Me dolía la cabeza. Y la nuca. Y el cuerpo entero. Un olor moribundo inundó mis fosas nasales y me dio ganas de vomitar. ¿Dónde me encontraba? ¿Y dónde estarían los demás? No me acordaba con exactitud de lo que había pasado la última vez que había estado consciente, pero podía suponer el lugar en el que me habían metido. La luz se encendió, y me cegó al instante. Estaba en una mazmorra. Yo estaba atada, lo que me impedía moverme con libertad. Abrí los ojos aún más, todavía adormilada, y me di cuenta de que mi extraña mazmorra no era la única en aquella estancia enorme y circular. La disposición de aquellas celdas era un tanto extraña. Estaban todas juntas, pero a la vez separadas por rejas. Si hubiese habido suficiente luz, todos los presos, o al menos los que nos encontrábamos allí, habríamos sido capaces de vernos entre nosotros. Todas las celdas eran del mismo tamaño, y contenían una pequeña cama, o, mejor dicho, un pequeño y mugriento colchón. Todas menos la mía. Yo estaba sentada en suelo, pero tenía algo cálido a mi alrededor. Alas. Unas alas negras aún más grandes y fuertes que las anteriores. ¡Sí!, pensé, pero me contradije al instante, ¡No! ¡No! ¡Mi oscuridad! Pero no sentía nada. Ni siquiera mis otros poderes.
Miré de nuevo a mi alrededor. Había más gente en aquellas mazmorras. Yo no estaba sola. Estaba oscuro, y no podía ver con claridad las caras de mis acompañantes.
-¿Hola? - pregunté a la nada.
Percibí movimiento en las celdas.
-¿Odette? - dijo una agonizante voz fememina desde la celda que se encontraba pegada a la mía.
Miré y vi la rubía cabellera de Kim.
-Oh Dios mío, ¡Kim! - lloriqueé.
Intenté deshacerme de las ataduras que me aprisionaban, pero mis esfuerzos fueron en vano. Percibí más movimiento.
-¿Qué demonios...? - oí que decía otra voz.
-¿Dónde...?
Pero nadie conseguía acabar las oraciones que comenzaban. Respiré hondo. Piensa, Odette, piensa, me susurró mi subconsciente. Intenté quemar las ataduras, pero no lo conseguí. Intenté parar el tiempo, pero tampoco pasó nada. Intenté mover mis alas, pero éstas también estaban inmovilizadas. Solté un grito de frustración y pataleé el suelo de aquella moribunda sala.
-No lo intentes - me aconsejó una voz masculina -. Estamos rodeados de roca mortem.
Nicco estaba en la otra celda pegada a la mía. Está vivo, pensé. Y di gracias al mundo por ello.
-¿Qué es eso? - volví a lloriquear.
-Una roca que reprime tus poderes, lo que significa que aquí somos solo simples humanos sin ninguna oportunidad de escapar.
Una idea pasó fugazmente por mi mente. Si nosotros no teníamos poderes en esta sala... ellos tampoco. Lo que significaba que todos allí éramos simples humanos sin escapatoria.
-¿Nos darán de comer? - dije.
Oí una risa a la otra punta de la habitación, que provenía de una de las celdas más próximas a la puerta.
-Estamos aprisionados por la familia real en un puñetero calabozo moribundo, ¿y a ti te preocupa si nos darán de comer? - dijo Cam.
Puse los ojos en blanco e intenté recostarme. La cabeza me daba tumbos y las alas me dolían. Todos allí estaban en su forma cambiatónica (excepto Cam, Kim y Gabriel, claro está). Estaba asustaba, lector, muy asustada, aunque era demasiado orgullosa para demostrárselo a los demás. Mis ojos se acustumbraron a la poca luz que había y pude ver que allí estaban, ocupando todas las celdas, Cam, Kim, Gabriel, Nicco y Edrik. Edrik permanecía en silencio. Se habían llevado a Benjain y a Kiran, y eso le tenía preocupado - muy preocupado -. En su rostro, al igual que en el mío, había algo distinto, pero nadie podía precisar el qué.
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La Reina Perdida [SC #1]
FantasyHola, soy Odette Thunderbolt, y esta es mi historia. La historia de la chica que veía cosas que los demás no veían, y hacía cosas tanto bellas como mortales. La historia de la chica a la que intentaban advertir, pero ocultaban la verdad. La historia...