¡EL BESOOO!

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A– Ahh el beso...¿Era por eso?–rie.

L– No te hagas el tonto, me siento tan estúpida... Lo siento—intento irme pero de nuevo me detiene.

A– No te vayas... Ven, vamos a mi despacho, tenemos que hablar...

En el despacho...

L– No creo que debamos hablar... Me siento muy idiota por lo que hice y me arrepi...—noto su dedo en mis labios silenciandome con ternura.

A– Yo si que lo siento —susurra— te aparte de muy mal modo, no lo mereces...

L– No hace falta que te compadezcas de mi, no es la primera vez que me rechazan —interrumpo.

A– ¡Que no es eso mujer! Dejame hablar por favor.

L– Esta bien,  habla.

A– Estaba dolido, yo amaba a Cristina con toda mi alma y ya ha pasado un año sin ella, sin su sonrisa, sin sus cabellos castaños, sin sus chistes malos, jajaja, había algunos que eran pesimos —recuerda riendose con ternura— pero a pesar de ello, la amaba...

L– Ojalá alguien hable de mi así algún dia... —digo con lágrimas en los ojos dado que ha sido muy bonito y hasta yo me he emocionado.

Se acerca a mi y apoya su frente en la mia mientras me acaricia el pómulo.

A- Fui un idiota. Tenía un cuadro carisimo frente a mi y no me di cuenta de que las verdaderas obras de arte no se pueden pagar con dinero, no te vi a ti Laura.

Vale, ahora ya si que me derrito y empiezo a llorar y a sonreir como una boba porque... ¿Me esta diciendo que me quiere no? ¿O solo es una poesía para que sigamos siendo amigos y le siga riendo las gracias como hasta ahora?

L– Yo no se si puedo seguir como hasta ahora... —digo (para salir de dudas mas que nada)— Verte a diario y consolarte por la pérdida del amor que sientes hacia otra mujer, puede que suene estupido, pero yo ya no puedo mirarte a la cara y hacer como que no siento nada cuando por dentro me derrito como hielo en agua, te amo Alberto, estoy harta de fingir...

A– Lo siento pero no puedo decir lo mismo, te quiero, pero no se si es de la misma forma que me quieres tu a mi, quiza con tiempo lo descubra, pero aun no lo se.

L– No tengo mucho tiempo, ya no puedo más, me marcho a Barcelona, a trabajar en Velvet Colección...le haré llegar mi carta de solicitud de traslado Don Alberto, así no tendrás que volver a verme... —digo sin poder evitar ni una sola lágrima.

A– No, Laura por favor...

Se abre la puerta del despacho y entra mi madre, ¡madre que me parió, que oportuna eres!

C– Don Albert... ¿Laura? ¿No deberias estar abajo?

L– Si, ya me marcho mamá, solo he venido a notificar de mi marcha de Madrid, si me disculpan... —y de nuevo a correr, solo que está vez no voy a huir, acabaré mi jornada y empaquetaré mis cosas para cojer el tren a Barcelona, porque el tren del amor ya pasó por mi estación, solo que no era para mi...

Diario de Ana RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora