Capítulo 12

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La bonita racha de noches no en vela cesó una semana después de haber llegado. Nosotros pasábamos la mayoría del tiempo en la habitación, lo que, por si no te habías dado cuenta, querido lector, nos hacía parecer asociales. El sonido de la rama de un árbol me despertó. No sabía qué hora era ni tenía la más mínima intención de saberlo, porque quería caer en el sueño de nuevo. Al no poder hacerlo, me senté sobre mi cama y crucé las piernas como un indio mientras me frotaba la cara con las manos, intentando calmar toda la sarta de sentimientos oscuros que apuñalaban mi corazón, y que llevaban atormentándome desde lo sucedido en palacio.

-Od - oí que me llamaba una familiar voz aguda desde la cama más cercana a la mía.

Kiran dormía en la misma litera que yo, bajo mi cama, mientras que Benjamin dormía bajo la cama de Edrik. Nosotros lo habíamos organizado así para poder supervisar a los pequeños y estar junto a lo más parecido a una familia que teníamos allí.

-¿Tú tampoco puedes dormir, muchachito? - le susurré a Kiran, lo suficientemente alto para que solo él me oyese, y mi voz no despertase a los demás.

Él negó con la cabeza.

-¿Te gustaría venir a dar un paseito nocturno conmigo? - le pregunté.

El sueño se había esfumado en menos de una milésima de segundo. Él asintió con la cabeza mientras yo me bajaba de mi cama. Le cogí en brazos y ambos fuimos fuera. Era una noche calmada, con el cielo despejado y todas las estrellas visibles. La enorme luna llena lo iluminaba todo. Era perfecto. Kiran no tardó mucho en adormecerse, por lo que le llevé de vuelta a la cabaña y le tapé con las sábanas. Pero yo no había tenido tanta suerte como Kiran. Salí de nuevo por la puerta y comencé a observarlo todo. No sé cómo ni cuánto tardé en cambiar a mi forma cambiatónica. La verdad es que todo parecía mucho menos importante cuando cambiaba. Todo era mucho más visible, mucho más audible... Incluso pude ver al muchacho que me observaba desde no mucho más de cuatro metros de distancia. Su pelo negro revuelto resaltaba sus ojos, cuyo color era acua. Él se acercó a mí.

-¿Quién eres? - me preguntó.

Si aquel muchacho, unos dos años mayor que yo, no sabía quién era (cosa que dudaba), era porque probablemente no había pasado por el campamento en bastante tiempo. Yo a él tampoco le había visto antes, por lo que supuse que mis pensamientos eran correctos.

-¿Quién crees tú que soy? - devolví.

El muchacho sonrió tímidamente.

-No te había visto por aquí antes... Vine ayer de un viaje, ¿sabes? Y no recuerdo a nadie como tú. Tengo memoria fotográfica superdesarrollada así que te puedo asegurar que si te hubiese visto antes lo recordaría - dijo tranquilamente.

Entonces fue mi turno de mirarle tímidamente y poder apreciar que decía la verdad. Medité si informarle sobre mi identidad o no y tuve un pequeño debate interior, pero no escuché ni al ángel de mi hombro izquierdo ni al pequeño demonio de hombro derecho.

-Supongo que ya conocerás mi nombre... Soy Oddete.

Él me miró, entre ensimismado e impactado. Supe en el mismo instante en el que fijó su mirada en mis ojos que ahora sí sabía quién era, qué era y qué había hecho. Aquel instante me pareció triste. Probablemente podríamos haber sido amigos, pensé. Pero él actuó diferente a cómo yo había planeado, lo que cambió mis deducciones.

-Encantado, señorita – dijo mientras extendía la mano para estrechármela y una sonrisa se posaba en sus labios.

Fue mi turno de mirarle entre ensimismada e impactada. Probablemente actuaba por pena, pero a mi aquello en aquel instante me resultaba indiferente, porque al menos había sido agradable conmigo.

La Reina Perdida [SC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora