Al final de la escalera

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Llegué arriba y lo que me encontré no era lo que me esperaba precisamente.

En un rincón oculto por una gran estantería de telas estaba María, sentada en el suelo con el rostro oculto en la falda de sus rodillas.

Levantó la mirada al oirme llegar y pude observar que había estado llorando.

Verla así me destrozó.

Jamás, ni siquiera en su vida privada por el desamor, la había visto así, y mucho menos en horas laborales.

Eso me hizo saber que algo muy malo ocurría.

Sin articular palabra y sin pedir explicaciones me sente a su lado y la abracé, todo lo fuerte que pude y ella hizo lo mismo conmigo.

Esperé a que se calmara y que me contara lo sucedido sin presionarla.

Ma- ¿Me acompañas al baño?

L- ¡Claro! Vamos.

La ayudé a ponerse en pie y juntas nos encaminamos al servicio de señoras.

Llegamos y entramos.

Cerré la puerta tras de mi y me arodillé junto a ella, que había tomado asiento en un taburete.

Ma- Me supera, ser jefa de taller, me supera- confesó entre sollozos- Cuando me ascendieron pensaba que habia nacido para ello, pero no. Cada dia mas trabajo, mandar, echar broncas, despedir, organizar...y al final he dejado de hacer lo que mas me gusta, coser.

L- Pero María, este es el sueño de tu vida...

Ma- ¡Ya no Laura! Ya no... -rompió a llorar.

L- Bueno cálmate, vete a casa y acuéstate un rato. Diré que estas enferma y me encargare de organizar el desfile, así podrás pensar todo esto y...bueno tomar una decisión...

Ma- Gracias...-sollozo.

Con lo bien que habia empezado mi dia... Yo feliz por el desfile y nerviosa e intrigada por el misterio del libro de la azotea y se tiene que estropear todo, mi mejor amiga se derrumba en el desfile de su marido y encima, tengo que hacer de jefa de taller.

Esperemos que salga todo bien...

Diario de Ana RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora