Caminar durante horas y días no fue nada comparado con la catástrofe que me había ocurrido, por lo que no me quejé en ningún momento del trayecto. De vez en cuando tenía que llevar a Benjamin o Kiran en brazos porque estaban muy cansados. Yo también estaba cansada, pero no era cansancio físico, para mi desgracia. Echaba de menos la vida que había tenido hacía menos de un año. Honestamente, estaba, más bien, nerviosa por ir a un sitio en el que había mucha gente como yo. Se podría decir que estaba hasta ilusionada y todo, pero mi definición de ilusión es, probablemente, muy diferente a la tuya en estos momentos.
Llevábamos, quizá, unas dieciséis horas caminando sin parar, sin agua, sin comida, sin nada, cuando por fin llegamos a un sitio extraño. Parecía la entrada a un campo normal, como el campo de encinas que había frente a mi antigua casa, en el que empezó todo, pero había algo en el ambiente que informaba de lo contrario. Había una fina línea de malas hierbas en el suelo de un verde más claro que el que tenía el resto de la hierba. Cruzamos la línea un par de veces, pero nada ocurrió. Tanto Edrik como yo sabíamos que la verdad sobre nuestro destino estaba después de cruzar aquella línea, solo que se encontraba escondido de alguna manera extraña... como Redclaw. No había que viajar a ningún otro universo paralelo. No había que irse lejos para cruzar esa línea. El campamento de gente como yo se encontraba allí, oculto a las miradas curiosas. Se me ocurrió una idea que, gracias a Dios, dio resultado. Después de haber ido practicando, disimuladamente, durante todo el trayecto con mis nuevos poderes, se podría decir que había conseguido dominarlos a la (casi) perfección, y ya era, prácticamente, una experta. Miré la línea verde claro que había en el suelo y comencé a aniquilar todas las plantas que componía aquella extraña frontera, una a una, como había practicado. Inundándolas de aquella oscuridad que primero torturaba y luego mutilaba. Aunque, he de confesar, que hice que las plantas no sufrieran mucho. Les proporcioné una muerte rápida. Un gran privilegio que no todo el mundo podía conseguir. Instantes después de haber hecho eso con un par de metros de plantitas, una muchacha de pelo y ojos castaños apareció y comenzó a chillarme.
-¿Qué te crees que estás haciendo? ¿Cómo has hecho eso? ¿Qué demonios eres?
-¿Eres parte del campamento de cambiatonos evolucionados? – pregunté desconfiada.
Ella me miró y analizó.
-Sí – respondió varios segundos después –, ¿y tú?
-Yo también.
Cambié para demostrárselo, pero no pareció convencerla y me hizo la pregunta más obvia que yo podía esperar.
-¿Solo tienes tres habilidades?
Suspiré y me miré los pies. Entonces, me di la vuelta y, sintiendo los tirones de las dos grandes heridas que tenía en la espalda que todavía no habían terminado de curarse, me levanté la camiseta que llevaba puesta y le mostré lo que necesitaba ver. Pude apreciar como contenía un grito. Pero la muchacha recobró la compostura con mucha rapidez. Después, se dirigió a mis acompañantes, pero antes de que ella pudiese decir nada, la interrumpí.
-Ellos son cambiatonos comunes. Son los príncipes. Bueno, tres de ellos.
Ella volvió a chillar. ¿Es que esta chica no sabe hacer otra cosa?, pensé. Pero deduje que no.
-¿Te has vuelto loca? ¿Cómo osas traer a la gente que nos quiere mutilar aquí? Oh, Dios mío... Oh, Dios mío... Estamos muertos... No tendremos a dónde huir...
-Eh. Cálmate. Ellos son los que me han guiado hasta aquí.
Ella continuó maldiciendo por lo bajo.
-¡Eh! O abres lo que sea que tengas que abrir y nos dejas entrar al estúpido campamento para poder explicárselo todo a tu superior o juro que mutilo toda tu preciosa fronterita de plantitas, guapa. No habíamos venido a causar guerra, pero mi vida, tu vida, y la de todos los cambiatonos con ADN diferentes están en juego, y no voy a andarme con rodeos.
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La Reina Perdida [SC #1]
FantasyHola, soy Odette Thunderbolt, y esta es mi historia. La historia de la chica que veía cosas que los demás no veían, y hacía cosas tanto bellas como mortales. La historia de la chica a la que intentaban advertir, pero ocultaban la verdad. La historia...