Capítulo 3

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Capítulo 3.

Las noches de películas habían sido un punto clave en la amistad de Holly y yo. Siempre preparábamos palomitas, poníamos mantas, alquilábamos películas en el videoclub y pasábamos toda la noche viéndolas hasta que nos quedábamos dormidas.
Cuando Holly empezó a salir con Jack, él también venía, y era divertido verle asustado con las películas de miedo que alquilábamos. Siempre cogía a Holly del brazo y la sentaba encima de ella para no tener que ver la película.
Holly tenía una obsesión con las películas de miedo increíble. Le encantaban. Una vez organizamos una noche de películas con unas chicas de clase y Holly decidió escoger ella las películas. Esa noche, Holly sacó doce películas de miedo. La niña del exorcista, Drácula.. aunque también trajo Crepúsculo, la cual terminamos viendo a petición de todas.
Torcí una calle hacia la derecha y entré en el barrio de Holly, el mismo que el del club del sábado. Eran las ocho de la tarde y el cielo estaba casi oscuro ya. Un grupo de chicas paseaban por allí mientras hablaban de piercings, canciones y chicos. Podía oírlas desde donde me encontraba.
-Luke, sin duda Luke es el más guapo de todos.-dijo una chica.-A mí con ese piercing me pone mucho, no sé a vosotras.
-Sí tía, y cuando toca la guitarra..-añadió otra de ellas.
Eran casi todas iguales. Todas llevaban casi el mismo color rosáceo de pelo y ropa negra junto a unos tacones kilométricos. Seguramente todos sus novios serían amigos como ellas.
Seguí mi camino por el oscuro ya barrio, y me paré al encontrar el atajo que había descubierto. Las chicas de rosa me miraron y se detuvieron a observarme mientras yo giraba mi cabeza hacia ellas y hacia el atajo.
En realidad el atajo no era gran cosa. Lo habíamos descubierto Holly y yo hacía un par de meses cuando llegó tarde a su casa y eran las tres de la madrugada. Sólo era una valla alta que tenía un gran agujero en la parte de abajo. El hueco solo daba lugar a una calle estrecha en la que estaba el club.
Mirando de nuevo a las chicas de pelo rosa, que aún me miraban, me deslicé sobre el oscuro y sucio suelo de la calle y gateé, dejando mi bolsa en el otro lado de la calle primero, por el agujero de la valla. Mientras pasaba, un metal roto se enganchó en mi ropa.
-Mierda, joder.-maldije mientras intentaba quitarlo de mi chaqueta de lana.
Pegué un tirón y, con un gran ruido, gran parte de la chaqueta se rompió.
-Eh, Charlotte.-dijo una voz masculina. Levanté mi mirada mientras me ponía de pie de nuevo y le vi. Esos ojos azules, ese piercing..
-¿Qué haces aquí?-exclamé casi gritando. Me agaché a coger el pedazo de chaqueta que quedaba y le miré.
-Dije que nos volveríamos a ver pronto.-su voz ahora era más relajada. Me observó y me arrancó el trozo de lana que quedaba de las manos.
Iba vestido con una camiseta negra, unos pantalones negros y una gorra roja, casi granate, que le quedaba genial.
-Ten.-me dijo. En un movimiento rápido, me tendió la chaqueta que llevaba en la mano y la cogí.
-No, gracias.-le contesté, volviendo a dársela.
Le miré mientras se guardaba el trozo de lana en el bolsillo trasero de su pantalón y me sonrió.
Esbocé una sonrisa leve y me cogió del brazo.
-Charlotte, vas a ponerte esa chaqueta, vas a venir conmigo y vas a ser una chica buena como lo fuiste el sábado, ¿vale?-dijo en voz baja conforme se acercaba a mí. Me puse la chaqueta, que me quedaba como si fuera un vestido corto.
Nos quedamos mirándonos a los ojos y él me acarició el pelo oscuro.
-Te queda bien la chaqueta.-susurró en mis labios esbozando una sonrisa. Dirigió sus manos hacia mi nuca y, cogiendo mi capucha, me la puso.-Vámonos.
Me cogió del brazo y empezó a caminar por la oscura calle. Ahora sí que no sabía dónde estaba.
Solo se escuchaba mi respiración agitada y el sonido de nuestros pies moviéndose rápidamente mientras él caminaba deprisa.
-¿Dónde vamos?-le pregunté. Tenía miedo, estaba asustada y prefería ver películas de miedo con Holly que presenciar una que más tarde probablemente se basaría en hechos reales.
Él se paró, me tiró hacia él y puse las manos en su pecho para frenarme.
-Has dicho que ibas a ser una niña buena.-susurró. Sus ojos ahora me penetraban la mirada, amezanantes.
-Tengo que ir a casa de mi amiga.-contesté. Sujetó mi cintura con un solo brazo y me abrazó a él bien fuerte.
-¿A qué hora tienes que estar allí?-me preguntó. Tragué saliva y deslicé mi mirada hacia él.
-A las nueve.
-Perfecto.
Tiró de nuevo de mí para seguir caminando. Después de un par de minutos, me soltó.
Estaba todo oscuro, y sólo se veía a un par de chicos en la plaza por la que evitaba pasar siempre que iba a casa de Holly porque había mala gente.
Me quedé parada y tragué. El chico de pelo rubio con la gorra granate miró hacia atrás, y, al ver que no andaba, vino hacia mí.
-¿Qué pasa?-me preguntó, analizando cada parte de mi cara.
-Me da miedo este sitio.-le confesé. Él sonrió y me acarició el pelo suavemente.-Además, ni siquiera sé cómo te llamas. Sólo sé que en las dos veces que te he visto, pareces mi madre dándome órdenes.
-¿Qué hay de tu padre?-me preguntó, ahora en un tono vacilón. Mi rostro se convirtió en una mezcla de ganas de llorar, enfado e impaciencia.
-Mi padre murió de cáncer, ¿contento?-le contesté y me solté de su agarre con un empujón. Estaba a punto de romper a llorar. No, por favor, delante de él no..
Sin que me diera tiempo a darme cuenta, el chico del pelo rubio me agarró del brazo y me acercó a él con un tirón.
-Soy Luke.-murmuró en mis labios.-Encantado.
Bajé mi mirada a sus labios y no pude evitar fijarme en el piercing negro que quedaba debajo de su labio inferior.
-Charlotte.-balbuceé.

Después de estar un rato andando, miré el reloj que colgaba de mi delgada muñeca. Las ocho y media. Mierda.
Estábamos andando por unas calles estrechas, llenas de oscuridad ya de noche y apenas un par de farolas a mi alrededor.
Giramos una calle más a la derecha y Luke, el chico del piercing que me
volvía loca, se volvió a mirarme.
-¿Te gustan las peleas?-me preguntó. Alcé las cejas y le miré con una expresión obvia. Apretó los dedos en mi muñeca y me acercó a él.-Tengo un par de colegas por aquí y pelean. Aunque más bien hacen apuestas. Apuestas algo que quieres y peleas por ello. Supongo que como en la vida real.
-¿Hablas en serio?-le pregunté incrédula.
Miré cómo el grupo de gente se concentraban en un círculo y lo observé detenidamente. Gritaban y maldecían en voz alta, manifestando su rabia, y solo prestaban atención a la pelea que se estaba presenciando en ese momento. Deslicé mi mirada un poco más lejos de allí y vi acercarse a las chicas del pelo rosa, vestidas ahora con vestidos como si fueran fulanas baratas. Me giré al sentir unos ojos mirarme y me encontré con los de Luke. Eran azules, del tamaño perfecto, misteriosos, penetrantes y atractivos.
-Vamos.-me dijo tirando de mi brazo y, sin darme cuenta, estábamos ya en el barullo del círculo de peleas.
-No te sueltes de mi brazo.-me advirtió elevando la voz para que pudiera oírle.
Asentí asustada y le cogí del brazo. Al hacerlo, sentí el tacto de su suave piel bajo mis dedos, y me puse de puntillas para ver aquella pelea.
Asombrada al ver a dos chicos de aparentemente la misma edad que Luke peleándose, aparté la mirada. Estaban llenos de sangre, sus cuerpos sudorosos y sus miradas salvajes. Si hubiéramos retrocedido un poco en el tiempo, se trataría sin dudas de una pelea de hombres del Paleolítico.
Entonces, me fijé. Uno de los chicos llevaba un tatuaje en el brazo izquierdo. Era una especie de X, grande y gruesa. El chico tenía el pelo castaño, revuelto hacia atrás, y despeinado.
Entonces, detrás de él, apareció otro chico. Tampoco llevaba camiseta, y tenía el pelo casi negro. En cuanto se giró, pude reconocerle.. Jack.
¿Qué hacía aquí?
De repente, sentí una mano en mi hombro, echándome hacia atrás.
Me giré, y con el mismo movimiento, Luke hizo lo mismo.
Me sorprendió bastante ver a una de las chicas del grupo del pelo rosa mirándome de brazos cruzados, con un vestido más pequeño que la camiseta que Luke llevaba, con un gran escote y una chaqueta roja.
-Quiero tu reloj.-dijo mirándolo fijamente. Tragué saliva, sin saber qué hacer, y me giré hacia Luke, que me miraba sin inmutarse.
-Ella quiere tu chaqueta.-escuché la voz de Luke ahora mucho más grave.
Le miré y abrí los ojos de par en par.
-¡No pienso pelear!-exclamé.
-Sé una mujer.-dijo la chica de pelo rosa, mirándome como si fuera un bicho.

Black PointDonde viven las historias. Descúbrelo ahora