellos estaban, ya en la mesa desayunando el café y tostadas con mermelada de frutos rojos –la favorita de Prim-.

─ Que bonita sorpresa me has dado Summer Breeze- Dijo haciendo referencia a la canción de Seals and Crofts.

─ La que toda chica desea. ─Respondí sentándome junto a Jamie, él observaba con sorna nuestros rostros.

─Les recuerdo que estoy aquí, me da pudor escuchar esas cosas. Solo soy Jamie. Nada del actor o músico espectacularmente talentoso. Solo yo. ─ Dijo entre risas, haciendo que imitáramos el gesto.

Me levanté con el café en la mano a cambiar la canción, era una mañana para escuchar The Lumineere, cantar hasta quedar sin voz y reír.

Las charlas no cesaron, y aunque Prim se debía ir, disfrutó esos minutos con nosotros.

Entonces todo se sintió familiarmente bien. Se sintió como si nada pasara en nuestras cabezas. Como si nuestro corazón estuviera sano y en perfecto estado.

Eso era lo que mi mejor amiga quería de mí… Era lo que necesitaba.

Estábamos solos, observándonos en silencio.

─ ¿Debemos ponerle etiqueta a lo nuestro?

Su pregunta había hecho que volviera al planeta tierra. Que volviera a la sala del departamento y que viera su expresión.

─ No. Solo que sea eso… Lo nuestro. Nada más. ─ Respondí.

─ ¿Te gusto? ─ Volvió a preguntar, haciendo que en mi estómago se revolviera algo.

─Te necesito.

No sabía ciertamente que era lo que sentía, si me gustaba, si era amor. Solo sabía que lo necesitaba. De la forma en que alguien necesita su cosa favorita o de la manera en que se necesitan a las personas.

Pero lo nuestro era atípico. Tan atípico que bastó solo un día para que esa sensación de necesidad se creara en mí pecho.

Una caricia ya había sellado ‘lo nuestro’.

─ ¿Quieres hacer algo? ─  Le pregunté y  el asintió con una sonrisa.

─ Entonces espera que me duche, luego vamos a tu casa, si quieres haces lo mismo y salimos. Quiero mostrarte algo.

Asintió nuevamente. Él se recostó en mi cama mientras yo buscaba ropa y me iba hacia el baño.

Traté de que el aseo fuera rápido, pero a su vez tenía miedo de volver a la habitación y que él no estuviera allí. Que solo haya sido un espejismo duradero de algo que deseaba.

Cuando salí, lo vi recostado en su estómago, con un cuaderno en las manos y me sentí avergonzada. Allí escribía las cosas que se me ocurrían. No sabía cómo lo encontró.

─  No deberías leer eso, son cosas tontas que escribo.

─ Espero que estés bromeando, son fantásticas estas líneas. ─ Dijo mirando hacia mí, alzando el cuaderno como si se tratara de la cosa más ingeniosa que haya visto.

 ─ A veces, por las noches cuando no podía dormir, escribía.

─Hay cosas un poco oscuras. Pero es hermoso.

Comenzó a leer una canción que había escrito hace un tiempo atrás… Cuando sucedió todo. Para ese entonces yo estaba deprimida, pero aún tocaba el piano.  No sabía decir cuando realmente lo había dejado.

─Cuantas cosas no se de ti Summer. Me pareces tan misteriosa e inretesante.

Estaba horrorizada, no quería que el supiera quién soy.

Pero nada de eso ocurriría si volvía a ser la vieja Summer. Estaba en proceso.

Una vez que me cambié, arranqué la hoja del cuaderno y se la regalé, quizá el le daba otro uso a la canción. Caminamos hacia su auto así ir a su casa para luego partir a donde quería llevarlo.

No nos tardo más de una hora estar de camino al lugar donde quería llevarlo. Habíamos cargado, a demás, comida para el almuerzo.

─Creo que yo debería conducir. ─ Le dije en tono de broma luego de que él se equivocara con mis indicaciones. Se rió y frenó el auto, para bajarse y dejarme que condujera hasta el lugar.

Al comienzo no creí, pero luego me subí al asiento del conductor y manejé hasta Clapham Common, un parque alejado pero aún así hermoso, con árboles que se alzaban por los cielos, lugares llenos de pérgolas, flores y aves.

─Es mi lugar preferido en todo Londres.

─Nunca lo había visto, es realmente hermoso.

Bajamos las cosas y como un bonus track estuvo su guitarra.

Buscamos un lugar alejado de la gente, donde pudiéramos comer en paz sin que alguna fans interrumpiera.

El tocaba la guitarra mientras preparaba el almuerzo. Su voz resonaba en mis oídos, como una melodía de ángeles. Sus dedos rasgaban con pasión aquella Gibson y sonreía como si realmente fuera feliz haciendo eso.

Sí que lo era.  Podía notarlo.

Entonces, en aquel parque. Lo vi… Vi a aquel chico que desde su partida me destrozó. Dejé caer e pan de mis manos y la voz lejana de Jamie parecía desvanecerse.

¿Por qué justo ese día tenía que encontrarlo?

Holland Road &lt;Jamie Campbell Bower&gt;Donde viven las historias. Descúbrelo ahora