Capitulo 14.

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Llegamos a mi casa y mi madre ya estaba cocinando.

- Hola - dije entrando a la cocina.

- Hola chicos - estaba sorprendida por la presencia de Enzo.

- Hola, gracias por invitarme - saludo a mi madre con un beso.

- De nada, ¿te gusta el pescado? - agarro la fuente sobre la mesada y la metió al horno.

- Por supuesto - me agarro de la cintura trayéndome hacia él.

Entro mi padre a la cocina con normalidad.

- Hola linda. Hola Enzo - saludo a Enzo con la mano y a mí con un beso.

- Hola  - le devolvió el saludo.

- Hola papá - trate de evitar su saludo pero fue inevitable.

- Mientras las chicas cocinan, ¿quieres ver fútbol Enzo? - espero su respuesta en la puerta que comunicaba al living.

Enzo me miró y miro a mi padre, asintió y salieron de la cocina.

- Tranquila. Lo tratara bien - dijo dándome un beso en la frente.

- Eso espero - intente evitar ese beso también pero no lo logre.

- ¿Son novios? - pregunto alegre.

- No -Dije nerviosa, pero no lo éramos.

- Claro -Me miro con una sonrisa pícara- Prepara la mesa.

Terminé de preparar la mesa y llamé a todos a comer. Mi padre llegó con Enzo riéndose. Sabía mentir bien me parece.

- Bien, acá tienen sus pescados - nos sirvió uno a cada uno.

La cena fue agradable, hablaron de varias cosas e invitaron a Enzo a la conversación. Yo era la única que no participaba. No podía mirarlos a la cara desde que llegue, ¿cómo mentía tan bien? ¿Nunca pensaron que ya sabría la verdad? Podía ver que él estaba un poco incómodo, y me sentí culpable de arrastrarlo hasta acá.

Cuando terminamos con el postre acompañe a Enzo a la puerta.

- Perdón por traerte, fue mala idea - hable despacio para que mis padres no escucharon.

- Cállate -Me acerco a él y me beso. 

Amaba esos besos suaves y lentos. Eran únicos. Me dolía saber que esta noche no dormiríamos juntos; o al menos en la misma habitación.

- Nos vemos mañana - dijo alejándose de la entrada principal.

-Bueno - me quede mirando como cruzaba su jardín hasta llegar a su casa.

Me quede como una boba observándolo, era perfecto y era mío. No mío literalmente pero algo estaba empezando, y si las cosas se complicaban no lo dejaría huir de mi tan fácilmente.

Entre  a esa casa, ni siquiera puedo decir que era mía. Mis padres estaban en la cocina terminando de guardar los platos y me llamaron.

- ¿Qué pasa? - volví a entrar a la cocina y ambos me miraban preocupados.

- Te quería decir que mañana nos vamos a México por trabajo - se apoyó en el desayunador.

- Genial - No pude evitar sonreír.

- Tu cumpleaños es la próxima semana, ¿no te molesta que no estemos? - dio la vuelta hasta llegar a mi lado.

- Claro que no, invito a Enzo y a unos amigos. Ustedes vallan - Me despedí con un beso.

Subí a mi habitación. No podía esperar a decirle a Enzo.

- Adivina quienes se van todo un mes - envié el mensaje tirándome arriba de mi cama.

- ¿Tus padres?

- No tenías que adivinar tan fácil. ¡Pero si!

-  Genial - una sonrisa apareció en mi rostro - Voy a dormir, te quiero.

- Yo también te quiero.

Supongo que se quedó dormido porque no respondió más. No cabía tanta felicidad adentro mío. Un mes, no vería sus putas caras un mes. Para cuando vuelvan ya tendría todo resuelto. Lo iba a lograr.

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