La azotea

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Era una puerta rígida, de hierro.

Pesaba, pero no  excesivamente y la pintura azul, un poco oxidada supongo que por el yeso que la cubria hace unos instantes, le daba al lugar un tono alegre y mágico.

Entrar alli era asombroso.

Era un lugar pequeño pero lleno de encanto.

El suelo era de azulejo, algunos estaban rotos por el simple hecho de estar al aire libre y porque supongo, llevarían alli muchos años.

En ese lugar no habia nada mas que un banco, también de color azul, pero en un tono mas claro al de la puerta y unas cajas de madera vacias sobres las que habia apoyadas una caja de plástico.

Sin miedo ni duda alguna, me acerque a la caja y dentro descubrí un tocadiscos con un disco de vinilo.

Coloque la aguja en posicion y empezó a sonar una cancion que enseguida animaba a bailar.

Era un ritmo alegre y marchoso.

Pero era extraño que alguien se hubiera dejado alli ese tocadiscos, dado que funcionaba a la perfección.

Decidí continuar explorando la estancia, la tarde era larga y hacia un sol estupendo.

Me asome en una larga barandilla de piedra que ocupaba uno de los laterales de el lugar y me quedé fascinada por lo que vi, desde alli se podia observar todo Madrid a la perfección, el Pausa, la casa de mis padres, la boutique de Velvet Colección donde estaban los diseños pret-á-porter de la gran Ana Rivera, la madre de Don Alberto...

No habia tenido el gusto de conocerla en persona, pero sobraban palabras geniales de ella en boca de mi madre y de gran parte de los empleados de las galerías.

Decidí sentarme a observar esa magnifica vista cuando la canción del tocadiscos se detuvo.

Me acerque a ver que sucedia y entonces descubrí un libro rodeado de una cinta de terciopelo roja bajo el tocadiscos.

Lo coji entre mis manos.

Desde luego esa tela era de calidad, la textura era maravillosa y el color era perfecto, no pude evitar el que mis dedos se deslizaran rápidamente sobre el lazo para deshacerlo.

Pero no lo hice.

Senti una sensacion magica, era una tela suave, que hacia que al tocar sintieras un calido cosquilleo, pero a la vez era resistente lo cual la convertia en una pieza perfecta.

La curiosidad me superaba, pero decidi prolongar el momento todo lo posible y marcharme a mi cuarto.

Mañana de noche, iria a disfrutar de ese magnifico lugar y descubriria que se oculta bajo esa maravillosa tela, pero hoy, era suficiente.

Yo.

Laura Ruiz Montesinos.

Había descubierto la azotea de las galerías Velvet.

Y tenia entre mis manos un libro lleno de misterios y una tela mágica.

Hoy no se que será lo que oculta ese objeto, pero quizás lo averigue mañana...

Diario de Ana RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora