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unas semanas después de la entrega de medallas, luego de unas cuantas charlas con aficionados y periodistas, Yuri volvió a su hotel acompañado por Viktor. Al abrir la puerta de su habitación, el albino saltó hacia el japonés y lo ahogó en un abrazo. 

No podía seguir aguantando el querer abrazarlo, besarlo y felicitarlo, a pesar de que se había retenido en las múltiples entrevistas que les habían hecho antes. 

Yuro se dejó mimar por el albino, el cual lo había tirado sobre el sofá y lo tenía acorralado entre sus brazos. No opuso resistencia alguna, Viktor comenzó a esparcir besos por todo su rostro y cuello, dándole algunas pequeñas cosquillas al japonés.

Estoy muy orgulloso de ti, Yuri.- dijo continuando con su labor de depositar besos en sus mejillas.

Al terminar esa frase se dirigió hacia los labios del menor y comenzó a besarlo. Notaba el nerviosismo de Yuri al instante, pero se fue tranquilizando mientras cerraba sus ojos. Movía sus labios con dulzura, profundizando el tacto.

Yuri pasó sus manos por encima del cuello del albino y se quedó en esa posición. El tiempo parecía estar más lento, el sonido que entraba por las ventanas parecía ya no existir y no podía fijar su vista en otro lugar, lo único que podía hacer era mirar con los ojos entreabiertos a la persona que tenía en frente.

Viktor empezó a introducir lentamente su lengua en la boca del menor, alarmándolo. Comenzó a jugar con la lengua del contrario, Yuri intentó corresponder tímidamente, aunque no lo logró ya que se había separado sin darse cuenta.

Con sus manos temblorosas y sus mejillas en un tono rojizo, el japonés atrapó al mayor en un abrazo y hundió su cabeza en su cuello, recibiendo leves caricias proporcionadas por parte de Viktor.

Lo siento.- dijo el albino en voz baja.- fui muy rápido, ¿Verdad? lo siento, me dejé llevar por mis impulsos.- prosiguió con sus caricias, entrelazando sus dedos en los cabellos de Yuri.

Al de ojos cafés parecía no molestarle, se soltó de su abrazo y le dedicó una sonrisa, indicándole que todo estaba perfecto. Le dio un pequeño beso en la mejilla y posó su cabeza en el pecho de Viktor, quien se recostó en el sofá y siguió con sus caricias. 

Yuri observó por un momento el anillo que estaba colocado en su mano derecha, era una prueba de que todo lo que estaba viviendo era realidad. Se inclinó hacia este y depósito un pequeño beso en él, haciéndose notorio su sonrojo, al igual que el de Viktor al notar aquella acción.

Era una tarde tranquila, se notaban las calles vacías y reinaba el silencio en ellas. Era uno de esos días en los que las pequeñas hojas de los árboles brillaban con intensidad y se hacían notar.

Unos destellos de luz empezaron a teñir la habitación en la que estaban de un color rosado. Yuri sólo necesitaba estar con Viktor, y el mencionado sólo lo necesitaba a él. Nada podía arruinar aquel momento.

O eso creían cuando un ruso de cabellos rubios apareció en su puerta, pateándola.

Parecía estar realmente feliz, era una de las pocas veces en las que les sonreía y no tenía mala cara. aunque su carácter no variaba, seguía siendo un chico caprichoso con mal humor.

Junto a él apareció un chico con una mirada fría, pero una pequeña sonrisa adornaba su rostro. Era mucho más alto que el rubio, aunque se parecían en su forma de ser. 

Felicidades, Yuri.- saludó Plisetsky elevando una de sus manos en forma de saludo.

Felicidades a ti también.- respondió con una sonrisa.- es la primera vez que me llamas por mi nombre y no me dices "cerdo".- comentó entre risas.

el ruso ignoró aquel comentario e invitó a pasar a Otabek, que seguía en la puerta. Yuri tenía razón, era alguien de pocas palabras. 

Hey, Otabek.- saludó Viktor.- Felicidades por el bronce.

el kazajo le dedicó una sonrisa y le agradeció.

Como estoy de buen humor los invito a salir un rato, los cuatro juntos.- añadió Yuri P.

Otabek se acercó a él y le susurró algo al oído, haciendo sonrojar notoriamente al rubio.

¡OTABEK!.- gritó.- ellos aún no lo saben, si haces ese tipo de cosas es demasiado obvio.

El kazajo volvió a decirle algo en el oído mientras el japones y el albino se encontraban de espectadores de aquella escena.

¡A eso iba! tenme más paciencia.- comentó el menor mientras se acurrucaba junto a Otabek, quien aún se burlaba del sonrojo de este.

Yuri tardó varios minutos en hablar. Cuando intentó gesticular palabra, estaba tartamudeando con las mejillas infladas y un notorio color rojo. Para tranquilizar al rubio, Otabek habló por él.

Somos pareja, por si no se nota.- comentó secamente y con una sonrisa burlona hacia el menor.

Viktor, con los ojos brillantes, empezó a aplaudir enérgicamente mientras movía al japonés que estaba sobre él.

¡Sería como una cita doble!- comentó el albino, emocionado.

Su pareja aceptó rápidamente. Salieron del hotel y dirigieron su rumbo hacia una cafetería que le traía recuerdos al rubio. Otabek los había llevado ahí.  

Se sentaron en una pequeña mesa apartada de las demás, una de las pocas que estaba fuera del establecimiento. Tenían una preciosa vista hacia un parque lleno de rosales. 

Decidieron quedarse un rato a tomar un poco de café. Mientras el japonés interrogaba a Otabek acerca de su relación con Yuri y este se avergonzaba, Viktor se reía en silencio y se dedicaba a observar.  

Pasaron la tarde allí, hasta que se separaron y volvieron a sus respectivas habitaciones, acompañados de sus parejas.

Mucho más que simple admiración {Viktuuri}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora