Capítulo 13

54 4 0
                                    

-Bonito uniforme - dijo Edrik, aunque claramente no lo decía porque las ropas negras y azules oscuro que tenía en las manos le pareciesen agradables a la vista.

Todos los presentes nos miraban expectantes, pero dudaba que fuesen a ser amistosos con nosotros. Éramos solo simples y nuevos extraños, y no podíamos esperar nada mejor.

-¡Felippo! ¡Abigail!- Exclamó Lavinia - Ponedles al corriente de todo.

Felippo y Abigail asintieron.

-Venid con nosotros - nos dijeron con una sonrisa en los labios.

Aquí las personas son muy falsas, fue lo primero que pensé. Pero no era cierto. Felippo era un muchacho alto y pálido de unos dieciséis o diecisiete años, castaño de ojos negros, y Abigail era una chica de la misma estatura y edad que yo (o al menos eso era lo que aparentaba), con una mata de pelo pelirrojo y una cantidad enorme de pecas. Sus bonitos ojos ámbar resaltaban lo guapa que era. Nos llevaron a una sala llena de ordenadores y papeleo y comenzaron a informarnos sobre todo.

-Comenzamos a hacer pelotones para misiones desde... ¿Septiembre? - le preguntó Felippo a Abigail.

-Sí... un poco más tarde creo... Desde que tú, Odette, llegaste y rumores sobre tí se expandieron por el mundo cambiatónico - respondió ella.

Ambos se miraron, temiendo irse de la lengua.

-Rumores... - comenzó Felippo - que decían que eras como una bestia nueva y extraña. Obviamente teníamos que ver quién era la persona que había expuesto nuestra raza al mundo, por lo que comenzamos a espiar a distancia, pero nunca nos hemos llegado a infiltrar en palacio.

¿Bestia? ¿Yo? Me pareció algo irónico. Quizá en aquel momento me describía a la perfección, pero poco más de un año antes, recordé a mi padre diciendome: Tú no podrías matar ni a una mosca. Qué poca razón tenía. Aunque, bueno... había cosas positivas... como que era uno de los seres más poderosos del planeta.

-Después de haber confirmado los rumores, decidimos colarnos en el sistema de palacio e infiltrarnos en el conjunto de cámaras de seguridad. Así es como clasificamos a la gente de allí como amenazas o no amenazas. No sé si te servirá de consuelo, pero tú eras una amenaza de las gordas - dijo Felippo mientras yo echaba a reír.

-El caso es - continuó Abigail -, que antes de que tú llegaras, el pelotón más fuerte, que nos incluye a mí y a Felippo, fue a otra misión por una reunión y oímos que ellos saben dónde estamos, qué hacemos... Y planean atacarnos y matarnos por puro miedo.

Medité e interioricé toda la información con avidez.

-Entonces... ¿en qué pelotón estamos nosotros? - pregunté.

-No sabemos todavía - contestó Felippo -, pero lo sabremos.

Asentí lentamente. Salimos de aquella sala, y nuestros acompañantes dieron la introducción por terminada cuando Lavinia les obligó a ir a entrenar con los demás... y a nosotros también.

-Seguidles hasta el polideportivo - nos dijo -. Veremos en qué pelotón os pondremos.

Como había menionado anteriormente, y, si no, os lo menciono ahora, aquel polideportivo era del tamaño de una hormiga comparado con el de Redclaw. El "entrenador" de aquel lugar hizo algo que ya tenía muy conocido: nos dirigió al centro de la estancia.

-Soy Abdias.

Abdias era un hombre de unos cuarenta años, bien formado, tanto física como mentalmente. Vestía con una camiseta roja y unos pantalones azules marino.

La Reina Perdida [SC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora