La luz del sol en forma de chispas se cuela a través de las cortinas de la habitación haciendo despertar a un abrumado Josh de un sueño turbulento. Un pequeño gemido escapa de sus labios y a tientas busca el cuerpo de Jennifer a su lado pero solo se topa con las sábanas frías. Se sienta aun abrumado y abre los ojos con dificultad. Trata de volver a la realidad, la realidad en la que Jennifer ya no está con él.
Había pasado un mes desde que habían terminado todo lo que habían construido juntos. Josh siempre había creído que su relación nunca llegaría a su fin, él estaba seguro que Jennifer era el amor de su vida desde el día en que la vio con ese vestido ¿blanco? , aun no estaba seguro del color, pero si estaba seguro que ella lo había cautivado. Su sonrisa, su voz, su humor, su forma de ser, todo en ella era perfecto y lo seguía siendo para él. Tuvieron que pasar por mucho antes de ser algo más que solo amigos, pero el mundillo en el que viven no los dejaba estar juntos. Eran como una especie de amantes secretos. Amigos frente a las cámaras y más que eso detrás de ellas.
Nunca su relación fue simple, todo era muy intenso y aunque tenían miles de dificultades estaba seguro que estaban destinados a estar juntos. Pero los contratos y la gente a su alrededor parecía que querían separarlos. No sabía cuándo fue el momento en que había caído tan bajo con las fiestas, el poker y los estúpidos PR que le obligaban a hacer. Ya casi no tenía trabajos importantes, todo lo que amaba se estaba escapando de sus manos, incluyendo Jennifer.
Y luego de algunas peleas y la distancia Jen había decidido terminar con esto. Según ella ya no estaba funcionando, Josh literalmente mantenía a todos los vagos de sus amigos, incluyendo a su PR. Ya no era el mismo chico desenfadado del que se había enamorado, ya no trabajaba, se pasaba jugando y eso le rompía el corazón. Lloraron, gritaron y suplicaron cuando el día de la ruptura llegó pero al final decidieron poner un punto final a su historia. Y Josh aún no lo entendía, aun no lo aceptaba y estaba seguro que no lo haría.
El silencio de la habitación y un fuerte dolor de cabeza lo trajeron a la realidad. Miró a su alrededor y vio como la habitación estaba hecha un asco: ropa por todos lados, botellas de cerveza y restos de comida. Bufó con desespero y se levantó para tratar de despertarse del todo. Caminó al baño y se metió a la ducha. Un chorro de agua helada lo cubrió y apretó los dientes con fuerza al sentir el frío colándose hasta sus huesos. Cerró los ojos y suspiró esperando que Jen se metiera con él a la ducha como muchas veces lo había hecho pero nunca llegó.
Pasó media hora antes de que su cuerpo entumecido pudiera salir de la ducha. Se vistió casualmente y se dirigió a su salón. Se sentó en un sillón y miró hacia la nada. No tenía hambre y solo quería hundirse en su miseria. Ese era su rutina: sentirse miserable y pensar que era un idiota.
Tomó el portarretratos que había en la mesita del centro y miró la fotografía. Jen sonriente abrazando a Driver y a Pipi en un hermoso día soleado. Su cabello rubio revuelto y con varios mechones cayéndole por la cara, una camisa azul a cuadros que le pertenecía a él y unos jeans que le quedaban de maravilla. Josh sonrió con nostalgia y volvió a poner el portarretratos en su lugar. Estaba consiente que era patético y que su actitud de sufrido había cansado a todos. Hasta su madre se había hartado y se había llevado a Driver al ver que Josh no estaba dispuesto a volver en sí por mucho tiempo. Ni siquiera sus amigos lo buscaban, solo Andre y Liam habían tratado de hablar con él, pero se rindieron al ver que Josh no estaba dispuesto a reaccionar.
Sin darse cuenta ya eran las 12 del día. Suspiró cansado y caminó a la cocina para obligarse a comer algo. La cocina estaba hecha un desastre y tuvo problemas para encontrar algo comestible en la nevera. Por fin encontró un pedazo de pizza medio decente y volvió a su lugar en el salón.
