Prólogo

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Era una mañana calurosa y las nubes volaban como pájaros por los cielos. El verano estaba comenzando, y yo, como habría hecho cualquier otro día, fui a dar un  paseo por el campo. Una vez allí, di un par de vueltas por una explanada y, de repente, oí un grito que sonaba a mi espalda y próximo a donde yo me encontraba. Rápidamente me di la vuelta. Me vi cara a cara con una mujer ancianísima. Nunca olvidaré la expresión que tenía en su rostro. Era una expresión que oscilaba entre el pánico, la tristeza y la desesperación. Me fijé en sus ojos, inyectados en sangre y con las pupilas completamente dilatadas. Hice ademán de echar a correr pero entonces, me cogió por los hombros y miró a todos lados, como si alguien la estuviera espiando. Susurró algo indescifrable y después gritó que me marchase, que ese lugar ya no era seguro para mi, y, al segundo, se desplomó en el suelo. Mi corazón se aceleró tanto, que creí que se iba a salir del pecho. Empecé a  ver sombras a mí alrededor, aproximándose. Eché a correr. No había ninguna explicación lógica para lo que estaba ocurriendo y menos, para el aspecto que tenía esa mujer, que por alguna razón me resultaba tan familiar. Cuando llegué a mi casa, me encerré con llave en mi habitación. Oí un estallido que debía provenir del otro lado de pasillo. Otro estallido. ¿Qué estaba pasando?  El pestillo de mi habitación se abrió repentinamente y otra mujer apareció en el marco de la puerta. El aspecto de aquella mujer era peor que el de la mujer que me había encontrado en el campo. Su ropa estaba hecha jirones y sus ojos... Sus ojos eran la cosa más extraña que cualquier ser vivo pudiese imaginar. Tenía el iris blanco, pero no como perlas, era más bien como un viejo muro que antaño había sido claro. No tenía pupilas apreciables y sus globos oculares eran de un negro intenso. Me gritó que huyera, y al instante, al igual que la mujer anterior, se desplomó en el suelo. Salí de casa tan rápido como pude, crucé la calle y, al instante, noté un golpe en uno de los costados.

Lo primero que sentí era que estaba sobre algo mullido. Abrí los ojos disimuladamente para intentar descifrar donde me encontraba. Un hospital. Me fijé que había un hombre a pocos metros de mí, dormido. Cerré los ojos un instante, y cuando los volví a abrir, el hombre había sido reemplazado por otra mujer. Súbitamente, las luces se apagaron...

La Reina Perdida [SC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora