Capitulo 7

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Capítulo 7:

-Espero que no te importe mucho andar.-dijo Luke mientras tiraba de mi brazo hacia delante.-El Black Point está un poco lejos de aquí.

-Fuiste tú quien me citó en la biblioteca.-le contesté. Se paró de repente y giró la cabeza para mirarme con un tono divertido.

-¿Entonces esto es una cita?-preguntó burlón. Me sonrojé al instante y negué con la cabeza.

Empecé a caminar de nuevo entre los callejones por los que nos movíamos, hasta que unas manos en mi cintura me pararon.

-Porque si esto es una cita, debería llevarte a casa conmigo..-susurró en mi oído. Mordió suavemente el lóbulo de mi oreja, lo que me hizo estremecer al instante, y solté un gemido casi inaudible.-¿O eres de las que sólo besa?

Me giré sobre mis talones, con mi cuerpo entero temblando.

Observé su perfecto rostro a solo un par de centímetros del mío, y deslicé mi mirada hacia sus labios, después a su piercing, y finalmente a sus ojos.

-Ni siquiera sé donde vives.-dije con una chispa de diversión en mi tono.

-Bueno, lo verás en nuestra próxima cita.-contestó, y siguió caminando para dejarme con la palabra en la boca.

Después de un par de minutos más andando entre los callejones y las sombras más oscuras de la noche, con coches viejos y hombres borrachos paseando, llegamos a la parte trasera del Black Point, o al menos lo parecía.

-Bienvenida a mi mundo.-susurró mientras se agachaba al suelo para coger algo que parecía una llave. Estaba sucia, y llena de moho, pero enseguida descubrí para qué servía.

-Vamos.-su voz grave y oscura volvió a él en cuanto un par de chicos de dieciséis se asomaron a vernos.

Estaban sentados en círculo, fumando algo que olía a María.

Sentí mis piernas flaquear al ver aquel espectáculo de chicos destruyéndose a sí mismos exterior tanto como interiormente. Todos estaban tatuados, y era difícil diferenciar entre lo que era su piel y lo que eran tatuajes. Eso, obviamente, sin contar con los piercings que tenían y las letras punk que cantaban mientras uno de ellos tocaba la guitarra.

En cuanto entramos y Luke cerró la puerta, diez miradas se posaron en nosotros.

Luke los miró y pasó una mano por mi cintura, atrayéndome hacia él.

-Ni se os ocurra mirarla. Ni siquiera respiréis en su dirección.

-Eh, Lukey amigo, tranquilo.-dijo uno de ellos levantándose del suelo con un porro en la mano. Al menos, lo parecía.-Tu novia para nosotros es sagrada, pero eso no dice que no queramos tirárnosla, ¿a que sí, tíos?

El gallinero de muchachos sentados rió, dando un sí como respuesta.

-Vas a quedarte sin esa mierda a lo que llamas dientes si sigues hablando, Marcus, así que cállate de una puta vez.-dijo Luke intentando parecer calmado, pero con sólo mirarle supe que no lo estaba.

-Está bien Lukey, tranquilo.-respondió el tal Marcus. Tenía el pelo rizado, casi grasiento, y tenía unas ojeras que marcaban todo lo que hacía por las noches. Miré su dilatación en las dos orejas, y parpadeé rápidamente, tratando de digerir a ese hombre.

De repente, giró su mirada hacia mí y le dio una calada al cigarro.

-Nos vemos, señorita.-dijo mientras expulsaba todo el humo hacia mí y desaparecía.

Tosí y me tapé la boca con la mano, tratando de no tragar nada de aquello, y enseguida Luke me sacó de allí.

-Será mejor que te vayas.-dijo arrastrándome hasta la puerta que daba a la pista de baile.

-Luke, no pasa nada.-murmuré con la voz más dulce que pude, pero estaba perdida.

Su rostro.. Estaba completamente rojo y sus labios estaban formaban una diminuta línea.

Sus ojos.. Tenía la mirada llena de furia, la misma que los chicos de las peleas de apuestas.

La vena de su cuello.. Parecía que estaba a punto de estallar.

-Charlotte, vete, joder.-masculló, y de repente, desapareció de allí, dejándome sola y aturdida, tirada frente a la puerta de la pista de baile.

Y eso hice, irme.

El despertador de al lado de mi cama empezó a cantar la misma melodía de todos los días. Estaba harta de él.

Abrí los ojos y bostecé, sintiendo un vacío enorme dentro de mí.

-Charlotte, ¿estás ya despierta?-gritó mi madre desde el piso de abajo, haiendo que me sobresaltara.-¡Charles va a pasar a por ti para llevarte al instituto!

Abrí los ojos de par en par mientras escuché los pasos de mi madre subiendo las escaleras.

-¿No me has oído, Charlotte Jane Tyler?-preguntó asomando su cabeza por el marco de la puerta de mi habitación.

Le dediqué una sonrisa complicé y ella rió, casi sonrojada.

-¡Vístete ya!-dijo con una sonrisa en la cara. Sus ojos tenían muchísimo más brillo, su pelo estaba genial, tan castaño como siempre, y ya estaba vestida con el uniforme de la ferretería.

-Tú no me has contado algo..-la acusé mientras me levantaba de la cama y recogía mi pelo en un moño. Ella se sentó en la cama y me miró, encogiéndose de hombros.

-Le he dicho que sí.-murmuró, y sus mejillas se tornaron de rojo.

Por primera vez después de la muerte de papá, volví a ver a mi madre con el mismo brillo en los ojos que tenía cuando estaba papá, y no pude alegrarme más por ella.

Corrí hacia donde estaba mi madre sentada, en la orilla de la cama, y la abracé con fuerza.

-Ya era hora.-le dije, y le di un beso en la mejilla. Me levanté de nuevo y abrí las puertas de madera pulida de mi armario.-Entonces, ¿estáis juntos?

-Sí, bueno, ya sabes.. La otra noche me llevó a cenar y después fuimos a su casa..-contestó y con una sonrisa cómplice, me miró. Extendí mi mano hacia ella y, riendo, le pedí que parara.

Pero no mostró mucha oposición, ya que sonó el timbre de casa.

-Vístete, venga.-dijo cariñosa mientras bajaba rápidamente a abrir.

En dos segundos, pude reconocer la voz de Charles inundando el salón, y sentí los pelos de punta. La sensación de volver a tener apoyo paternal me invadió, y supe en ese momento que Charles nos cuidaría a mi madre y a mí como cuidó a su anterior mujer. Tenía fe en ello.

Me vestí rápidamente con un jersey, unos vaqueros oscuros, y las botas que llevé el sábado para ir al Black Point con Holly.

Pero de repente, algo vino a mi mente. Él.

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