Llegamos a la fiesta y la mayoría de la gente se nos quedaba mirando. Sigo pensando porque no le dije que no directamente no tuviera que haberle abierto la puerta. Iba de dejar de pensar en sus pistas hasta mañana. Hoy iba a divertirme.
Busqué a Tomas por todos lados pero no lo encontré, tal vez esta con alguna chica y no quisiera interrumpirlo. Me concentre en Enzo. Se veía lindo con esa camisa blanca que resaltaba sus tatuajes. ¿Por qué dije eso? ¿Me gustaba? No, eso no podía pasar.
Busco un par de cervezas y nos sentamos en el patio. En el fondo de su casa había un banco de madera color blanco con luces. Amaba ese lugar, era único, siempre visitaba a Tomas de noche sólo para ir a sentarnos hay.
- ¿Quieres una? - levanto una cerveza a mi dirección.
- Claro - la tomé rozando sus manos suaves.
No me gustaba mucho el alcohol como a los demás adolescentes. Pero un par de cervezas no me venía mal.
- ¿A si se suponen que son las fiestas? - contemplo su entorno.
- Si - no podía dejar de mirarlo, se veía tan apuesto con ese traje.
Nos quedamos observando a la gente bailando. No soy de esas chicas que bailan en el medio de la pista, o arriba de los parlantes. Íbamos por la tercera ronda de cervezas, de verdad eran ricas. Una chica se nos acercó con una bandeja con mini vasitos con vodka, por un momento pensé que nos dejaría sacar uno pero nos regalos la bandeja. El primero que probé me hizo toser bastante tiempo, era fuerte y ardía, nunca los había probado. El segundo no me ardió tanto, y tampoco me hizo toser. Enzo los tomaba como si nada, sin toser y sin hacer cara de asco. El tercero paso como si nada y así unos cuantos más.
Habíamos hablado acerca de la música que nos gustaba, cual tipo de libros nos gustaban. Teníamos mucho en común, no pensé que a alguien tan frío podría gustarle novelas románticas.
- ¿Quieres bailar? - Pregunto con la voz entrecortada.
- ¿Porque no? - Me intenté levantar pero mis piernas no reaccionaban.
- Claro, cuidado de no...
Hice un paso y fui directo al suelo, no podía controlar mis pies. Todo me daba risa, hasta la cara de Enzo, se lo notaba preocupado, era lindo sin dudas. ¿Cómo no lo vi antes? Enseguida me agarro entre sus brazos y me volvió a sentar en el banco. Mire a la gente y vi como todos giraban a mi alrededor. De lejos vi a Tomás, por fin había aparecido.
- ¿Qué le has hecho? - empujo a Enzo a un lado y se acercó a mí.
- Nada. No sabía que se pondría así - dijo furioso.
- Vamos Emma - intento agarrarme del brazo pero me safe del agarre.
Vi como trato a Enzo y me molesto, él me había cambiado por una zorra del equipo de las porristas y yo no le dije nada ni tampoco la tire al suelo.
- No, vete - intenté ponerme de pie por mi cuenta pero no lo logré, mientras ellos se desafiaban con las miradas.
Me miro un poco confundido, siempre había aceptado su ayuda en todo y nunca lo había rechazado. Pero tenía que ser amiga de Enzo para que me dijera todo lo que sabe. Estuvo un buen tiempo observándome pero sólo lo ignore.
- Cuídala, ¿sí?
- Claro - se acercó y me ayudó a levantarme.
Y se fue, dejándome sola con él.
- ¿Quieres que te lleve a tu casa? - me miro con cara de preocupado.
- Noo. Quiiero otrroo dee essoss.
- Creo que ya tomaste demasiado.
Note que hablaba muy bien, solo podía arrastrar las palabras. No podía llegar a mi casa en ese estado, mis padres me matarían. En un momento sentí que se me revolvía el estómago. Y si, devolví todo. Mi hermoso vestido azul no era tan azul.
- Mierda - enseguida me levanto el cabello y me acariciaba la espalda.
- Llévame - dije limpiandome la boca con el vestido.
- Claro.
Me llevo agarrándome todo el camino, habíamos ido caminando ya que nos quedaba cerca. Ninguno habló, no sabía que decirle. Llegando a mi casa me frene.
- No puedo entrar así - me observé de pies a cabeza.
- Bien, nos quedamos acá.
- Gracias por ayudarme - me recorrió todo un escalofrío y se me puso la piel de gallina.
- De nada, Toma - Noto que tenía frío y me prestó su campera.
No sabía que decirle, no me di cuenta en qué momento me puse en este estado.
- No pensé que unas cervezas me harían mal.
- No fueron las cervezas, fue el vodka - y se empezó a reír
¿Por qué se reía? Había pasado la peor vergüenza de mi vida.
- ¿Porque te ríes?
- Fue la mejor noche de mi vida - dijo sonriendo de oreja a oreja.
- Pase vergüenza frente a toda la escuela - me había vuelto a sonrojar.
- Genial, serás la noticia de la semana -, comentó gracioso.
Saber que toda la escuela me miraría y se reiría, me causo risa. Estaba mal, si mis pares se enteran no me dejaran salir más.
- No les digas a mis padres de esta noche.
- Tranquila, no les voy a decir nada - se acercó a mí para abrazarme.
Después de media hora ya me sentía mucho mejor. Me despedí de Enzo y entre a la casa. Eran las 7:00 AM, si no me acostaba enseguida mis padres se despertarían y empezarían con sus preguntas.
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Volver Al Pasado
Teen Fiction¿Podrá volver a salir adelante después de la traición de su familia?