Capítulo 22

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Un ruido me despertó poco antes de la madrugada, sobresaltándome. Nicco todavía seguía tumbado junto a mí, por lo que, al no querer despertarle, opté por parar el tiempo. Fui directamente hacia mi cuarto, que era el sitio del que provenía el ruido, o al menos eso creía. Abrí la puerta, y casi pegué un grito al ver que el sujeto al que encontré allí se estaba moviendo, a pesar de que el tiempo no corría.

-¿Qué demonios, Marc? – Exclamé al ver al brujo – Me has pegado un susto de muerte, ¿qué haces...?

Pero no me dejó terminar la oración. Me cogió por los hombros y, repentinamente, aparecimos en otro sitio. Era una gran sala gris y rectangular, sin ventanas, probablemente subterránea. Había una mesa de hormigón en el centro de la estancia, en la que habían colocado varios mapas de diferentes tamaños. Galael y Nahún observaban el más grande. Todos los miembros que acudían a las reuniones estaban allí, sudorosos. Todos los miembros menos el rocoso y su viajera.

-Ha vuelto a atacar – dijo el muchacho -. No creo que nadie perteneciente a los pueblos de Kepa haya sobrevivido.

-¿Qué? ¿Cómo ha podido pasar? ¿No podéis seguirla el rastro? – pregunté anonada.

-Se oculta muy bien... No sabemos ni en qué universo se encuentra – dijo agobiado Galalel.

Oí bufidos de indignación y... decepción. Estaban verdaderamente desesperados. Y perdidos.

-¿Y qué pinto yo en todo esto? La mayoría de los míos ni siquiera saben de un destructor de universos.

Antu, desde su asiento, tragó saliva.

-Esperábamos que nos dieses ideas... Que de alguna manera nos guiases.

Asentí, confusa e impresionada. Me dirigí hasta la mesa, acompañada de Marc, que no parecía tan frívolo como solía serlo. Llegué junto a Nahún y Antu se levantó para poder observar el mapa, que de cerca no tenía tanto sentido.

-¿Qué es esto? – pregunté.

-Es la forma en la que están distribuidos los diferentes universos. Bueno... En realidad son los universos en los que queda vida.

En el papel había trazados confusos y neblinosos, como si el dibujante de este no supiese muy bien de qué iba aquello, pero a la vez lo hubiese memorizado. Observé los demás mapas, que eran claramente de reinos con grandes extensiones de tierra, e intenté analizarlos. Nada.

-¿Tenéis algún mapa de todos los universos? –pregunté, con alguna que otra idea rondando mi cabeza.

-¿De todos? – me preguntó Antu perplejo.

Asentí. Se levantó y comenzó a mirar entre los mapas enrollados que se encontraban en una de las estanterías de la estancia. Finalmente, murmuró algo y cogió uno viejo y desgastado. Vino y situó el mapa de tal manera que la mesa entera quedase ocupada. Si el mapa anterior era caótico, ese era aún peor. Rallajos descoordinados invadían el mapa y unían montones de óvalos situados paralelos los unos a los otros. Tragué saliva.

-¿Podíais señalarme con una pluma los universos que han sido atacados, por favor? – pedí gentilmente.

Ellos así lo hicieron. Empezaron a señalar un óvalo tras otro durante unos segundos, hasta que finalizaron su tarea. Que haya algo, por favor, que haya algo..., pero no lograba ver nada. Ni un patrón. Ni una figura. Nada.

-¿Ataca a los pueblos al azar? ¿Lo paga con alguien en especial?

Ellos se miraron y negaron con la cabeza a la vez que se encogían de hombros, dándome a entender que no tenían idea alguna. Me restregué la mano por la cara. Desde luego había algo que nos estábamos perdiendo. Intenté ver alguna conexión... Algo... Pero no lo conseguía, y aquello me estaba poniéndome nerviosa. Hasta que por fin lo vi. No estaba segura de si podía ser real, o eran simples imaginaciones mías, pero había una extraña conexión. Tragué saliva, y gotas de sudor comenzaron a recorrer mi espalda y mojar mi camiseta al darme cuenta de quién era la única persona que podía ayudarme a resolver aquello, o que, probablemente ya lo había resuelto por su cuenta.

La Reina Perdida [SC #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora