Capítulo 19

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Capítulo 19:

Levanté levemente la manga de mi blusa y miré el reloj de mi muñeca izquierda, que marcaba las ocho de la tarde.

«Mierda, mamá me va a matar.»

Miré mis muslos apoyados en el sofá en el que llevaba sentada más de media hora, bufando mientras pensaba en todo esto que estaba pasando.

No dejaba de pensar en la frase que me había dicho Ariadna hacía un rato, y que se repetía cada segundo en mi cabeza "A Marcus y a sus amigos les encantan los líos, seguramente les habrá metido a Luke y a Jack en uno."

Me estremecí de nuevo al pensarlo y sentí un escalofrío. No podía dejar de pensar en ello.

Cerré los ojos y sacudí la cabeza intentando sacar el frío pensamiento de Luke siendo herido por Marcus y sus amigos.

Con los ojos cerrados, subí la cabeza y comencé a pensar de nuevo en lo poco que conocía a mi actualmente novio. Apenas sabía su nombre y ya le había puesto aquella etiqueta de "novio".

Ni siquiera sabía su edad, ni sus hobbies aparte de la guitarra, ni su apellido.. ¡Incluso desconocía su sabor favorito de té y su equipo favorito de baloncesto!

Bufé de nuevo y me pasé la lengua por los labios. Ni siquiera sabía por qué lo hacía, porque llevaban más de un rato escociéndome bastante, pero supuse que era del frío y no de mordérmelos por la impaciencia que tenía en mi interior de que apareciera de una puñetera vez.

Ni siquiera quería estar aquí. Bueno, si que quería, pero no en ese preciso momento.

Si me quedaba, para cuando Jack y Luke llegasen estaría hecha un ovillo de lana de todo el lío que tenía en mi cabeza.

-Char, cielo, ¡las galletas ya están!-exclamó Ariadna desde la cocina con su adorable y cariñosa voz.

Hacía un rato que se habían puesto a prepararlas para cuando llegaran los chicos, pues Holly había propuesto hacer algo para no estar quietas, y Ariadna había ofrecido hacer galletas.

Holly aceptó encantada, pero yo me había negado. No tenía ganas emocional ni físicamente para ponerme a hacer galletas ahora. Además, nunca se me había dado bien eso de la cocina. Lo único que podía hacer con la comida era preparar un sandwich y calentar un batido de chocolate en el microondas. Lo demás, era todo un misterio para mí, como la vida del que ahora era mi novio.

Me levanté cogiendo mi chaqueta tras mi paso y me dirigí a la puerta. No podía seguir aquí sentada torturándome mentalmente a mí misma.

Holly y Ariadna reían y comentaban lo mal que se les daba decorar las galletas con la manga pastelera. ¿Cómo era posible que en un garaje, donde normalmente sólo hay tíos bebiendo y componiendo música punk-rock, haya una manga pastelera? Era una duda existencial para mí.

Tal vez Ariadna la tenía allí para calmar el hambre de los chicos de vez en cuando.

-¿Dónde vas, Char?-preguntó Holly desde el hueco de la cocina. Me di la vuelta lentamente, dejando el pomo de la puerta detrás de mí.

-Tengo que irme.-respondí encogiéndome de hombros.

-Sólo son las ocho y veinticinco.-dijo Ariadna, limpiándose las manos en el delantal rosa claro que llevaba puesto. Frunció el ceño y me miró de arriba a abajo.-¿Estás bien?

Sonreí levemente, mostrándoles una sonrisa falsa como un billete de quince libras, y me dí la vuelta.

-Nos vemos pronto.-me despedí, y puse la mano en el pomo de la puerta de nuevo. Iba a abrir, cuando alguien al otro lado de la puerta se me adelantó.

Black PointDonde viven las historias. Descúbrelo ahora