Capítulo 5

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Capítulo 5:

-Abro yo.-dijo Holly con una sonrisa mientras se bajaba de la cama de sábanas púrpuras. Se acercó hasta la puerta y quitó el pestillo que sus padres habían puesto cuando una vez, uno de los novios de Holly se dedicaba a abrir la puerta por la noche con una horquilla de su hermana para entrar a ver a Holly.-¡Jack! Cariño, me alegro un montón de que estés aquí.
-Me he escapado de la pizzería para verte.-dijo. Entrecerré los ojos desde la cama de la habitación de Holly y me entraron ganas de vomitar. ¿Cómo podía ser tan mentiroso? Entendía que no le dijera lo que hacía, pero no que mintiera tanto.
Durante un rato me observé las puntas abiertas de mi pelo moreno y jugueteé con ellas. Jack le hablaba a Holly sobre la pizzería, se inventaba cualquier cosa y Holly babeaba por él.
Me levanté, cansada de estar sentada en la habitación sola, y salí de allí.
-Eh, Jack.-le dije levantando la cabeza un poco mientras me dirigía a la cocina. Abrí el frigorífico y cogí un botellín de agua con limón que la madre de Holly siempre preparaba.
No era adicta a esa bebida. De hecho, ni me gustaba el limón, pero adoraba cómo sabía.
Le pegué un trago y tragué el agua rápidamente para salir de la cocina y ver a Holly y a Jack acurrucados en el sofá. Giré la cabeza para mirar la televisión pero no había nada.
-¿Vas a quedarte a dormir, Jack?-le pregunté en un tono duro, moviendo mi botella de un lado a otro. Apoyé el peso de mi cuerpo en una pierna y me incliné hacia un lado esperando su respuesta.
-Mis padres están de viaje, por si te quieres quedar..-sugirió Holly con una sonrisa pícara. Oh no, por favor.
Una vez escuché a Holly y a Jack en su habitación y no fue nada agradable.
El chico de pelo negro acarició el pelo de mi amiga. El pelo largo, ondulado y rubio de Holly estaba siempre genial. Nunca tenía un nudo, una mancha de pasta de dientes o algo en el pelo. Siempre estaba genial.

La habitación estaba oscura. No había nadie allí, salvo yo. Una camilla se encontraba al lado de la pared y era alumbrada por una ventana de la que entraba una poca luz de sol.
Me encontré sentada en el suelo, sin saber dónde estaba, y mareada.
El suelo estaba hecho por solo pequeños azulejos azules y un charco de sangre en el suelo.
Solté un grito ahogado y corrí hacia la camilla. Sentí una parte de mí misma morir en ese instante. Su boca estaba cerrada, sus ojos también, y entonces lo ví. No estaba el tatuaje de los "Three Points" en ninguna parte de su cuello.
Le moví y empecé a gritar su nombre.
-¡Luke! ¡Luke! ¡Luke!-grité mientras sentía mis lágrimas empezar a caer por mis mejillas. Él seguía insconciente, yaciendo allí, sin pulso apenas y sin moverse.
Empecé a temblar. Mis manos se movían de un lado a otro de mi cuerpo intentando reanimarme.
-¡Luke!-grité, y entonces me acordé de algo.
Corrí hacia el botiquín de primeros auxilios y los abrí con las manos sudadas. Lo intenté abrir con las llaves, pero se me resistía.
-Mierda, joder.-maldije. La llave entró por fin y conseguí abrirla.
Cogí lo que necesitaba y volví hacia Luke. Con mucho cuidado lo acerqué a su piel y, dispuesta a hacer lo que pretendía, acerqué mi mano más a su cuerpo.

Me incorporé de golpe con un grito en la cama. Abrí los ojos de golpe y tragué saliva, con el corazón que parecía salirse de mi boca.
Puse mi mano en mi pecho y me apoyé en la cama, intentando recuperar la calma, cuando escuché unos pasos. Eran sigilosos y leves, y apenas podía oírlos.
De repente, una sombra masculina apareció frente a la puerta de la habitación de Holly. Jack y ella habían decidido dormir en la habitación de los padres de ella ya que ellos estaban en un congreso en Nueva York de ropa, ya que ellos tenían una fábrica de textiles.
-¿Charlotte? ¿Estás bien?-la figura de Jack se sentó en los pies de la cama de Holly y asentí, mirándole.-Llevo un rato despierto escuchándote lloriquear por.. ¿Luke?
Tragué saliva y me encogí de hombros. En realidad, no sabía por qué había soñado con él.
-Ni idea, Jack.-contesté y me envolví de nuevo con las sábanas de mi amiga.-Buenas noches.
Apoyé la cabeza en la almohada, y esperando a que se fuera, cerré los ojos.
Después de un rato, sentí cómo el colchón de la cama se movía levemente hacia abajo y abrí lentamente un ojo.
-No dejes que Luke te joda la vida como le hizo a Ashley.-dijo con voz firme. ¿Ashley? ¿Quién era Ashley?
Le pregunté lo mismo en voz alta, pero al abrir los ojos me di cuenta de que ya no estaba Jack. Me di cuenta de que estaba sola en la oscuridad, y miré el reloj. Las tres y veintiséis. Bufé y, mirando la ventana, me quedé de nuevo durmiendo.
Ashley..

-¿Has tenido laboratorio hoy?-le pregunté a Margaret, una chica de mi clase. Me gustaba estar con ella, era callada y reservada al principio, pero podría volverse muy simpática y abierta si le caías bien. Por suerte, ese era mi caso.
Tenía el pelo moreno, casi pelirrojo pero natural, no como las modelos de Victoria's Secret ni nada parecido. Tenía un color precioso de pelo, y sus ojos azules resaltaban bajo esas gafas rectangulares.
Nunca llevaba ropa provocativa, siempre usaba prendas simples y bonitas, pero no muy coloridas.
Ella sonrió y asintió con la cabeza mientras nos dirigíamos a las taquillas en el pasillo del lado sur.
-La profesora me ha sentado al lado de Nick. ¡Por fin!-exclamó con una sonrisa enorme. Había estado usando un aparato bastante raro durante un tiempo y ahora llevaba brackets. Nadie se metía con ella, por suerte, porque nunca se me había dado bien ni siquiera defenderme a mí misma.
Reí y puse la combinación de mi taquilla, 1846.
-¿Él te habla?-le pregunté con una sonrisa enorme. Margaret estaba colada por él desde que empecé el instituto. Se llamaba Nick, Nick Kerr. Era el capitán del equipo de fútbol, guapo, sexy, atractivo, un tanto creído pero bastante gracioso.
-¡Me ha pedido los deberes!-dijo, y me miró con una sonrisa.-¡Los deberes, Charlotte! ¡Los deberes!
Reí y abrí mi taquilla. Nunca solía poner nada allí, salvo alguna foto de Holly y yo y unos cuantos libros.
La taquilla era grande, de cuerpo entero y de color del metal.
Cogí el libro de Geografía y, de repente, como si de una hoja de un árbol en otoño se tratara, una nota se deslizó en el suelo.
Miré a Margaret, quien repasaba su agenda diaria y de un lado a otro. Me agaché a coger la agenda y, en un movimiento rápido, la escondí en el bolsillo trasero de mis vaqueros.
-Nos vemos en clase.-le dije a Margaret mientras guardaba el libro de Geografía en la mochila y me dirigía al baño casi corriendo.
Esquivando a la gente y empujando, llegué al baño en menos de lo que canta un gallo.
El baño de chicas estaba lleno de pintadas con frases de amor, amistad y el espejo lleno de polvos de maquillaje y pintalabios. La mayoría de las chicas se pasaban el día observando su reflejo, pero yo prefería hacer algo más de provecho si venía a clase.
Me metí al aseo rápidamente y me senté en el váter con la tapa cerrada. Me deshice de la mochila rápidamente y la tiré al suelo. Me revolví el bolsillo trasero de mi pantalón y saqué la nota.
Estaba doblada en un montón de pliegues y su color era casi amarillento por el polvo de mi taquilla. Siempre me pasaba igual con todos los libros.
La abrí con los dedos temblando y la observé. Allí estaba, de nuevo él.
"Hola Charlotte,
Espero que te llegaras bien a casa de tu amiga ayer. Sé el bichajo que tienes como amigo o tu novio está poniéndote en contra de mí, pero deberías ver lo que hace él.
Te espero esta noche en puerta de la biblioteca local.
Luke x"

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