Historias de Coca-cola 2

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Me cogió en volandas y noté que subiamos unas escaleras.

Y llegó a mi ese olor.

Un olor viejo pero que olia muy bien.

¡Olia como el Diario!

El descubrimiento me dejó extresada, hasta que recordé que Alberto estaba allí conmigo.

Yo obviamente no le veia dado que aun el terciopelo me cubría los ojos pero sabía que estaba parado a mi lado detras de mi.

A- Te he traído a un lugar muy especial. Aquí mi padre traía a mi madre, era su sitio...

No me lo podía creer.

¡Me había llevado a la azotea!

Lo unico que deseaba en ese momento era que a Alberto me quitara el terciopelo para contemplar las vistas de ese lugar mágico, con él, Alberto, mi Alberto.

A- ¿No dices nada? Bien, entonces hablaré yo...

Se situó frente a mi y comenzé a sentir su respiración fuerte y rítmica de la poca distancia que nos separaba en ese momento, justo el momento que a mí me hacía falta para aclarar mis dudas y cuando sentí las cálidas manos de Alberto sobre el terciopelo para deslazarlo dí un paso adelante y le besé.

Nos fundimos en un apasionado beso en el que ambos nos entregamos a fondo.

Mi primer beso.

Y derrepente... Alberto me apartó.

A- ¡Laura! ¡¿Que narices estas haciendo?!

L-  Me has traido al sitio en el que tus padres escondian su amor prohibido con los ojos vendados y me lo susurraste al oido de manera que estabas tan cerca que sentía tu respiración, ha sido tan perfecto...

A- ¿Pero tu te has vuelto loca? Te he traído aquí porque creí que sería un sitio más discreto que mi despacho y porque creí que me ibas a apoyar en un día tan difícil como hoy, y si me acerco demasiado a ti es porque tengo confianza aunque creo que después de esto... La has perdido.

Sus palabras llegaban a mi corazón como espadas que se clavaban.

Había sido tan estúpida.

Entendí el ridículo que habia hecho al haber besado a Alberto, cuando debería consolarle por la pérdida de su casi esposa perfecta...¡Dios santo! ¿En que estaba pensando?  Como iba a enamorarse de mi después de estar enamorado de alguien tan perfecto como ella...

Solo se me ocurrió correr y no mirar atrás, huyendo de los fantasmas que rondaban mi cabeza desde ese ridículo beso.

Corrí sin mirar atrás por las calles de Madrid, sin rumbo fijo, deseando perderme buscando la respuesta a mis dudas...

¿Me despedira?
¿Volverá a dirigirme la palabra? ¿Volveremos a ser amigos?
¿Me amará algún dia...?

Diario de Ana RiveraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora